Las catedrales de los productos más frescos

Los mercados de abastos son lugares capaces de despertar nuestros cinco sentidos. El sonido de los carritos de la compra desfilando por los siempre húmedos pasillos de piedra se mezcla con las animadas charlas entre clientes y tenderos. Los brillantes puestos de fruta deslumbran frente a los ordenados mostradores de pescados y mariscos que parecen querer saltar y dejar atrás la capa de hielo sobre la que están expuestos. Olores a tierra y mar recorren las estrechas calles que forman estas auténticas catedrales de los productos frescos. Aromas que nos acercan a la historia, a los gustos y a descubrir a qué sabe una ciudad.

Los mercados de abastos son señas de identidad, trozos biográficos de los pueblos y ciudades que los vieron nacer, crecer y gobernar durante muchos años la vida comercial. Por ello, en su mayoría, se encuentran enclavados en los centros históricos y ocupan emblemáticos edificios.

Con el paso del tiempo han tenido que reinventarse y han reconvertido parte de su espacio en rincones para el ocio, con bares y restaurantes en los que poder disfrutar in situ de las delicias que almacenan, pero sin perder nunca su esencia de mercado tradicional. Muchos de ellos son visita obligada para el buen viajero. Nos adentramos en cinco de los mercados más conocidos y con más solera en España.

1. Las paisanas del Mercado de Santiago de Compostela

Las paisanas nos reciben a la entrada de la plaza compostelana. Aún pervive en este mercado gallego la figura de estas mulleres que cada día se acercan desde las aldeas próximas a vender sus mercancías. Sentadas en bancos de piedra y cubiertas con enormes delantales, se rodean de cestas de mimbre cargadas de grelos, quesos de tetilla recién hechos envueltos en trozos de sábana, pimientos de padrón, castañas... Los días de máxima afluencia se dan cita más de cien vendedoras.

Es el monumento más visitado de Santiago, después de la catedral y la plaza del Obradoiro, y domina la cuota de mercado de los productos frescos de la ciudad, en algunos sectores, como los de pescado y marisco, llega incluso al 60%.

Las pexerias reinan en este edificio de sillería dividido en cuatro largas y estrechas naves. Berberechos y mejillones de O Grove, almejas, zamburiñas, pulpo, percebes o pintarrojas llegan cada mañana de las lonjas de Muros, Noia, Riano o Ribera. La alabada carne gallega también tiene su espacio en la plaza. Y, por supuesto, las empanadas y las hogazas de pan, que se venden al peso.

Dentro del mercado hay tres bares donde hacer parada y tomar algo. Uno de ellos, el Churro-manía, cocina al momento los productos que los visitantes hayan comprado, para disfrutar allí mismo de toda su frescura.

Rua Ameás s/n. El mercado de Compostela abre de lunes a sábado, de 8.00 horas a 14.00 horas

2. Estallido de color en La Boquería (Barcelona)

En La Rambla, entre los puestos de flores, los artistas callejeros y el gran Teatro del Liceo se encuentra la colorista y espectacular Boquería. Este célebre mercado recibe cada día más de 25.000 visitantes, lo que le ha convertido en una de las grandes atracciones turísticas de la capital catalana, aunque ello no le ha hecho perder ni un ápice de su esencia de plaza de abastos de toda la vida.

La Boquería tiene sus orígenes al aire libre, en la Rambla, donde los comerciantes ambulantes vendían sus productos, hasta que en el año 1836 se inauguró el mercado como tal, en el solar donde se levantaba un antiguo convento arrasado por un incendio. Desde entonces ha crecido hasta transformarse en una gran plaza de 4.800 metros, abierta de lunes a sábado, de ocho de la mañana a ocho de la tarde.

Si por algo sobresale este mercado es por su especialización. Si no lo encuentras en la Boquería, no lo encuentras en ninguna parte, suelen decir los barceloneses. Entre los pescados destaca un puesto especializado en atún y salmón, y otro que vende exclusivamente peces de la lonja de la Barceloneta. Si seguimos desfilando por este laberinto de colores, donde los puestos de fruta están colocados con primor, descubrimos tenderetes curiosos, como uno que despacha todas las clases de huevos que puedan imaginarse -perfectamente colocados, un milagro que no se rompa ninguno-, otro donde encontraremos setas todo el año o el que dispensa cuarenta tipos diferentes de patata.

El también conocido como mercado de San Josep es un punto de encuentro para comer, cenar o tomar un aperitivo. La oferta de bares y restaurantes es muy amplia, pero vamos a citar dos de los más afamados. Uno, el Quim de la Boquería, en el corazón de la plaza, con gente que sube y baja de sus taburetes para disfrutar en la barra de los bocados más frescos del mercado. Entre sus especialidades, las alcachofas fritas, las setas con huevos o los chipirones. Y otro, El Kiosko Universal, otro de los clásicos, exhibe su grandiosa barra junto a una de las entradas y en ella ofrece las carnes, pescados y verduras de los puestos cercanos. No perderse: las habitas con huevos y jamón, las gambas de palamós o el rape.

La Rambla, 91. El mercado de La Boquería abre de lunes a sábado, de 8.00 a 20.30 horas

3. Los tiburones del Mercado Central de Cádiz

Este es un mercado donde hay tiburones. Sí, pequeños, pero los hay. Son los cazones, que junto a otras delicias del mar como gambas, camarones, calamares, cigalas o langostinos de Sanlúcar de Barrameda ocupan los puestos porticados de la nave central. Doradas, pargos, acedías, atún -el rey cuando está capturado con almadraba-  y los vistosos peces espada o emperadores, cuyas cabezas se exhiben en algunos mostradores, llegan cada mañana desde las lonjas de la bahía gaditana y hacen que la venta de pescado fresco sea el motor de esta plaza. Una plaza con arte, donde se puede sentir el bulllicio y  la simpatía del carácter de los gaditanos.

En el año 2009 fue sometida a una gran reforma que respetó íntegramente su perímetro. Su construcción data del año 1837, lo que convierte al mercado en uno de los más antiguos de España. Enclavado en el centro histórico de la ciudad, junto a la plaza de las flores y al emblemático edificio de Correos, también cobra relevancia durante el popular carnaval de Cádiz, ya que a su alrededor se celebra uno de los desfiles de coros más importantes.

El Rincón Gastronómico es el espacio de ocio donde tapear, comer o tomar una copa. Una veintena de puestos para catar el género más fresco y los platos más típicos: tortillas de camarones, chacinas de la sierra gaditana e incluso una cerveza made in Cádiz, la Maier. Justo enfrente del mercado hay una churrería y es costumbre acudir temprano, desayunar churros y luego hacer las compras.

Plaza Libertad s/n. El mercado de Cádiz abre de 9 a 14 y de 18 a 21 horas.

4. La huerta del Mercat de Valencia

¿Comprar los mejores productos de la huerta valenciana en una catedral? Es posible si visitamos el Mercat, un impactante edificio modernista que combina el metal, las cúpulas, el vidrio y las columnas, como si de un templo del comercio se tratase. De hecho, se le conoce como la catedral de los mercados.

Elevado en plena Ciutat Vella, es uno de los monumentos más atractivos y visitados, con una arquitectura que no rompe la estética de la plaza y se integra a la perfección con otras dos importantes construcciones: la Lonja de la Seda y la Iglesia de los Santos Juanes.

Sus 8.160 metros lo convierten en el mayor centro de Europa dedicado a la mercancía fresca. Casetas, palcos y bajos despachan la alimentación más variada, con una especial relevancia de la huerta valenciana. Algunas tiendas son auténticas boutiques de fruta y verdura y están regentadas por productores locales. En esta  despensa de Valencia también se ofrecen pescados del Mediterráneo, embutidos artesanos y  aceites.

La plaza tiene un único bar, regentado por el chef con estrella Michelín Ricard Camarena. En la barra cuadrada del Central Bar se puede desayunar, almorzar o merendar alguna de las delicias fresquísimas de su carta: boquerones a la romana,  buñuelos de bacalao o cigalas fritas con ajetes. Y no perder de vista sus originales bocadillos.

Plaza Ciudad de Brujas s/n. El Mercat abre de lunes a viernes, de 8.00 a 14.30 horas.

5. Saborear el Mercado de San Miguel (Madrid)

En el Madrid más castizo, junto a la Plaza Mayor y a cinco minutos de la Puerta del Sol, se encuentra este espacio mágico para saborear y comprar, o comprar y saborear. Así es el de San Miguel, un mercado en el que descubrir todos los productos de tierra y mar y poder degustarlos allí mismo.

Un edificio centenario, con una hermosa estructura de hierro, cristal y cerámica, acoge esta siempre iluminada plaza, convertida en uno de los principales centros de reunión gastronómica de madrileños y visitantes.

San Miguel está divida en isletas, con anchos pasillos en los que se agrupan las diferentes actividades. Fruterías en las que tomarse un zumo o unas verduras a la plancha, carnicerías donde alucinar con más de treinta variedades de hamburguesas mini, salazones con variados pintxos de bacalao o encurtidos con aceitunas aliñadas de mil maneras. La zona central es  diafána y está llena de mesas y sillas con el fin de poder disfrutar de la comida que se haya comprado.

Para tomarse algo es obligatoria la visita al kiosko del vino, que invita a una bodega diferente cada tres meses, o hacer parada en alguna de las cervecerías o barras que se multiplican por el mercado. Pero, sin duda, la joya de la corona es el puesto de ostras y champán, el primero de este tipo que se abrió en Madrid.

Cualquier hora del día es buena para dejarse caer por esta plaza, siempre llena de gente y buen ambiente. Desayunos a primera hora, tapeo y comida a mediodía, y cenas con copas por la noche. San Miguel nunca para.

Plaza de San Miguel s/n. El mercado de San Miguel abre lunes, martes, miércoles y domingo, de 10.00 a 24.00 horas y jueves, viernes y sábado, de 10.00 a 24.00 horas