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Blanca Castillo
Play off de ascenso a Primera

La caravana albiazul ya está en Valencia: «Vamos a ascender»

Cinco autobuses cargados de entusiasmo llevan a Valencia a trescientos aficionados dispuestos «a darlo todo por volver a Primera»

Sábado, 17 de junio 2023, 12:04

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La caravana de la esperanza alavesista ya está a punto de llegar a Valencia. A una madrugadora avandazilla de dos autocares con miembros de Iraultza 1921 se han sumado después de las once y cuarto de la mañana otros tres autobuses con más jóvenes aficionados ataviados en azul y blanco. En total, la expedición vitoriana a Valencia se compone de cinco vehículos con trescientos seguidores dispuestos «a darlo todo por volver a Primera».

Por delante, prácticamente seis horas y media de viaje con parada prevista a mitad de camino, en Muel, entre Zaragoza y Cariñena, para estirar las piernas, ir al baño y dar buena cuenta de las viandas que cargan los maleteros de los autocares. La fanaticada alavesa es, en su mayoría, adolescente, la más atrevida a la hora de meterse entre pecho y espalda un desplazamiento de campeonato, el mismo campeonato que persigue el Alavés. También ocupan asientos padres con hijos, alguna familia completa y abueletes de hasta 80 años de edad. Esta hinchada que está loca, como dice la canción, no entiende de edad y sí de entusiasmo y pasión.

Rubén, alias 'Caimán', y Diego, 'Tego', veinteañeros, son solo dos de los más de cuatrocientos alavesistas que arroparán al equipo de Luis García en su final contra el Levante. Han sido también de los primeros en dejarse ver por el aparcamiento de Mendizorroza, repleto de caravanas de rockeros del Azkena, sin hueco ni para un alfiler. «Es un gol», dice uno de ellos. «Solo un gol y subimos a Primera. Claro, hay que defenderlo». «No pedimos más», replica Diego, un asiduo en los viajes del Alavés. Ya estuvo en Las Palmas, donde se llevó un buen palo. A Valencia viaja con algo de comida y un par de botellas de contenido alcohólico. «Es la gasolina».

«¡Que sí, joder, que vamos a ascender!», cantan unos cuantos seguidores junto a las escaleras de los frontones de Mendizorroza, donde a la misma hora se celebra una competición de gimnasia. A la chufla se suma la mascota del torneo y todos se ofrecen a la cámara. «Vamos a ascender», se convencen. Haimar lo ha soñado, confiesa. «Ayer les mandé un mensaje diciendo que había que soñar cosas bonitas», relata en referencia a sus compañeros de viaje a Levante, Jon, Rubén y Ekaitz, también veinteañeros. «Nos vamos a dejar la garganta y transmitir a los jugadores toda la energía», dice la cuadrilla, pertrechada, por supuesto, con bocatas y bebida.

Revancha en campo maldito

Como veinte bocadillitos portan José Javier y Hugo, padre e hijo, familia de Raúl y Uxue. Ana, la mujer del primero, se queda en Vitoria aunque se ha acercado a la salida para repartir ánimo a estos hinchas de la peña Dulantzi Albiazul que no pierden la oportunidad de regalar un pin del colectivo para dar fe de su devoción. «Hoy es el día», proclama Raúl. Tienen familiares en Valencia, luego van a un lugar conocido, a un estadio donde ya estuvieron viendo al Alavés en la Liga (2-0). «Esperemos que el resultado sea al revés». Lamentan la tardanza del viaje. «Salimos muy tarde. Las once no es hora. Había que haber salido mucho antes para que fuera un viaje más llevadero», censuran.

Iker regresa al lugar del crimen. Sí, al Ciutat de Valencia, el campo donde hace justo un año descendió el Alavés a Segunda, «Estuve allí. Qué mejor que subir en ese campo», pide a modo de por favor. Por ilusión no será, y por despensa tampoco. Se ha provisto de una mochilla frigorífica de Glovo, de las que llevan los repartidores, para que a él y a su amigo del alma no les falte de nada, y bien fresquito. «Va a hacer calor». Cuando ya toca subir al autocar, los chóferes, dos por vehículos, advierten de que las latas y otras bebidas alcohólicas no están permitidas en el interior. Se escucha alguna queja, pero no queda más remedio que meterlo en el maletero. Ese mismo compartimento que va repleto de entusiasmo alavesista. ¿Y la vuelta? Nadie habla del regreso, que será muy de madrugada y que se cubrirá con una felicidad inmensa o una tristeza apabullante. La última palabra depende ya de los jugadores.

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