Vitoria se rinde a Gorka
La escritora Elisa Rueda y el emblema de las fiestas reciben el reconocimiento de los Celedones de Oro en un acto tan emocionante como poético y solemne
Gorka Ortiz de Urbina protagonizó durante las fiestas de La Blanca su final más feliz para Celedón, un personaje que ha encarnado durante veintidós años. ... En este tiempo -y desde que anunció su jubilación del papel del aldeano más famoso de Zalduondo- al gran símbolo de la fiesta no le han faltado reconocimientos. Ayer, junto a la poeta, escritora, actriz, profesora y directora del festival Poetas en Mayo, Elisa Rueda, recibió el premio más vitoriano en el Teatro Principal, el Celedón de Oro.
«Uno cree que después de enfrentarse a cada 4 de agosto desde 2001 está preparado para todo. Sin embargo, no lo está. Aquí y ahora, entre autoridades, familiares y vecinos de mi ciudad no sólo me embarga la emoción, sino que me pueden los nervios», confesó Ortiz de Urbina en su fin de ciclo, en el que se comparó con una «rutilante» estrella de Hollywood. «Aunque mi Celedón de Oro vale más que un Óscar», aseguró risueño. En su discurso no faltaron agradecimientos. Los tuvo para todo el pueblo vitoriano: desde los policías locales que le acompañaron en sus primeras subidas y bajadas, pasando por sus blusas de Bereziak y sus familiares hasta los otros celedones, José Luis Isasi o Iñaki Landa, que también recibieron en 1970 y en 1994 este galardón.
Ortiz de Urbina -«nuestro Celedón», dijo la alcaldesa Maider Etxebarria-, acudió al escenario con su característico paraguas, que entregará al próximo que le encarne «sea mujer u hombre». «Esta locura es hoy nuestra perpetua seña de identidad», señaló orgulloso antes de cantar por última vez en público (y con él) la canción de Celedón.
Celedón acudió con el paraguas y la poeta con una maleta en la que traía sus agradecimientos
En el alegato de Rueda tampoco faltó gratitud. Traía tanta que la transportó en la maleta de cartón con la que su padre se mudó desde Jaén hasta Markina-Xemein (Bizkaia). Precisamente a ellos, de 94 y 88 años, fue a los primeros que nombró. Y despertó el aplauso. Luego, presentó, como no podía ser de otra manera, un poema confesional de su niñez. En esos versos se acordó de los consejos familiares de que estudiara y se preocupara por la cultura. «Es lo que quise transmitir con Poetas en Mayo. Jamás pensé que ese festival podría extender sus alas por Vitoria y Álava», relató la que es la octava mujer que recibe este premio en 60 años. «Es un reflejo de que cada vez somos más visibles y reconocidas», alegó la poeta. El jurado justificó su elección por ser «una mujer incisiva y con vocación divulgativa cultural».
La gala, en la que también se recordó al dantzari fallecido José Antonio Zabalza, estuvo aderezada por los sones de de las bandas municipales de música y txistularis que se fusionaron con la danza de Mulixka y las voces del coro sinfónico de Álava. Entre el repertorio, el primer himno del Alavés o 'Alkate Soñia', que sobrecogieron a un escenario abarrotado.
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