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EFE

Traje clásico, corbata verde y arropado por dos fotos familiares

La escenografía elegida por Casa Real para la intervención de don Juan Carlos no fue nada estridente y se eligió acorde con su discurso

Julia Fernández

Lunes, 2 de junio 2014, 16:02

Sereno, con semblante relajado y la voz un poco temblorosa. Así comenzaba el Rey su discurso a la nación en el que explicaba sus motivos para abdicar en favor de su hijo, el Príncipe Felipe. El mensaje, grabado unas horas antes en su despacho de Zarzuela, se emitía pasadas las 13.00 horas, 150 minutos después de que Rajoy anunciara que dejaba el trono.

Tan importante era lo que decía como la forma en que lo decía y lo que le rodeaba. Para tal magno momento, el monarca eligió un traje de chaqueta oscuro con rayas en otras tonalidades de gris. Bajo él, llevaba una camisa en blanco roto, que ataba a sus puños con unos gemelos verdes y plata, un claro guiño de color a juego con su corbata, moteada en verde vivo y gris claro. Una imagen formal y moderna que iba en la misma línea que su discurso.

Lo más llamativo de toda la escenografía que rodeó la intervención fueron las fotos que se colocaron a su izquierda. La primera y más cercana a él era una imagen en la que se le podía ver junto a don Felipe y a la infanta Leonor, pasado, presente y futuro de la Corona. Se trata de una foto que forma parte de una serie que la Casa Real hizo pública en septiembre de 2012 con motivo de la renovación de su página web y con las que se pretendía dar imagen de continuidad de la Monarquía.

Con su padre muy presente

La otra instantánea tiene ya varios años. Se trata de una imagen en la que se ve a don Juan Carlos mirando al frente junto a su padre, que está de perfil. El conde de Barcelona es una figura importantísima en lo personal y en lo profesional para el monarca y así lo reconoció en su discurso: "Fiel al anhelo político de mi padre, de quien heredé el legado histórico de la monarquía española, he querido ser Rey de todos los españoles", enfatizó.

Por lo demás, nada novedoso. Para dar paso a los nuevos tiempos, el Rey se acomodó en su silla de cuero marrón tras la robusta mesa de despacho, en color caoba. Tras él, destacaba la mirada pétrea del infante don Felipe, futuro duque de Parma, obra del pintor Jean Ranc. Sobre la madera, lo habitual: el tradicional ejemplar de la Constitución, que data de 1981 y que está encuadernado en piel roja y oro, enseres de escritorios plateados, dos pisapapeles y el tapete de siempre, ya desgastado por el uso. Tampoco faltaron las banderas. A la derecha del monarca, pero en segundo plano, estaban colocadas la de España y la de la Unión Europea.

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