Alavés 0-1 Las Palmas

Voluntad de hierro y una portería diminuta

El elegido para cubrir el hueco de Guevara fue Hagi. La elección estaba entre el rumano y Benavídez, pero el reparto de minutos copero -con mayor presencia para el segundo- ya sugería la titularidad del mediapunta. No hubo más novedades. Luis García tiene claro su bloque, en el que últimamente solo ha introducido cambios por obligación. Un once titular joven. La media de edad de los que salieron de inicio es de apenas 24,54 años. El mayor era el capitán, Rioja, el único que llega a la barrera de los treinta. Guridi tiene veintiocho; Sivera y Gorosabel, veintiséis. En el otro extremo, los jóvenes Rafa Marín y Javi López (ambos del 2002) y el jovencísimo Samu (2004). Un once también bisoño en Primera, pero que parece ya consolidado en la élite. Superado el primer tercio de temporada de aclimatación, los novatos albiazules responden con nota.

El Alavés terminó el partido con un 40% de posesión. Una estadística impulsada en un tramo final de partido en el que logró embotellar el rival, pero que incluso con ese extra albiazul fue dominada por el cuadro canario. Era lo esperado. El cuadro canario quiere salir desde atrás y ayer fue su forma de jugar casi exclusiva. El portero y los centrales son piezas claves en el juego canario. Un equipo al que quitarle la posesión no es un negocio sencillo. El Alavés optó por no hacerlo y buscar el peligro de otra manera. El bloque vitoriano apostó por practicar un fútbol vertical, que le permitiera llegar rápido a la portería canaria. Su once, con buenos lanzadores en banda, un delantero poderoso y la presencia de jugadores con recorrido ofensivo como Guridi y Hagi, encaminaba al equipo hacia ese planteamiento.

Aunque el resultado final es el que manda, al Alavés le fue bien con ese estilo de juego. El equipo logró correr y encontrar espacios con cierta asiduidad. También tuvo que sufrir ante las largas posesiones de Las Palmas, pero en líneas generales logró mostrarse solvente en defensa: solo permitió dos disparos a puerta. Su fútbol, eso sí, chocó con la mala suerte y también la calidad de un rival con empaque. El cuadro canario demostró ser un bloque sólido al que la batalla por la permanencia se le antoja ya una cuestión muy menor.

La clave de la derrota albiazul residió en el acierto. Porque si Las Palmas marcó en una jugada aislada su único gol y luego apenas logró conectar disparos peligrosos, el caso del Alavés fue el contrario. Su presencia ofensiva resultó constante. Un goteo que ya en la última fase del partido se convirtió en un chorro de ocasiones. Pero no hubo forma de que lograra marcar gol. El Alavés realizó diecinueve disparos, cinco de ellos entre los tres palos. Samu ilustró esa falta de puntería. El delantero pudo marcar varios goles. Hizo dos, pero en ambos casos el fuera de juego le impidió celebrarlos. Pero también gozó de otras dos buenas ocasiones legales en la que les faltó puntería.

El VAR fue el último invitado a la fiesta albiazul. Tras una primera parte tranquila tuvo cuatro intervenciones tras el descanso. Todas le dieron la espalda al Alavés. Anuló un gol de Samu por fuera de juego al que el árbitro había dado validez y también ratificó la decisión de posición antirreglamentaria en otro tanto del delantero. Tampoco consideró penalti una posible mano de Marvin y sentenció que el remate de Kike no había entrado al completo. En la quinta jugada polémica no pudo entrar: Sergi Cardona, que tenía amarilla, cogió el balón con la mano para evitar que saliera. Se quedó solo en falta.

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