Pablo Laso | Entrenador de baloncesto y Medalla de Álava
«Vitoria se ha transformado y todos los cambios son difíciles»«Orgulloso» tras recibir el mayor galardón de la provincia, asegura que «los vitorianos ponemos verde a todo»
Temas familiares y asuntos varios acercan a Pablo Laso Biurrun (Vitoria, 1967) a su ciudad natal cada poco tiempo. Es una persona 'conectada' con lo ... que pasa en La Llanada. Y disfruta además de esa mirada profunda de quienes conocen otras realidades. Una perspectiva privilegiada de quien ya es mucho más que 'Pablito', aquel chaval que el núcleo duro de la afición al baloncesto alavesa aún recuerda en el 'Sanvi' o en el Estadio. Posiblemente, nunca deje de ser el adolescente que soñaba con una canasta –lo sigue haciendo– pero ahora habla con «el orgullo y la responsabilidad» de quien ostenta una Medalla de Álava, la mayor condecoración de la provincia a sus hijos ilustres. «Esto tiene mucho valor para mí».
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– ¿Qué pensó cuando le dijeron que le iban a conceder la Medalla de Álava?
– Lo primero, mucho orgullo, la verdad. Es así. Que se acuerden de ti en tu casa y a ese nivel significa que hay mucha gente que te sigue, que valora lo que has hecho en el tiempo. Es una gran alegría y responsabilidad. Un poco de todo. Pero, sobre todo, lo que más te diría es la palabra orgullo. Tiene un valor muy importante para mí.
– Es recíproco. Cuando se le ve en la tele cualquier vitoriano tampoco puede evitar sentir un poquito de orgullo.
–Es típico nuestro. Muchas veces aquí dentro, en casa, nos tiramos los trastos a la cabeza y, en cambio, cuando vamos fuera y hablan de alguien de aquí, decimos, 'oye a ese le conozco yo, es muy bueno...'. Tendríamos que valorar más a la gente de casa en casa. En todos los ámbitos de la vida los alaveses tenemos grandes profesionales, es un activo y es para estar orgullosos de nuestra tierra y de nuestra ciudad.
– Antes mencionaba que siente responsabilidad por la medalla.
– Sí, que te den un premio es una responsabilidad, pero eso pasa en todos los ámbitos de la vida. Intentas conducirte con ética, independientemente de las cosas que hagas, de tu profesión... Eso de 'yo hago lo que me da la gana', es muy difícil, no le pasa a nadie. Todo el mundo tiene una responsabilidad y debe aceptar las situaciones que le vienen. Este premio es muy importante para mí y es por lo que soy, con mis virtudes y defectos. Me gustaría que todo el mundo piense que Pablo es muy alto y tiene un pelo cojonudo. Pero ni tengo un pelo cojonudo, ni soy tan alto. Soy esa persona que empezó jugando en Vitoria, que he hecho una carrera en el baloncesto y que llegue un reconocimiento así... Ese sí que es un motivo de orgullo.
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«Cuando vengo, aparco en un parking y voy andando. No se puede ir en coche»
– Comentaba que viene a Vitoria con cierta frecuencia. ¿Qué le dicen los jugadores o la gente que le acompaña?
– Siempre que hemos venido a jugar a Vitoria los últimos años con el Real Madrid la gente que viene conmigo habla bien de la ciudad. No es porque yo se lo diga, sale de ellos. 'Que si tenemos que ir a dar un paseo para ver lo bonita que es, que si se come muy bien...'. La gente nos ve desde fuera así; una ciudad cómoda para vivir, bonita, verde... Yo eso lo suscribo y me he sentido también muy orgulloso. Sabiendo, claro, que todas las ciudades tienen sus problemas. Como... no sé, me parece un follón entrar a Vitoria con el lío del tranvía, el BEI... Antes venía y aparcaba sin más. Y ahora todo ha cambiado. Son cosas que hay que aceptar y probablemente los que vivís aquí sois los que tenéis que decir qué es un acierto y qué no.
– Digamos que usted sólo se enfada por el tráfico de manera esporádica y somos nosotros, los permanentemente enfadados, los que tenemos que opinar, ¿no?
– Sí, jaja, los que os enfadáis todos los días. Pero eso pasa en todos los sitios. Los vecinos tenéis más nivel de crítica. Imagino que son cambios que a la larga están pensados para el bien de la ciudad, independientemente de que os gusten o no.
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– Pues del BEI ni hablamos.
– Es cierto que lo ha cambiado todo. Me llevo alguna bronca de mi mujer cuando me meto por donde no debo. Yo más o menos entro e intento ir donde quiero. Pero las ciudades cambian y necesitan esa transformación.
– ¿Cuánto ha cambiado la ciudad?
– Muchísimo. Y el territorio. La ciudad era pequeña 'entre comillas'. Me fui con 27-28 años, han pasado 30, aunque siempre he estado en contacto y he visto los cambios poco a poco. Pero si yo no hubiese venido en todo este tiempo diría 'coño si antes iba a todos los sitios en coche...' Y ahora lo primero que hago es aparcar en un parking e ir andando o, como mucho, en bici. No se puede ir en coche.
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«Esta es una ciudad cómoda para vivir, bonita, verde... Eso también me produce mucho orgullo»
– Vitoria pretende o ha cogido el tren ecologista, también quiere ser moderna, mirar a su identidad industrial... ¿Le dice algo todo esto?
– Que todos los procesos de transformación son difíciles. Te lo llevo a mi medio, al deporte. Cuando llegas a un equipo nuevo, tienes que cambiar cosas. Y eso no es fácil. Hay gente que incluso se rebela. Pero eso es normal. En esos procesos de transformación tú solamente vas a ver lo que te afecta y probablemente sólo lo malo. Pero igual resulta que también hay cosas positivas. La gente tendemos a pensar en lo que nos fastidia de manera inmediata. Hay que pensar en lo bueno que tiene a largo plazo. Llevado a Vitoria, la ciudad claro que cambia y yo diría que es una evolución normal y positiva. Estoy de acuerdo en lo que has dicho.
– Pero somos cuatro gatos y no nos ponemos de acuerdo.
– Sí, lo hemos comentado antes. Vienes aquí y parece que todo está mal. Los vitorianos ponemos verde a todo. Incluso en la restauración. Vas fuera con alguno de aquí y dice que en Vitoria no hay un restaurante con estrella y son los demás los que dicen, 'bueno, bueno, que se come fenomenal en Vitoria, ¿eh?'.No sé si es algo general pero la sensación de la gente que vive todos los días es más crítica que para el que viene de fuera. Deberíamos ser más de lo nuestro cuando estamos dentro. No sólo cuando vamos fuera. Darle el valor aquí.
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– Cambio de tercio. Esta temporada no ha entrenado. Ha ganado en tranquilidad.
– Sí, no sé si la palabra es sabático porque no he desconectado del baloncesto. Pero es cierto que en toda mi vida no he pasado un periodo así. Desde que tengo 16 años he estado jugando, entrenando o viajando. Este año me ha servido para resetear un poco, quitarme de una vorágine, no sólo de partidos, sino de viajes, preparación, entrenamientos... todo seguido. Un carrusel en el que entras y casi no puedes salir. Ahora veo partidos, otras ligas, jugadores... Y los veo con mucha curiosidad. Cuando estaba entrenando no los veía con curiosidad, sino como trabajo, analizándolos. Ahora tengo la tranquilidad para verlos así. Mira, este fin de semana –días 1 y 2– te diría que he visto entre 5 y 6 partidos. Enteros no me los he tragado, he visto partes, O jugadores concretos. La sensación que tengo es de poder elegir, disfrutarlos. Con eso sigo ligado a lo que es mi vida. Echo de menos entrenar pero debo valorar esta tranquilidad.
«Hay mucha gente que trabaja bien toda su vida y no tiene un reconocimiento como el mío»
– Está plenamente recuperado de su afección cardiaca. ¿Todo olvidado?
– Sí, esto es muy sencillo. Me levanté por la noche, tenía una sensación como de opresión en el pecho. Me fui al baño, volví a la cama y me dormí. A la mañana siguiente fue cuando llamé al médico y me hicieron pruebas. El 'electro' no revelaba nada pero en el análisis de sangre salió que había sufrido un episodio cardiaco. Cuando yo pensaba que el cardiólogo me iba a decir que tenía que cambiar de vida y tal, y me dijo, 'mire señor Laso, está usted mejor que hace cinco días. Se va para casa ya'. ¿Y de entrenar? 'Usted haga lo que quiera, está perfectamente'. Una parte importante de todo esto es la psicológica. Cuando un jugador se lesiona algo serio, como una rodilla, la duda no es cómo va a quedar la rodilla, sino la recuperación mental. ¿Va a tener la confianza para atreverse a hacer lo mismo que antes? Esto pasa en todas las enfermedades y en todas las lesiones. Pero en eso siempre he sido muy positivo.
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– Bueno, es que en televisión que se les ve airados, rojos...
– Ahí no te va a dar ningún infarto. Siempre digo que cuando estoy más tranquilo es en los partidos. Si fuera por la misma regla de tres, Zeljko Obradovic habría explotado ya, jajaja. Los entrenadores vivimos con eso.
– ¿Esa adrenalina es adictiva?
– En mi caso, la gente que me ha visto jugar desde San Viator sabe que el baloncesto ha sido mi vida. Es mi vida. Con once o doce años mi máxima era a ver si podía llegar a ser profesional en el Baskonia. Luego vas pasando etapas como jugador, como entrenador y al final me encuentro aquí, con 55 'palos' y con la cabeza metida en el baloncesto. Hay algo curioso. Cuando era jugador, un entrenador me dijo 'cuando entrenes...' ¡y a mí entonces ni se me había pasado por la cabeza entrenar! Es mi pasión, no sólo mi vida. Tengo la suerte de que he podido hacer de esa pasión mi profesión. Y que te reconozcan en tu ciudad por eso es magnífico. Hay mucha gente que trabaja bien toda su vida y no tiene ese reconocimiento. Para mí es extraordinario.
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«Entre el Alavés y el Baskonia vamos a vivir un final intenso»
– Sigue al Baskonia, claro.
– La temporada del Baskonia está teniendo un mérito increíble, ha demostrado ser muy competitivo. Y el mérito aquí es de Joan (Peñarroya). El único momento, entre comillas, malo podría ser la situación de Henry y las lesiones de Hommes. Lo que está transmitiendo el grupo es que tiene un estilo, una idea de juego, y engancha a la gente. Los jugadores creen en él, están convencidos de que pueden ganar así y jugar bien. Cuando los rivales se enfrentan al Baskonia no pueden estar tranquilos. No saben lo que les va a venir.
– Pablo Laso también es futbolero. Y del Alavés. Vaya final de temporada nos espera.
– Un final muy abierto y muy intenso. El Baskonia aspira a todo. Lo cual son palabras mayores. Y en el Alavés es bastante sencillo. Estamos para subir.
–Y ahora que ha descansado, ¿qué va a hacer la próxima temporada?
– Lo normal es que entrene. Las opciones que me han salido este año, con todo el respeto del mundo... Me parecía mejor estar tranquilo y pensar en un proyecto nuevo.
– ¿Ha hablado con Josean Querejeta para entrenar al Baskonia o, ya si se pone, al Alavés?
– Nooo, jajaja. Con Josean tengo muchísima amistad, fuimos compañeros. Pero tiene la suerte de tener dos grandes entrenadores en los dos equipos.
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