El vino alavés se amarga
Cosas veredes. ·
«Se ha politizado una reclamación que nada tiene que ver con las banderas y sí con la forma de gestión de las bodegas»Anda últimamente el Ebro que echa espuma en su orilla norte, la que 'riega' los excelentes viñedos de Rioja Alavesa. La torpeza de algunos de ... nuestros representantes públicos, y de algún partido en concreto, ha conseguido politizar una reclamación que nada tiene que ver con banderas y sí con la forma de gestionar las bodegas del mejor vino de Rioja, el alavés. Llevamos años con un ruido insoportable de banderas y viñedos, pertinentemente acallado estos meses por los sables electorales, que han puesto en el punto de mira a nuestros bodegueros de toda la vida, los ha amargado y colocado a los pies de los caballos de las grandes marcas que dominan la Denominación de Origen Cualificada Rioja (DOCa Rioja). Tanto es así que una decena de bodegas, no sin cierto oportunismo, se han planteado la posibilidad de irse del paraguas 'riojano' y tener su propia marca.
El origen de Viñedos de Álava se gesta por la forma en la que se gestiona la DOCa, más propia de principios del siglo XX que del XXI en el que nos encontramos. Lo que enerva a los alaveses son dos cosas. Por un lado, el modelo. Una parte considerable de las bodegas del norte del Ebro busca un tipo de negocio diferente al de las grandes productoras. Muchas de estas van hacia un incremento del número de botellas con bajos precios de venta. Las pequeñas, en cambio, buscan la excelencia para vender más caro al ser producciones más artesanas, cuidadas y escasas.
Este problema se va a ver agravado con la cada vez menos demanda de vinos de Rioja y, por lo tanto, menor necesidad de uva. Eso va a provocar una estampida de los propietarios de viñedos que acabarán vendiendo sus tierras al mejor postor ante la imposibilidad de hacerlas rentables. Ese postor, no lo duden, tomará las decisiones lejos de Álava.
Podría arreglarse en el seno de la DOCa, pero allí las decisiones se toman por el volumen de producción y las peticiones de los pequeños siempre son tumbadas. Es decir, las bodegas pequeñas son aplastadas por el rodillo de la mayoría absoluta de las grandes empresas.
La solución más factible sería la diferenciación de los viñedos, de tal forma que en la etiqueta aparezca cuál es el origen de la uva –algo que es relevante– y no un genérico Rioja en el que se mete en el mismo saco a Rioja Alta, Oriental y Alavesa. Esto permitiría, tal y como se hace en Burdeos, que cada cual tenga sus especificidades y pueda negociar su producto y su producción.
Esta petición de diferenciación de zonas tiene cero connotaciones políticas. La prueba está en que personajes del vino, nada sospechosos de nacionalistas, como Luis Gutiérrez, el catador de Parker en España; José Peñín o las más importantes bodegas de España, junto a 150 expertos del sector, suscribieron un manifiesto por la diferenciación en las denominaciones en el prestigioso club Matador de Madrid. La DOCa Rioja no se dio por aludida. Y una vez que entró la política vasca en juego, además se consideró agraviada.
En este asunto, el PNV, que está en los gobiernos de Álava y Euskadi y apoya al de España, ha ido tropezando paso a paso. Sin un discurso claro, ha pasado por todos los estados. Ha apoyado a Viñedos de Álava, tanto que el diputado Ramiro González lanzó la penúltima campaña desde una bodega prometiendo su existencia. Luego, ha intentado crear una subdenominación dentro de la DOCa Rioja en el Congreso de los Diputados para retirar la iniciativa a última hora. Después, ha autorizado desde el Gobierno vasco el etiquetado de Viñedos de Álava. La última postura conocida, hasta ahora, es que en la demanda que la DOCa Rioja ha presentado contra esta decisión en el Tribunal Superior de Justicia, ni siquiera ha presentado la documentación necesaria para defender la iniciativa y, por lo tanto, no se podrá usar la etiqueta alavesa este año.
Es obvio que el problema no es sencillo. Parece que la solución pasaría porque la DOCa Rioja evolucionase, fuese más democrática y escuchase y defendiese a todos sus integrantes. De lo contrario, las pequeñas bodegas desaparecerán o serán compradas por vaya usted a saber quién. Quizás Viñedos de Álava sea el farol para lograrlo o la salida a medio plazo. Yo no lo sé y seguramente no lo sepa nadie. Pero el tema merece una lectura seria, una solución lógica, una postura nítida e invariable, y una defensa a ultranza de nuestras bodegas por parte de todas nuestras instituciones. Un 'todos a una' como si los bodegueros alaveses fuesen auténticos arrantzales…
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