Urkullu se inclina por no aflojar y mantener a Euskadi con las restricciones más severas

El jefe del Ejecutivo apuesta por una estrategia conservadora, que el consejo asesor del LABI debatirá esta tarde a partir de las 16.30 horas. De prosperar, Euskadi se alinearía junto a Navarra en una especie de frente común contra el virus. El Gabinete de María Chivite ha decidido extender sus medidas hasta el 14 de febrero, así como el certificado sanitario, que ya se venía pidiendo en los hoteles.

Son, precisamente, las dos regiones más castigadas por este último embate vírico y sus dirigentes han manifestado en varias ocasiones que las restricciones no deberían ser muy diferentes de una comunidad a otra, pues «pierden efectividad». Otros vecinos no siguen esta línea. Asturias y Cantabria, por ejemplo, ya no piden el documento por el alto grado de incumplimiento y la falta de un control estricto en su utilización.

El Gobierno vasco, sin embargo, sigue creyendo en su efectividad para contener la transmisión del coronavirus, a pesar de que numerosos expertos apuntan que, dadas las características epidemiológicas de ómicron, con una elevada resistencia a las vacunas, carece de sentido mantenerlo. Y a estas alturas tampoco parece que vaya a animar a muchos más ciudadanos a inmunizarse. La última palabra para su prorrogación la tendrían los jueces. Pero cabe recordar que el TJSPV tumbó el primer intento de imponerlo y Lakua se vio obligada a recurrir al Supremo, que finalmente le dio luz verde. El documento, que expirará el próximo lunes, es obligatorio en toda la hostelería, así como para entrar en museos, cines, instalaciones deportivas, hospitales y residencias.

Fue el propio Urkullu quien abrió la puerta a su supresión. Lo hizo el miércoles, cuando señaló que se estaban analizando todas las posibilidades. Pero en las últimas horas parece que se ha impuesto una visión más contenida, tanto respecto al pasaporte covid como al resto de limitaciones vigentes. Hoy por la tarde se conocerá si toda la actividad comercial y cultural tendrá que seguir echando el candado a la una de la madrugada, si el ocio nocturno permanecerá cerrado y si en bares y restaurantes seguirá proscrito el consumo de pie o en barra. También si los grupos de comensales se mantendrán limitados a diez personas y los aforos, restringidos al 60%.

La postura contrastaría con la adoptada por Cataluña, igualmente golpeada con dureza durante esta última onda epidémica. En su caso, el Govern acabará con la limitación de aforos y horarios en la restauración. En Galicia, la Xunta va por el mismo camino: se ha levantado el cerrojazo a la hostelería y se insuflará un balón de oxígeno al ocio nocturno, permitiendo su reapertura -solo mantiene el pase covid-. En Euskadi, la única flexibilización ha sido el levantamiento del veto al deporte escolar. A pesar de la remisión de la sexta ola, los altos niveles de contagio y la sobrecarga en los hospitales vascos mantienen en vilo a las autoridades sanitarias. En un acto celebrado recientemente en Bilbao, el lehendakari afirmó que la evolución epidemiológica «es positiva», pero advirtió de que la situación «sigue siendo difícil».

La comisión científico-técnica del LABI, el órgano encargado de asesorar a Urkullu en la toma de decisiones, puso el acento en que algunos indicadores «son peores» que el pasado 28 de diciembre, cuando se aprobó el actual paquete de restricciones. Es el caso del índice reproductivo, la positividad y el nivel de ocupación hospitalaria en planta. «Las autoridades sanitarias nos recomiendan mantener las medidas en vigor -explicó-. Nos recomiendan mantener la prudencia y el rigor».