Uno más qué más da
Tras seis temporadas, 225 partidos y 14 días completos de fútbol de Primera, el Alavés trata hoy de mantenerse con vida
Dicen que uno de los vicios irrenunciables de la estirpe futbolera es el de obtener o incluso memorizar datos. Así que allá van. Seis temporadas ... consecutivas en Primera División -el récord histórico del club- y, hasta que el pitido inicial de esta tarde, 225 partidos en la máxima categoría. Desde aquella noche en el Vicente Calderón donde el genuino Manu García conectó un derechazo imposible en el descuento para el meritorio empate en el estreno del ejercicio 2016-2017.
Detrás de aquel ilusionante duelo: 337 horas de juego albiazul entre los mejores. Vamos, 14 días completos sobre el césped. Siete de ellos en Mendizorroza. ¡Qué vacaciones cuando se ha visto al equipo vitoriano en todo tipo de categorías¡ Pero ya se sabe que los días de ocio siempre se quedan cortos para el que los disfruta. Así que a la escuadra de Julio Velázquez le toca hoy, cuando menos, intentar alargar un poco más la temporada. Si a estas alturas, como parece casi inevitable, tiene que oficiarse en breve una misa de Réquiem, que sea un domingo. En todos los aspectos parece lo más apropiado.
Uno, al que en otros tiempos, cuando no había fútbol fresco, le daba por seguir otros deportes, recuerda como posible lema para hoy el 'No en mi casa' de Dikembe Mutombo. Aquella frase que en plena pista el pívot congoleño-estadounidense de la NBA soltaba cada vez que colocaba un tapón por encima del aro para negar la canasta de un rival. También la historia del Barda del Medio, donde Osvaldo Soriano contaba que un equipo que era casi sistemáticamente goleado a domicilio resultaba inexpugnable en su estadio. Por medios poco lícitos, es verdad, pero prácticamente inexpugnable.
Vamos, que como parece que salir de ésta resulta más complicado que acertar con la fecha de la entrada en funcionamiennto del tren de alta velocidad en Euskadi, sería un detalle por parte del Alavés evitar que el sepelio llegue en Mendizorroza. Con una hinchada de cuerpo presente que no lo merece. Nunca ha existido mejor ambiente en el campo del Paseo de Cervantes que el que se ha vivido en los últimos años, incluido éste de despojo futbolístico. Hasta el punto de rememorar la etimología italiana del Tifoso ó Tifosi. Ese infectado de Tifus que trocó en el país transalpino en infectado de fútbol. Cuentan que para adquirir temple siempre es práctico apoyar a un equipo más perdedor que ganador. Quizás así se ha forjado esta afición.
¿El partido de esta tarde? Si alguien, jugadores o seguidores, se ha recuperado mentalmente desde el duelo del pasado sábado en Balaídos que le den una medalla. Pero como el espectador objetivo, si existe, no se le conoce, los noventa de minutos de hoy en Mendizorroza también pueden ser, en función de lo que suceda, un detonante para un juicio sumario después de 35 jornadas de frustración.
Claro que igualmente queda la rendija de la esperanza, de que llegue una victoria y la clasificación diga a partir de esta noche que hay vida al menos hasta el fin de semana y el Alavés se presente ante el Levante en el Ciutat de Valencia con opciones de seguir caminando. Una vez más, a pesar de depender por completo de otros y arrancar la jornada como colista, el trabajo complicado, visto lo visto, es que el equipo albiazul sea capaz de cumplir con su parte.
O de, al menos, convencer a sus aficionados de que el fantasma que pasó por Vigo, como lo hizo anteriormente por tantos otros estadios para asustar con sus limitaciones, ha dejado sábanas y cadenas para disfrazarse de equipo al menos serio. Con 225 partidos consecutivos en Primera por detrás, un esfuerzo más qué más da.
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