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Torre de Quintanilla de la Ribera.

Las torres alavesas que enviaban los 'emails' del siglo XIX

Un recorrido por las construcciones de 1846 que la línea del telégrafo óptico entre Madrid e Irún dejó en la provincia

Sergio Carracedo

Martes, 28 de agosto 2018, 11:27

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Seis torres conectadas visualmente vigilaban Álava desde las alturas hace más de 150 años. Construidas ex profeso o reaprovechadas en seis atalayas formaban parte de la línea de telegrafía óptica que a través de 52 torreones transmitían en tiempo récord para la época 'los correos electrónicos del siglo XIX' entre Madrid e Irún. «Si el día estaba despejado y las torres coordinadas los mensajes gubernamentales podían tardar relativamente poco en llegar desde Madrid a Irún, en cuestión de horas», explica el arqueólogo vitoriano Javier Ajamil.

El telégrafo óptico exigía que varias torres se colocaran en cadena. Cada aparato era visible por el siguiente y cada uno movía unos brazos articulados para repetir las posiciones que formaban el mensaje del anterior en base a un código, difundiendo así el contenido. El sistema ya contaba con décadas de vida en Francia o Suecia cuando en 1846 se puso la primera línea de larga distancia en España, entre la capital y la frontera con Francia. Pero no era la primera que surcaba Álava. Durante la I Guerra Carlista (1833-1840) el ejército liberal construyó con fines militares una línea entre Pamplona, Logroño y Vitoria con el objetivo de aislar Estella. De ella quedan algunas torres que en ocasiones se han confundido con la denominada Línea de Castilla, que se ordenó construir en 1844 entre Madrid e Irún, y que entró en servicio dos años después, el 2 de octubre de 1846. Unas décadas más tarde, en 1875-76, en plena II Guerra Carlista, se construyeron nuevos fortines y se estableció la línea de telegrafía óptica Miranda-Vitoria con nuevas atalayas y algunas reutilizadas. Para distinguir unas de otras, nadie mejor que el experto Javier Ajamil Baños, que ha dado varias conferencias sobre estas construcciones y ha elaborado un informe que sirve de referencia para las instituciones. «El Gobierno vasco ha puesto orden en Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco, porque había torres del telégrafo óptico catalogadas y no lo eran y algunas que sí lo eran no estaban registradas», aclara.

Las seis torres de la denominada Línea de Castilla en el entorno de Álava estuvieron emplazadas en Quintanilla (Ribera Baja), La Puebla de Arganzón, Vitoria, Argómaniz, Dallo (Barrundia) y Mezkia (San Millán). A esta infraestructura se han atribuido otras como la de Tuyo o la de Eskibel, aunque «su inclusión no es acertada», afirma. La de Tuyo «nunca fue de telegrafía» y la de Eskibel «sólo se utilizó para este cometido en la II Guerra Carlista como parte de la línea de defensa de las comunicaciones del Ejército del Norte», aclara.

La Línea Castilla era de «exclusivo uso gubernamental», cuyos mensajes, tras dejar Madrid, se transmitían de torre a torre por Valladolid y Burgos para llegar a Pancorbo a través 32 de estas atalayas. La número 33 se situó en Campajares, cerca de Miranda, desde donde se emitía a la instalación número 34 ubicada en la localidad alavesa de Quintanilla de la Ribera.

Posición de las diferentes torres. El Correo

Recientemente restaurada

La Torre de Quintanilla

La primera torre de la Línea de Castilla en el País Vasco es la de Quintanilla de la Ribera, que ha sido recientemente restaurada. Se localiza en el término de Monte Grande, en lo alto de un promontorio a 652 metros de altitud. Desde ella se visualiza la de Campajares, de la que dista 11.897 metros y la siguiente, la de La Puebla de Arganzón, a 9.827 metros de distancia. Esta torre fue reutilizada durante la II Guerra Carlista como estación de telegrafía óptica y también como fortaleza defensiva de las vías de comunicación entre Vitoria y Miranda. «A ello se deben algunas reformas realizadas para disparar sobre los posibles atacantes y la excavación de un foso defensivo que la rodea. Esta edificación llegó a acoger un contingente militar compuesto por un oficial y 25 soldados, además de otros tres encargados de la comunicación telegráfica», ilustra.

Castillo Pequeño

La Torre de La Puebla

En la ribera opuesta del Zadorra, en la margen izquierda, se levantaba la siguiente torre, denominada de La Puebla. No hay que confundirla con el Castillo de Arganzón o Torre de Peña María. La torre de telegrafía óptica estaba situada en el lugar conocido como castillo Pequeño, para distinguirlo así del castillo Grande. Javier Ajamil explica que «se construyó específicamente para albergar el telégrafo durante los años 1846-55, pero actualmente está en ruinas». Sus muros «alcanzan una altura máxima de 1,30 metros y se observan obras de refuerzo realizadas durante la II Guerra Carlista. Con comunicación visual directa con la torre de Quintanilla, de la que dista 9.827 metros, pudo albergar también un contingente de 28 hombres.

Iglesia de San Vicente

La Torre de Vitoria

La tercera torre en territorio alavés es la de Vitoria. «Se localizaba en el mismo lugar donde hoy se levanta la torre de la iglesia de San Vicente, a una cota de 541 metros». Conocida como la Torre de Vitoria o Torre Vieja, se demolió para construir la actual en unas obras ejecutadas de 1860 a 1872 y que no dejaron rastro de la que acogió el telégrafo. «Aún así es constatable la posición privilegiada que tenía, dominando toda la llanada alavesa, en contacto visual con la torre siguiente, la de Argómaniz, y con la precedente, la de La Puebla, a una distancia de 13.022 metros», desgrana Ajamil. «Esta torre es el único ejemplo de estación telegráfica que aprovechaba un edificio anterior».

El pintor Juan Ángel Sáez la inmortalizó en 1854 en un lienzo que está en el Artium. Con el nombre 'Entrada por el Portal del Rey' el cuadro muestra «el bastidor del telégrafo de ocho barras en lo alto de San Vicente», esclarece Ajamil.

Alto del Telégrafo

La Torre de Argómaniz

La siguiente estación es la de Argómaniz, que «se ubicó en el término de Zabalgaña o alto del Telégrafo» en esta localidad del municipio de Elburgo. Aunque está desaparecida, «se emplazaría con toda probabilidad en la zona más alta del cerro, a 684 metros de altitud», detalla. En esta zona «se pueden ver piedras desperdigadas, pero ningún otro indicio que indique el punto exacto donde se ubicó», explica este arqueólogo de Ondare Babesa. «La comunicación visual con la torre de San Vicente no presenta obstáculos, a 11.350 metros de distancia, mientras que el arbolado impide actualmente la visión de la torre siguiente».

Barrundia

Torre de Dallobazo

En la localidad de Dallo, municipio de Barrundia, se levantó la quinta torre alavesa, «también, desaparecida». Se ubicaría «en la zona más alta de un cerro cercano al pueblo, a 660 metros», apunta Ajamil. «Unos huecos en el terreno y una zona donde aflora la roca, lugar idóneo para la extracción de la piedra, son los únicos restos que permanecen». Además, «una piedra caliza similar a las de otras torres estudiadas está en el lugar, reutilizada como hito geográfico. Desde este punto se divisan las dos torres con las que se comunicaba, la de Mezkia y la de Argómaniz, de la que dista sólo 6.577 metros.

San Millán

Torre de San Juan de Mezkia

La sexta y última estación de telegrafía óptica antes de pasar a territorio navarro es la de San Juan de Mezkia, en el municipio de San Millán. De ella «no queda el más mínimo vestigio sobre el terreno. Sin embargo, el lugar con más posibilidades de haberla acogido es el término de San Juaniturri, al sur de Mezkia, donde hoy se sitúan la ermita de San Juan y el cementerio de la localidad, a unos 660 metros de altitud. Es precisamente este topónimo el que sugiere esta ubicación, ya que la denominación oficial de la torre era la de San Juan de Mezkia.

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