Alavés 1-1 Betis

La vida sin filo del Alavés

El Alavés vivió dos instantes de bastante lucidez y llegada en el choque frente al Betis. En lo que ya es una tradición, una salida fulgurante al césped. También en diez minutos finales de la primera mitad después del empate. Pero en el primer cuarto de hora a Kike García se le escapó alto un disparo cercano tras un rechace de Bravo y antes del paso por vestuarios tampoco desniveló la balanza el cuadro de Luis García Plaza cuando pudo hacerlo. Eso sí, a toque de corneta, como si la única opción pasara por atropellar contrarios. La escasa claridad este domingo fue cosa de Guevara, un futbolista de otro nivel en esta plantilla, un generador de juego ofensivo. También fue el día de un Javi López que acabó acalambrado en su mejor partido con la camiseta albiazul. Era ya una cuestión obligada que el canario ofreciera un duelo de este nivel. Toda su proyección había quedado diluida. O como este domingo da pasos adelante o desandará un camino que el fútbol parecía prometerle desde edad cadete.

El duelo había arrancado con cuatro variaciones en el equipo albiazul respecto al choque ante Osasuna. Gorosabel, Abqar, Javi López y Guridi entraron por Tenaglia, Rafa Marín, Duarte y Blanco. Es decir, una reconstrucción prácticamente completa de la zaga y el regreso de Guridi al mediocentro por el sancionado Blanco. Frente a un Betis donde Pellegrini introdujo hasta siete modificaciones sobre el equipo que disputó la Europa League el pasado jueves y solo repitieron Pezella, Roca, Diao e Isco. Rotaciones en una plantilla verdiblanca profunda, aunque un once muy similar al de los anteriores encuentros ligueros. Un adversario con 'suplentes' como Guardado, Abde o Willliam José, que acabó expulsado en los minutos de descuento.

El Betis, que en algunas fases consiguió dormir el partido a través del balón, giró sobre Isco y Rodri, que se buscaban para hacer daño entre líneas aunque pocas veces llegaron a profundizar. El segundo de ellos había avisado con un disparo al palo en la primera parte. Luego llegaría el tanto de Ayoze. Poste y gol sin prácticamente haber generado ocasiones. Demasiado castigo para un Alavés que funcionaba de forma cohesionada, presionaba, robaba en ocasiones cerca de la meta contraria y se desinflaba después. Más calidad que eficacia para Sola, algo similar a lo que sucede con Hagi. En positivo no conviene olvidar otro partido inmaculado de Sedlar. Uno de esos centrales inteligentes, neuronalmente veloces. Si siempre estás donde debes todo es más fácil. Aunque sea menos vistoso.

Al Alavés se le escapó el segundo tanto antes del descanso y después ya resultó un ejercicio de constancia y poco más. Casi todo lo bueno que producía el cuadro vitoriano era demasiado lejos del área. Entraron Alkain y Benavídez primero, más tarde Samu -al que le toca bregar cuando sus compañeros ya van justos de gasolina- y finalmente Duarte y Abde. Madera y más madera para tratar de mantener el ritmo y aprovechar alguna acción aislada. Bravo y sus despejes cortos apuntaban incluso a un posible accidente en cualquier momento.

Una mano floja del chileno tras el remate de Kike García había supuesto antes el tanto en propia puerta de Bellerín. Esta vez con un VAR que dio validez al tanto tras cuatro minutos largos de revisión. Pizarro Gómez debió de tirar las líneas paralelas, los paralelos al Ecuador quiero decir, y también los meridianos de Polo Norte a Polo Sur. En fin, al menos esta vez no se agrandó la herida arbitral de semanas anteriores.

Así que todo quedó en un punto antes del parón liguero y, como explicó el entrenador, la necesidad de saber vivir con el agobio clasificatorio. Con dos salidas a Villarreal y el Metropolitano en el futuro cercano, antes de que el Almería visite Mendizorroza ya en noviembre. Debe crecer el conjunto albiazul en contundencia ofensiva, aunque al menos este domingo llegó un tanto, extraño pero tanto, en una acción a balón parado. Que sea para creer en un equipo que siempre se entrega al límite.