La 'capital del deporte' cambia de hábitos: más bici, en solitario y mejor al aire libre
La pandemia ha animado también a correr, andar... y ha dejado los gimnasios medio vacíos. La actividad fisica «jugaba un papel socializador que nos costará recuperar»
Vitoria ya no suda igual la camiseta. La aspirante a ciudad europea del deporte se mantiene en forma pero el coronavirus ha alterado sus hábitos ... a la hora de calzarse las zapatillas. Sus vecinos van menos al gimnasio –o se lo han montado en casa– y unos cuantos han renunciado también a sacar músculo en los centros cívicos para ejercitarse por su cuenta a pie de calle, parque o monte. En bici, a base de 'running', con paseos... y casi siempre en solitario. «La práctica individual se ha convertido en la estrategia para tener la dosis de ejercicio necesaria a pesar de las restricciones pero sólo puede ser la venda inicial», advierte Gorka Iturriaga, profesor de Actividad física y nutrición para la salud en la UPV/EHU. En el partido contra el virus, remata, el deporte «jugaba un papel socializador y de relación que nos costará recuperar».
El cambio comenzó con el confinamiento. Más de la mitad de la población alavesa (54%) practicaba antes del encierro alguna disciplina y un escaso 15%, según el informe 'Deporte y actividad física' del Gobierno vasco, no se había enfundado jamás unas mallas. Esos meses de parón dieron para estirar las piernas por el pasillo y también para comprobar «que se puede hacer ejercicio solo, mucha gente ni se lo planteaba hasta ese momento», reconoce Fernando Asenjo, director de Deportes en la Universidad de Deusto. Los carritos online se llenaron de colchonetas, cintas de correr, mancuernas, bandas elásticas... y los vídeos de entrenamiento personal multiplicaron sus espectadores. «El hacer ejercicio en casa se va a quedar con nosotros, igual que el uso de herramientas como tutoriales, plataformas... Muchos las han descubierto ahora», señala.
Gorka Urtaran | Alcalde de Vitoria
Maider Etxebarria | Teniente de alcalde
Jon Urresti | Fundación Vital
Juan Carlos Elizalde | Obispo de Vitoria
Yolanda Berasategui | Fundación San Prudencio
Josune García es una de esas vitorianas que ha trasladado el gimnasio a su salón. «Durante cinco años he ido a clases de pilates y los dos últimos las combinaba con GAP en el centro cívico de Ariznabarra. No me atrevo aún a volver pero no quiero dejar de hacer deporte así que lo hago en casa», cuenta esta treintañera, que encaja su rutina de ejercicios al acabar la jornada de teletrabajo. Sin embargo, cuenta el profesor de la UPV/EHU, la mayoría de quienes se mantuvieron en forma en su hogar durante el confinamiento «lo han adaptado a la calle en cuanto les han dado la oportunidad de salir». De la bici estática a la de montaña, por ejemplo.
El paseo, un ejercicio al alza
El ciclismo o el 'running' viven un nuevo 'boom' en la ciudad pero también «mucha gente se dedica ahora a pasear, si vas hasta Armentia verás la cantidad de gente que te encuentras». Casi la mitad de los aficionados alaveses al deporte (47%) ya disfrutaba antes de su práctica al aire libre pero hoy se ha hecho más necesario que nunca. «Todas las disciplinas individuales y en exterior han salido muy beneficiadas de la pandemia», confirma Asenjo. «Al haber menos riesgo de contagio en los espacios abiertos buscamos más actividades en el ámbito natural: correr, ir en bici de carretera o de montaña, el 'nordic walking'... Y, para eso, la verdad es que Vitoria es un lujo», agrega Iturriaga, que acostumbra a perderse por el monte a pedales.
En el Estadio, por ejemplo, mantienen las máquinas bajo la carpa exterior que levantaron en verano –y se preparan para su acondicionamiento de cara al frío– y en Running Fiz desgastan zapatilla al aire libre con algunas novedades. Sus grupos «multitudinarios» de treinta o cincuenta corredores se han reducido a seis personas y por el camino que ha marcado la pandemia han perdido algunos adeptos. «Hay gente que tiene miedo y ha decidido correr por su cuenta, otros vienen con menos asiduidad... pero que nadie se olvide que el deporte es bueno para la salud física y también la mental», recuerda Martín Fiz. De hecho, ocho de cada diez alaveses se ejercitan porque consideran que es «una fuente de salud». El coronavirus, sin embargo, ha obligado a hacer más vida en casa y «las pequeñas dosis de actividad con cierta intensidad no compensan el sedentarismo», comenta el experto de la UPV/EHU, consciente de que fuera del gimnasio se requiere «más constancia y motivación» para vestirse el chándal.
Roberto Ramos | Juez
Patricia García | Gasteiz On
Eduardo Anitua | Médico
Raquel García-Sampedro | Nutricionista
Antonio Rivera | Catedrático
Ángel Vizuete, al frente de Fitness Gasteiz, ha constatado en las llamadas a sus antiguos clientes que la mayoría «ha abandonado la práctica». «Cuando entras en el centro deportivo es para hacer ejercicio pero, si estás en casa, hoy tienes ganas, mañana no...», afirma desde unas instalaciones que facturan hoy en torno a la mitad que en la era pre-Covid. El sector del deporte representa el 2% del PIB vasco y el virus, admite Iturriaga, «se las va a hacer pasar canutas» a los gimnasios, que cuentan en esta extraña normalidad con aforo reducido y circuitos de tránsito, desinfectan los materiales después de cada uso, dan clases con mascarilla... «Por mucho que hayan adaptado el espacio dependen de la gente que vaya y muchos tenían ya un número de abonados ajustado», concluye. En el conjunto del Estado había cerca de 5 millones de socios en un negocio que movía 2.000 millones de euros al año.
La pandemia ha dado un mordisco también al filón que la capital alavesa había hallado en el turismo deportivo, con pruebas masivas como el Maratón Martín Fiz o el Ironman, ambos aplazados a 2021. «Daba una imagen de ciudad muy en positivo, atraía a gente saludable y respetuosa con el medio ambiente y generaba un retorno económico», sostiene el profesor. La ausencia de competiciones ha dejado asimismo sin metas a muchos amantes del deporte que veían en ellas «un incentivo para mantener el nivel de entrenamiento». Ahora es más fácil encontrar «excusas» para quedarse en el sofá.
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