Alavés-Levante
Carlos Vicente, el incombustible de siempreLos albiazules volcaron gran parte del juego a la banda del aragonés, que se mostró desequilibrante y desgastó el césped con continuos desmarques
Nueva temporada, mismo guion:Carlos Vicente es un jugador incombustible. Un pulmón que nunca se agota, un cuchillo que afila los ataques albiazules y un ... dolor de muelas para los rivales. Ayer le tocó 'bailar' con Manu Sánchez, quien seguro ahora le borrará de la lista de amigos por lo que le tocó sufrir. El entrenador del Levante, Julián Calero, optó a la desesperada por el marcaje personal para tratar de frenarle. Tampoco lo consiguió. El aragonés abordó continuamente a los granotas, como ese vikingo insaciable.
La carta de presentación del Alavés fue la de un equipo vertical ante un rival que salió a morder. Y Coudet sabía que en ese contexto Vicente se encuentra en su jardín. El equipo trazó continuamente los ataques por su banda con transiciones rápidas que levantó al público que apenas tuvo tiempo de acomodarse al asiento después de tanto tiempo. Al espacio o en distancias cortas, el extremo buscó, y en muchas ocasiones lo logró, desmontar la defensa levantinista en los primeros compases del encuentro en la que se vio ese protagonismo que demanda el Chacho.
La manera de pararle fueron las faltas. El 'modus operandi' se repitió en tantas ocasiones que la parroquia albiazul e incluso el Chacho reclamaron insistentemente la tarjeta amarilla. Vicente seguro que terminó hasta con algún agujero en las botas de tanto golpe. Y tanto va el cántaro a la fuente, que Manu Sánchez fue amonestado, lo que allanó aún más este camino para seguir percutiendo por una banda que terminó desgastada de tanto trote.
En el debut liguero se volvió a ver ese Alavés asimétrico con Aleñá ocupando posiciones más centradas para reforzar la generación de juego. Fruto de esa movilidad –Aleñá buscó filtrar un pase a Toni Martínez en la medialuna– se produjo el córner del que nació el gol de la victoria de manos del murciano, que volvió a ver puerta doce partidos después (Las Palmas, 14 de marzo).
Ovación del público
Con el marcador a favor, Vicente abrió las velas y navegó con viento de cola. Tiró continuos demarques, aprovechando que el Levante se volcó más en ataque en busca de la igualada. Tan alta tiraron la línea que las carreras del aragonés partían desde la línea divisoria. En el minuto 51, con el motor aún buscando entrar en temperatura, firmó una galopada hasta el área, aunque el esfuerzo le pasó factura a la hora de aclarar el ataque.
El aragonés vivió el partido pegado a la línea de cal, en continuo contacto con los asistentes del colegiado Miguel Sesma. Ese hábitat en el que se encuentra cómodo y desde el que inicia sus embestidas hasta la línea de fondo para generar peligro. A vista de pájaro, su posición obliga al lateral rival a despegarse de los centrales, generando un hueco en la defensa. Una situación que aprovechó Toni Martínez para desmarcarse o descargar el juego con Guridi, que abarcó el largo y ancho del ataque.
Y ahí, en la banda, terminó también la participación de Vicente cuando Coudet le sustituyó por Calebe en el minuto 86. En su camino al banquillo, la afición se puso en pie para despedirle por el derroche.
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