Alavés 0-1 Getafe

El Alavés profundiza en su herida

Y el Getafe aprovechó un ingenuo penalti de Abqar para tomar ventaja. Cuatro minutos después, antes del descanso, Melero López se había puesto las gafas de sol en el VAR para no avisar a Díaz de Mera del clamoroso y hasta peligroso empujón de Rico a Toni Martínez en el área visitante. A consecuencia de él el delantero alavesista se estampó contra el portero con riesgo evidente de lesión. Ni por esas. Tampoco habrá nevera. Que ya se sabe que el congelador arbitral se ha inventado para usos de mayor trascendencia.

Era uno de esos partidos que se necesitan ganar y, sobre todo, no se pueden perder. También un duelo con las cosas claras. Si quieres superar al Getafe de Bordalás más te vale comenzar por delante en el marcador. Y si no lo consigues, cierra tu portería con candado. Con ninguna de las obligaciones cumplió el Alavés, que suma once partidos sin dejar la meta a cero. Por h o por b, por lo que sea, siempre aparece el resquicio por el que se cuela el rival. Esta vez en un brazo que Abqar sacó a pasear en el área de forma imprudente. Penalti y gol. Apenas había aparecido el rival por el área albiazul, salvo en una buena intervención de Sivera ante Alderete, ni lo haría después excepto en unos minutos finales con el conjunto vitoriano ya volcado.

Además del retorno de Sivera, Coudet experimentó esta vez con dos delanteros. Toni Martínez junto a Kike García, para dejar fuera del once a Guridi. La idea de ambos equipos, evitar errores. Esa fórmula que limita al máximo los riesgos y acaba por generar un bombardeo de balones largos y segundas jugadas. Una vez más, al Alavés le costó generar juego ofensivo. Es ya un clásico que Carlos Vicente resulta el único argumento convincente cerca del área rival. Soria le sacó primero un duro remate y el larguero impidió después el tanto del aragonés. Hace tiempo que, al margen de Kike García, el extremo diestro, al igual que Tenaglia y Blanco resultan de lo poco imaginativo o incisivo de este Alavés.

Los bostezos habían acabado con el sí penalti del Getafe y no penalti del Alavés antes del paso por los vestuarios. Hasta entonces mucha acción aérea, disputas constantes y fútbol con cuentagotas. La necesidad espoleó después a los albiazules, que tocaron la corneta tras el descanso. Intensidad a chorros, llegadas peligrosas y ni suerte ni acierto. A Tenaglia, tras el envío de Carlos Martín, se le escapó un gol hecho. A Manu Sánchez le tapó un defensa una volea con dirección a la red, a Kike García se le escapó un control que le dejaba ante el portero. Guridi y el debutante Cabanes, discreto, habían aumentado las revoluciones.

Pero nadie como el Getafe para que los acelerones se conviertan pronto en frenazos. De todos los tipos. No iba a sorprender a nadie que Bordalás repitiera las fórmulas que ayudaron a que el Alavés regresara a Primera en 2016. Alderete metió en el campo un balón que estaba fuera para tratar de parar el juego, Nyom (¡cuando calentaba en la banda¡) recibió una tarjeta por obstaculizar una saque de banda de Manu Sánchez, las 'lesiones' visitantes se reproducían por esporas… Cualquier cosa para ralentizar el ritmo de un cuadro vitoriano que mereció bastante más en una buena segunda mitad.

Tocaba ya arriesgar de todos los modos posibles y Coudet recurrió a Villalibre para convertir al Alavés en un ataque total. Con Carlos Vicente en el lateral diestro, Tenaglia de central, y Diarra y Toni Martínez en la banda izquierda para dejar el centro del área al 'Búfalo' y Kike García. Aún hubo partido en los instantes finales. Cerca el Getafe de sentenciar en alguna contra y el Alavés de empatar a la desesperada. En un remate de Blanco y otro final de Toni Martínez.

Otra vez nada de nada y esa sensación de nueva oportunidad que se escapa. Demasiadas, sobre todo en Mendizorroza, bastión de la permanencia el pasado ejercicio y agujero negro durante demasiados meses en la presente campaña. De largo pasó la opción de salir de los puestos de descenso por la vía rápida. A cambio, otro paso hacia el precipicio. El sudor frío invade el día a día del alavesismo.