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La Asociación de Jubilados, Pensionistas y Viudas de Álava Las Cuatro Torres nació en 1978 con el propósito de reivindicar los derechos de su colectivo, ignorado en demasiadas ocasiones por una sociedad que suele mirar a otras generaciones y prioridades. Aquel grupo ha ido creciendo hasta los 13.000 asociados actuales (con una proporción aproximada de 68% mujeres y 32% hombres) y un reconocimiento social fuera de toda duda. De la conversación con sus responsables se interpreta que aquellas necesidades fundacionales de mantener un papel activo, hasta influyente, permanecen. Cada vez que se les deja, las personas mayores proclaman 'aquí estamos'. No obstante, el correr del calendario ha situado en el orden de prioridades otras carencias, como la soledad no deseada. Así, las ofertas de viajes, cursos y un sinfín de actividades constituyen «la excusa perfecta» para combatir esa tendencia al aislamiento que carcome a nuestros mayores.
En ese empeño por atender a un colectivo tan amplio se tiene en cuenta la labor de EL CORREO como divulgador de eventos. Y el reportaje que reflejaba la unión de las asociaciones de jubilados de los tres territorios vascos el pasado 1 de octubre con un unánime «queremos envejecer haciendo» se recuerda aún entre los responsables del colectivo alavés.
Como pasa en tantas asociaciones similares, la directiva de Las Cuatro Torres se mueve por altruismo e interés, a la vez. Son voluntarios 'pagados' con la misma moneda que ofrecen a los asociados: ser útiles, estar activos. Así, esa docena de personas que 'mueve los hilos' del colectivo se ve reflejada, como ante un espejo, en las jubiladas –porque ellas son inmensa mayoría– que acuden a sus locales de la calle Prudencio María Verástegui a fisioterapia, risoterapia, cursos de cocina, manualidades y, por supuesto, campeonatos de julepe. «Bueno, yo creo que se nos conoce más por los viajes que organizamos», dicen a la par Carlos Matías y Txetxu Arellano, presidente y vicepresidente de la junta actual, en el cargo desde primavera del año pasado. Las Cuatro Torres organiza actividades de todo tipo, pero ambos están convencidos de que si hiciesen el doble, o si hubiese espacio para que cada taller duplicase el número de asistentes, se llenarían. «La gente es muy activa. Y se van haciendo amistades, se forman grupos, ese es el objetivo». De fondo, otra vez la solidaridad –o amistad– cuando alguien falta. «Si es algo uqe llega así como de sopetón, enseguida nos llamamos a ver qué pasa».
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Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Gonzalo Ruiz y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Fernando Morales y Sara I. Belled
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