Vitoria abarrota la despensa

Los amantes de lo natural, los golosos, los fieles a las tradiciones, los cocinillas, los 'gourmet'... El Mercado de Navidad abraza a todo tipo de clientes, incluso a quienes sólo van a curiosear, como demostró ayer con una abarrotada plaza de España -y alrededores porque los bares de la zona hicieron su particular agosto en pleno diciembre- desde primera hora de la mañana. La cita bendecida en esta ocasión por la meteorología reunió a miles de vitorianos dispuestos a llenar sus despensas, sobre todo, de cara a las próximas fiestas con un surtido de productos que, como todos los años, abarcó desde hortalizas y verduras a quesos, embutidos, diversas conservas o dulces repartidos en 138 puestos. «Siempre encuentras lo mismo, pero hay que venir», resumía Adolfo, un jubilado cargado con un par de bolsas, como filosofía de la jornada. Entre esos 'clásicos' no faltaron las aves de corral, uno de los principales atractivos de la feria vitoriana a las que sólo sus jaulas y unas cuantas vallas les salvaron de una avalancha de 'selfies'.

Iñaki Rodríguez era uno de esos vecinos de la capital alavesa que habían decidido darse un paseo por el Mercado de Navidad -que suma ya 61 ediciones- para apreciar de cerca las plumas de faisanes dorados, gallos milflores y gallinas pintadas, entre otros ejemplares de escaparate. «Esto es súper bonito pero veo pocos animales. ¡Mira ese qué chulo!», comentaba, acompañado de su novia, con el dedo dirigido al rey del corral. Entre las aves que atrajeron todas las miradas, y que se convirtieron en parada obligatoria para quienes habían llegado con niños, se hallaban varios conejos y hasta un huevo de emu con su característico verde oscuro que dejó a más de uno con la boca abierta. La feria, sin embargo, se desarrolló con pocas sorpresas para sus incondicionales. La mayoría de las personas que se acercaron a la plaza y a la cercana calle Lehendakari Agirre, donde se colocaron los vendedores de artesanía (cestería, joyería, cerámica, botas de vino, lana...), iban con las ideas de compra claras. «La gente sabe lo que se va a encontrar y lo que quiere», explicaba Olga Alcalde al frente de uno de los concurridos 'stands' de verduras y frutas.

El cardo, plato típico en la mesa navideña, era «la estrella» en esta pequeña huerta abierta a los pies de la Casa Consistorial donde uno podía cargar con manzanas, peras, acelgas, lombarda... «Mis padres estuvieron viniendo cuarenta años a este mercado y yo llevo ya diez», calculaba esta productora procedente de Mendavia que pisa Vitoria dos veces a la semana para vender junto a Abastos. La feria que se celebra el jueves anterior a cada Nochebuena en la ciudad, eso sí, tiene otro ambiente: «Se da bien, la gente compra con alegría». Así parecía en vista de las múltiples bolsas que portaba la clientela que, en algunos casos, se animó a adentrarse en la plaza de España con sus carros, lo que molestó a más de un visitante por resultar «un incordio entre tanto gentío».

En la multitudinaria respuesta que recibió el Mercado de Navidad para satisfacción de los 113 vendedores que ocuparon sus puestos desde las nueve de la mañana tuvo mucho que ver el tiempo, con sol y cerca de 13 grados pasado el mediodía. Cuando María Jesús Cacho y su marido salieron de Tafalla a las seis de la madrugada con el maletero lleno de turrones, chocolates y frutos secos garrapiñados -con la almendra como «indiscutible reina»- no se imaginaban que el día iba a salir redondo, al menos, en lo meteorológico. «Para hacer caja tiene que haber mucho picoteo», matizaba ella desde el 'stand' de Dulces Virgen de Ujué sobre el resultado de la jornada en cifras. La experiencia le dice que Vitoria se trata de una plaza «muy buena porque son vísperas de comidas en familia» y porque aporta «muchos clientes navarros» afincados en la ciudad que no se pierden su visita.

Cada productor aprovechaba un 'gancho' diferente para hacerse con la atención de un puñado de las miles de personas que atestaban los pasillos abiertos entre los expositores. Del puesto de Urigoitiko Txorizoak colgaban, por ejemplo, las dos txapelas que acreditaban a estos vecinos de Orozko como campeones de Euskadi en 2016 y 2017. «Hemos ganado dos de las tres veces que nos hemos presentado», advertía Jabi Barrondo mientras ofrecía chorizo a los paseantes. Entre ellos había grupos de jóvenes, familias con miembros de todas las edades y, sobre todo, mucha gente de edad avanzada, que «es la que tiene tiempo libre». Sus embutidos se degustarán hoy en Bilbao y el domingo buscarán compradores en Llodio pero si hay algo que no cambia en las ferias que recorren es la forma de pago. «Muy pocos pagan con tarjeta y con el móvil prácticamente nadie, lo que se lleva aquí es el 'cash' y estos días, además, con la paga extra», describía confiado en rascar algún pellizco de esos aguinaldos.

María Jesús Uriarte prefería no hablar del dinero que se había dejado en el Mercado de Navidad pero reconocía que había llegado para «llenar la despensa». «Estoy vaciando la cartera», zanjaba sin quitar ojo a un puesto de quesos, uno de los productos que más se repetían en una feria salpicada de artículos ecológicos y «sin productos químicos». «Pues como se ha hecho el pan de toda la vida», respondía una mujer al cruzarse con el letrero junto a unas hogazas. Más de uno se fue con el pan bajo el brazo para casa aunque otros, como Jon y Susana, estudiantes de Farmacia, prefirieron tomar el aperitivo en la misma plaza. «Ya nos hemos comido el talo, a cinco euros, pero un día como hoy merece la pena».