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david gonzález
Domingo, 14 de diciembre 2014, 01:52
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Un hurto cualquiera, de los que hay a puñados, puede salirle al autor por un ojo de la cara. En compañía de una cómplice, este hombre, de 29 años, se apoderó de nueve latas de mejillones de la estantería de un supermercado de Lakua Arriaga. Cogió el botín, valorado en 35,91 euros, y lo escondió en el interior del plumífero de su secuaz. Al llegar a la zona de cajas, una dependiente les pilló y les conminó a devolver lo sustraído. A partir de ese punto, esta historia se descontroló.
Ambos no sólo hicieron caso omiso, sino que, al tratar la empleada de impedir su huida, la cómplice le pegó una bofetada. Comenzaron a discutir. Nuestro protagonista está acusado de agarrarle del pelo y tirarla suelo. Es decir, del hurto pasaron en ese momento a cometer presuntamente un delito de robo con violencia y otro de lesiones. Dicho de otra manera, de una simple multa económica en el Código Penal a una petición de ingreso en prisión en toda regla.
El viernes se revisó este caso, ocurrido en abril de 2013. La Fiscalía, a tenor de los informes presentados por la Ertzaintza, solicitó sendas penas de tres años y nueve meses para cada uno de los procesados. La vista se convirtió en un auténtico ejercicio de ingenieria jurídica. Porque ambas partes intentaron apurar hasta el último momento un acuerdo, dado que de salir culpables hubieran entrado en prisión al tratarse de penas superiores a los dos años.
Por videoconferencia
Empezó entonces una hora larga de deliberaciones y de continuos problemas técnicos. No en vano, los acusados se encontraban en Sabadell y en Palma de Mallorca y declaraban por videoconferencia. Al final, la encausada -sin antecedentes penales- aceptó la propuesta del ministerio público. Una condena de seis meses unido al pago de una sanción económica.
El hombre, con al menos un antecedente por hurto en el año 2012, rechazó cualquier trato. Así que hubo juicio. En su declaración, la agredida indicó que los ladrones abandonaron las latas en el mostrador cuando les llamaron la atención y antes de montarse todo el guirigay. Otro trabajador dio a entender que el presunto ladrón trató de mediar cuando la discusión subió de tono.
Ante estas novedades, la Fiscalía redujo su petición hasta un año de cárcel. El Juzgado de lo Penal número 2, que es quien dirige esta causa, decidirá su veredicto en unas dos semanas.
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