«Ya tocaba mover el esqueleto, esto es vida»
Vitoria celebra la reapertura de las pistas de baile en las discotecas. Aún con mascarilla, la gente joven no dejó escapar la oportunidad
Vitoria ha vuelto a la pista de baile año y medio después. Con ganas, a tenor del pequeño recorrido realizado por este periódico ayer noche, ... la primera en la que las discotecas cumplieron su función: la de permitir que la peña mueva las caderas sin pensar en un mañana. «Ni me acuerdo de la última vez que bailé en una disco», repetían anoche jóvenes por las calles del centro justo antes de embocar a una 'boite'.
«Recuerden que ya podemos bailar», decía el 'deejay' de la discoteca Malibú, frente a la estación de tren. No eran todavía las diez de la noche cuando se empezaron animar algunos. «Ya tocaba, hoy salimos con todo», comentaba Imanol, un joven que remarcaba la importancia de ampliar el horario de las salas de baile con cierta retranca: «Esto es vida. Para vivir la fiesta hay que mover el esqueleto». En su mesa, una botella de güisqui para compartir con su colega, Iván Ruiz (31 años), que agradecía la ampliación horaria. «Nos hemos dado cuenta todos de que el virus es una cosa seria, pero venir por fin a la discoteca y bailar se agradece. Es verdad que si me hubieran quitado un año de vida siendo más joven, entre los 18 y 24 años, me hubiera molestado mucho más».
El responsable del local, Jon López, indicaba que seguía funcionando con reservas, pero notó las ganas de la gente de volver a la pista. «Lo que ha cambiado de una semana a otra es la zona de baile. Además, la ampliación horaria ha hecho que la gente acuda más tarde en una dinámica que pasará del tardeo a trasnochar. Antes la discoteca parecía un restaurante con todo lleno de mesas», reconoce. Ahora, el pasillo despejado devuelve esa imagen clásica de una disco.
Malibú fue una de las salas, junto a Kubik, Glow o Jimmy Jazz, que se adaptó hace meses ante la prolongación de restricciones con una clientela mucho menor y un ambiente algo extraño. Anoche ya hubo destellos, 'flashbacks' de una vieja normalidad. «A ver si recuperarmos el tono», confiaba.
Eso sí, el límite de aforo en interiores sigue limitado. En la actualidad, al 50% de su capacidad, con la prohibicción de consumir en barra o de pie. En la práctica, esto obliga a llamar la atención a más de uno. Estas restricciones se entienden como el último paso para recuperar la normalidad.
Tanto la calle Cuchillería, especialmente al inicio, como en Mateo de Moraza, estuvieron más concurridas que otros sábados. Hubo quienes aprovecharon la tarde y cenaron por el centro antes de acudir a alguna sala. Una de ellas era Maider López (19 años), quien junto a su grupo de amigas cantaba en alto un tema de Farruko, ídolo reggaetonero, a la altura del bar Okendo. «Alguna vez antes sí que hemos bailado, pero en la calle o en casas de amigas. Ahora nos vamos a desquitar», reconocía. ¿Ganas? «Muchas, en este tiempo nos hemos hecho mayores», decía entre risas.
La sensación de estar al final de la pandemia se palpó también en las conversaciones. El Alavés volvía a ser una preocupación para muchos y ya nadie habla de 'nueva normalidad', ese término que se empleó para referirse a las precauciones que había que tomar en junio del año pasado. Entonces quedaban cinco olas por delante. Ahora lo que muchos jóvenes esperan es no tener que hacer cola a la puerta de una discoteca. Y que los buenos datos de la evolución de la pandemia sigan presentes.
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