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Portada del libro.
'Lo que a nadie le importa', de Sergio del Molino

'Lo que a nadie le importa', de Sergio del Molino

Un soldado del ejército de Franco, la batalla del Ebro, una vida gris como dependiente de un gran almacén, la imposibilidad de recuperar el pasado. Sergio del Molino salda las cuentas de su familia aún pendientes

César Coca

Sábado, 11 de octubre 2014, 01:05

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Pocas novelas de la literatura española contemporánea tienen un comienzo tan sugerente como esta. Un arranque donde el abuelo del narrador, literalmente al borde de la muerte, dice a su esposa, con la que ha compartido décadas de convivencia rutinaria, sin sobresaltos, tan áspera y confiable como algunos paisajes: "Calla, que de ti no quiero ni que me cierres los ojos".

¿Qué hay tras esa frase? El muchacho que era entonces el narrador se puso a investigar en la vida de su abuelo y el resultado es esta novela dura en su contenido y brillante en cuanto al estilo, que mezcla géneros, tritura el tiempo y sorprende por la aparente naturalidad del resultado. Sergio del Molino, que ya había impresionado a los críticos con 'La hora violeta', describe aquí lo mismo la batalla del Ebro -entremezclando planos, uniendo el relato de aquel episodio atroz con su propia visita a los escenarios bélicos- que la oscura vida de su abuelo como dependiente en un gran almacén de Madrid. Allí transcurrió su vida: amable, sereno, leal a la empresa y siempre temeroso de que un día sorprendieran a alguno de sus familiares tratando de llevarse algo sin pagar.

En 'Lo que a nadie importa' hay además una pintura de Madrid, el de la interminable postguerra y el de ahora mismo. No hay tanta diferencia. En las páginas que describen la ciudad y sus ambientes se percibe un eco umbraliano que el autor reconoce sin dudar. Se escucha también en la capacidad para disparar frases como sentencias, en describir una escena con un solo adjetivo.

Sergio del Molino ha escrito una novela llena de las referencias culturales que lo han alimentado pero que puede leerse dejándolas a un lado. El personaje discreto y temeroso del hombre que al jubilarse se retira al pueblo del que nunca se sintió parte y se mimetiza con él tiene tanta fuerza que se entiende que el autor diga que, de no haber existido ese abuelo, quizá nunca se habría convertido en escritor.

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