Alavés 1-0 Mallorca
El Alavés se reencuentra con su feA base de un once con jugadores muy asentados en el club, el bloque vitoriano rescata sus esencias con tesón y competitividad
En tiempos de frío y dudas, pocas cosas mejores que el calor del hogar. Esa sensación reconfortante de estar en un entorno seguro, conocido y ... de poco o nulo riesgo. A Luis García le aprieta el invierno y quiere entrar en calor como sea. Para él, su hogar son sus jugadores. Sobre todo, esos que le han llevado a recorrer un camino de más de dos años que no quiere dejar que se acabe. Los que le llevaron de nuevo a Primera y le mantuvieron en la élite. Los que, a fin de cuentas, mejor resultado le han dado. García Plaza es un técnico sobre todo práctico.
Así que no es sorpresa que nueve de los once titulares de ayer contra el Mallorca fueran futbolistas que ya estaban en la plantilla del Deportivo Alavés el curso pasado. El meritorio Pica y el indiscutible Manu Sánchez eran las únicas excepciones. La realidad no le permitía más, pero bien es sabida la predilección del técnico por el renqueante Sedlar. Y siete de esos nueve titulares lograron el ascenso hace año y medio en el Ciutat de València. Con los míos a muerte, vino a plantearse el entrenador. Así esperó mucho, porque su primer cambio táctico -más allá del infortunio de la lesión de Benavídez- no lo introdujo hasta el minuto 80, nada más celebrar el 1-0. Ni siquiera agotó todos de los que dispuso.
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García se encomendó a la garra de Tenaglia, el incansable despliegue de Guridi o la electricidad de Abde. Los dos primeros labraron un gol con sabor a liberación. A calma. A golpe sobre la mesa para reivindicar que todo lo sucedido a lo largo de las últimas semanas no era una muestra fiel de la verdadera esencia del Alavés. Hasta Mendizorroza celebró diferente, con más furia. Después de años de idas y venidas, se negaba a dejar morir a un proyecto que ha rellenado su depósito de ilusión al máximo.
Portería a cero
Tal vez el Alavés necesitaba verse vulnerable para remontar el vuelo. Saberse humano después de un inicio de liga tan prometedor. En definitiva, concienciarse de que era uno de los más modestos y saber vivir con ello. Con los nervios, la angustia y el sufrimiento para mantener la ventaja a toda costa. Eran más que tres puntos. No se puede decir que a este equipo le falte carácter. Solo necesitaba volver a mostrarlo.
Un triunfo que, sin ser redondo, otorga una tranquilidad infinita. Hay mucho que mejorar, en especial con balón. El partido estuvo lejos de ser brillante, pero el Alavés aplicó esa sabida fórmula de competitividad más buen trabajo defensivo para neutralizar al Mallorca. Al fin una portería a cero que también refuerza el crédito. Y la sensación de haber vuelto a ver a un Alavés reconocible. No pide más la grada de Mendizorroza. Nunca ha exigido imposibles. Solo salir del campo orgullosa de los suyos. La vuelta de honor, con especial énfasis en Luis García, da buena prueba de ello.
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