Un temporal para tomar perspectiva
El Aeroclub Heraclio Alfaro sobrevuela la Álava nevada para, desde las alturas,mostrar una visión más pura de nuestra realidad intoxicada
Desde allá arriba todo parece más hermoso, más fácil, más idílico. Desde allá arriba no se aprecian los patinazos de los neumáticos ni los resbalones ... traicioneros ni las narices rojas ni las manos entumecidas ni esos terrones ya mugrientos que se acumulan en el asfalto, casi ya fundidos con la brea. La realidad tirita aquí abajo, con el frío virus, con las cansinas restricciones, con esas vacunas que han pinchado en el hueso de la escasez de medios, con la factura de la luz disparada, con la modorra política... Todo está intoxicado a ras de suelo. Pero, qué cosas tiene la perspectiva, desde allá arriba, tan blanca, la vida todavía permanece pura.
Jesús Sagastuy, el piloto, socio del vitorianísimo Aeroclub Heraclio Alfaro, está más que acostumbrado a divisar a los mandos de su Yak-52 postales apabullantes, de una belleza estremecedora. «Pero, no, nunca había visto una nevada igual», cuenta. Con una Álava inmaculada, que ha encadenado intensos temporales en un comienzo de año bajo cero, él ha podido ver estos días las carreteras convertidas en sinuosos trazos de lapicero en un folio en blanco, coches renqueantes como hormiguitas de chapa de colorines y a personas, a esos montaraces indemnes al frío, reducidos a puntitos insignificantes, a motitas en medio de la inmensidad nívea.
Así, como una maqueta, como un diorama, divisaron Jesús y su compañero Urtzi Quintana, el encargado de tomar las fotografías que puede ver en estas páginas, los puntos más reconocibles de la provincia en un vuelo que tuvo lugar a comienzos del pasado fin de semana. Mientras la tal 'Filomena' dejaba esa nevada capitalina que paralizó los telediarios, ellos volaban para mostrarnos la Álava nevada. «Es una maravilla volar con este paisaje, soplaba bastante aire, pero en esta época del año casi se vuela mejor que en verano debido a la mayor densidad», explica el piloto, ya en tierra.
Desde el aparato, a 4.500 pies, la cruz del Gorbea recuerda a uno de esos souvenirs horteras que el personal compra al visitar la torre Eiffel, envuelta en papel de regalo nevado y con cuatro montañeros -solo unas siluetas de goretex- acompañándola en la cima. «Nuestra intención era ver el nacedero del Nervión, pensábamos que veríamos la cascada de agua, pero no fue así. Nos encontramos con una bandada de buitres que nos impidieron acercarnos», lamenta el piloto. A cambio, el paisaje les ofreció una vista sobrecogedora de la garganta de Delika.
Una ciudad glaseada
Antes de volver a la pista, sobrevolaron Vitoria. Ya con las calles despejadas, más que con la capa de denso fondant de los días anteriores, la ciudad parecía haber sido espolvoreada con azúcar glass, con sus tejados cubiertos de blanco y la almendra también garrapiñada de nieve. Allá, al fondo, entre fachadas parduzcas, llama se distingue a la perfección esa torre roja de Salburua, que parece hacer señales, como si alguien se hubiera puesto un chaleco reflectante en medio del temporal.
Ojalá todos tuviéramos la ocasión de hacer como Jesús y poder tomar distancia para ver los problemas desde otra perspectiva. Pero no, a nosotros, sólo nos queda el frío. Parece que algo menos que los últimos días. La previsión meteorológica para las próximas horas indica que hoy en Álava las máximas subirán ligeramente, hasta los cinco grados y que se registrarán heladas débiles en distintos puntos de la provincia. La situación, con cielos bastante despejados seguirá sin apenas cambios mañana, miércoles, y se mantendrá el jueves. Es lo que toca en tierra. Con lo bien que se ve todo desde las nubes.
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