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ecinas de San Martín de Trevejo charlan en una calle del municipio rotulada tanto en castellano como en A Fala.

El territorio de A fala

En las casas, calles y bares de tres pueblos de Cáceres no se habla castellano si no hay forasteros de por medio. Eljas, San Martín de Trevejo y Valverde del Fresno son el 'país' de una vieja lengua que resiste en Extremadura y admiran en Galicia

ANTONIO ARMERO

Lunes, 30 de junio 2014, 00:59

En el bar 'D'Angil', al lado del 'Os Arcus' y a un paseo del 'O bellu fornu', el camarero charla con tres clientes en una lengua que de primeras suena a gallego, y en los baños de hombres, entre desconchones típicos, hay dos pintadas: 'Galiza ceive' (Galicia libre) dice una y 'Xálima ceive' la otra.

Nada nuevo bajo el sol si no fuera porque Galicia queda a 350 kilómetros y Xálima está en Extremadura. "¡Jose! Un zumo de naranya y un café con leiti", pide desde una mesa el hombre que acaba de entrar. El pueblo es lo suficientemente pequeño como para que todos sepan que es Máximo Gaspar, el alcalde. 76 años, verbo fluido y despacho austero. En una de las paredes, una foto: él posando junto a un grupo de gente con la bandera gallega a los pies. Y a su espalda, en la estantería, cerámica extremeña a un lado y al otro, un cartel con letras blancas en estilo celta: 'Muestra de Folclore Galego'.

"Ahí has topado con la Iglesia, compañero", dice José Manuel González, tras la barra del 'D'Angil'. "Somos extremeños, ni yo ni nadie aquí te dirá que se siente gallego". "Extremeños de pura cepa aunque nos encante hablar con los gallegos", añade Ignacio Bellanco, cliente. Y el alcalde, las manos sobre la madera buena de su ordenada mesa oficial, lo ratifica: "Nos va bien con los gallegos, pero somos extremeños cien por cien". Todo sucede en la plaza mayor de San Martín de Trevejo (883 vecinos), territorio de A Fala. A decir de cualquier lugareño, Sa Martín de Trevellu, "ondi se fala mañegu". A doce kilómetros está Valverde del Fresno (Valverdi do Fresnu, 2.426 habitantes), donde se expresan en 'valverdeiru'. Y a cinco, Eljas (As Ellas, 973 residentes), el pueblo del 'lagarteiru'. "A Fala, que yo prefiero llamar Xalimegu, es una lengua con tres hablas distintas, una en cada pueblo", resume Antonio Corredera, miembro de A Nosa Fala, la asociación nacida en esta esquina del mapa de Extremadura para darle un empujón a A Fala, una lengua con nueve siglos de historia que solo se emplea en el Valle de Xálima, en la frondosa sierra de Gata cacereña.

Si no hay un forastero de por medio, 'falan' los paisanos entre ellos con rotunda naturalidad, lo mismo críos que abuelos. Aunque no hay unanimidad entre los lingüistas, la tesis más aceptada es que procede del galaico-portugués y tiene influencias del astur-leonés. Tras la Reconquista, esta zona se repobló con gente de municipios orensanos, zamoranos y leoneses. Eso y la proximidad física, emocional y económica a Portugal los tiempos del estraperlo y el contrabando ayudó a configurar una lengua propia, ceñida a esos tres municipios y con ligeras variantes en cada uno de ellos.

Todo esto lo sabían algunos lingüistas, pero en los noventa, la existencia de 'A Fala' apenas era conocida más allá de 'os tres lugaris'. Hasta que Tomás Fernández, un camionero y maderero de Valverde del Fresno, apareció en 'Galicia sitio distinto', el programa de Antón Reixa en la TVG.

"Para ellos fue un descubrimiento encontrar un sitio en Extremadura en el que se hablaba el gallego del siglo XII", apunta Francisco José Antúnez, de la asociación A Nosa Fala, que está dando sus primeros pasos. Un mes después de su presentación en sociedad, tiene cuarenta socios pagan diez euros al año y el buzón de correo electrónico saturado. "No damos abasto para tanta petición", asegura Carlos Márquez, el presidente. Aunque entre los tres pueblos no llegan a 4.200 vecinos, él calcula que A Fala la hablan "unas doce mil personas, contando a los emigrantes, la mayoría en el norte de España y Francia". Valga como ejemplo el alcalde, Máximo Gaspar, que de chaval cruzaba la frontera en burro para llevar aceite y traerse café, tela o hilos y que ya crecido, se fue a trabajar de carpintero a Orleans (Francia). Trece años después volvió a San Martín, donde algunas calles empedradas suenan al agua fresca que las recorre y todas tienen dos nombres. "Es que teníamos placas con todos los generales franquistas, de Queipo de Llano a Millán Astray, además de la OJE, el Movimiento Nacional y el Frente de Juventudes", cuenta el alcalde que le dio la vuelta al callejero local. Instaló señales nuevas y en todas aparece primero el nombre en A Fala y luego en castellano. Pasa lo mismo en Valverde del Fresno. En Eljas han ido más allá, y la mayoría de las placas solo tienen el nombre en 'lagarteiru'.

En esto de las calles echó una mano Domingo Frades (77 años), reconocido por sus vecinos como la mayor eminencia extremeña en A Fala. Y por la Real Academia Galega, que le nombró académico de número. Suyo es 'Vamus a falal. Notas pa conocel y platical en nosa fala' (Editora Regional de Extremadura). "Es como una pequeña gramática de nuestra lengua, me la han fusilado varias veces", cuenta Frades, que se quita mérito como estudioso y se lo concede a la Junta de Extremadura, "que siempre se portó bien con nosotros". En el año 1999, el gobierno extremeño organizó el único congreso que se ha celebrado sobre A Fala, con lingüistas de España y Portugal, entre otros Alonso Zamora Vicente. Dos años más tarde, la declaró BIC (Bien de Interés Cultural). Y en 2006, Rodríguez Ibarra se las tuvo con la Xunta para defender la extremeñidad de A Fala.

"Más gallego que portugués"

Han pasado ocho años desde aquello. Ahora, el habla de esta isla lingüística extremeña ha saltado a las redes sociales. Tamara Flores (27 años, filóloga que habla cuatro idiomas) dice que la usa en Facebook y enseña su móvil con una conversación por WhatsApp escrita en mañegu. Y unas cuantas como esas tienen en sus teléfonos Sergio y Andrés, adolescentes valverdeños que hablan un castellano más propio de Valladolid que de Extremadura porque no lo aprendieron en casa sino en el colegio, donde se enseña un castellano académico, sin el acento extremeño. "En el recreo del instituto apunta Sergio hablamos A Fala, y aunque somos de pueblos diferentes y en cada uno se habla distinto, nos entendemos bien".

"El 'valverdeiru' está más castellanizado y más influenciado por el portugués, y en Eljas es donde conservan más palabras originales", dice Carlos Sánchez mientras limpia una de las mesas del bar Plaza Mayor, frente al Ayuntamiento de San Martín de Trevejo. El alcalde le ha oído y discrepa. "No es verdad eso", tercia Máximo Gaspar antes de pararse a mitad de la calle y señalar a su derecha. "Esa puerta de ahí señala es una bodega, y nosotros le decimos boiga, y al médico le llamamos meco, mientras que en Eljas dicen bodega y médico". "A Fala tiene mucho del gallego y muy poco del portugués, cuando hablamos con los gallegos no tenemos que cambiar ni una coma, mientras que con los portugueses nos cuesta entendernos", apunta el alcalde, orgulloso del nacimiento de A Nosa Fala. "Antes recuerda había otra asociación, Fala i Cultura, y antes aún otra gallega, se llamaba Galego No Exterior, en la que participábamos nosotros, pero Fraga nos quitó las subvenciones". El testigo de esos dos colectivos es el que ha recogido la nueva asociación, donde se trabaja con brío. La reunión del pasado lunes terminó cerca de las once de la noche, cuenta el presidente, que cada mañana lleva al colegio a su hija de trece años. "Adiós Taita", le dice la cría al despedirse. Lo cuenta Carlos Márquez y en la boca se le dibuja una mueca de emoción. "Es que si hay algo que distingue a A Fala dice no es su origen, sino lo que la queremos. La amamos. Es nuestro tesoro".

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