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Vitoria vive un puente bajo control y las calles vacías
Los controles policiales en sus calles y carreteras para evitar que se incumpla el confinamiento marcan una jornada festiva en la que se guardan las distancias hasta en la cola del pan
Cualquier otro 19 de marzo, jueves y festivo, Tráfico habría desplegado a sus efectivos para controlar la salida de las ciudades. Como en cualquier inicio de puente, las carreteras habrían registrado retenciones y las calles serían un ir y venir constante de residentes y turistas. Este 19 de marzo también es el inicio de un puente para quienes la crisis del coronavirus aún les permite seguir trabajando. Pero nadie debe irse a ningún sitio. Es un puente extraño. Es cierto que siempre hay alguien que no hace caso a las normas y coge el coche para marcharse, pero aquí son los menos. En la calle y en las carreteras puede comprobarse que los alaveses han interiorizado las medidas de seguridad y autoprotección.
La Erztaintza y la Policía Local, lógicamente, ha establecido controles en los accesos de entrada y salida de Vitoria. Los camiones pasan sin mayores problemas, también las furgonetas de servicios varios. Son los conductores particulares los que pasan el control más riguroso, sobre todo si van acompañados. Un vistazo a la A-1 permite comprobar que el tráfico, escaso, es de camiones.
Por la ciudad se ha visto a lo largo de la mañana de este jueves cierto movimiento pasadas las primeras horas. Porque al principio, las calles estaban desiertas. Después, aprovechando el sol, los vitorianos han salido a comprar. Hoy, el pan y el periódico, fundamentalmente. Y ahí la mayoría ha dado un ejemplo de civismo. Las filas en las que uno se coloca a un par de metros (o más) de distancia de otro se repetían en las puertas de las panaderías. Parece que llevaran haciéndolo toda la vida cuando hasta hace nada casi no dejábamos salir a un cliente y ya estábamos entrando en el local. Una prueba de la organización la han dado los vecinos de Zabalgana. ¡Qué coordinación!
Y como además hoy es el día del padre, hay quién ha pensado que la mejor forma de felicitar al aita era en el balcón. Aunque estos también les han servido para airearse, comunicarse con los vecinos y ejercitar la imaginación con vistosas decoraciones.
En definitiva, un inicio de puente anómalo.