Es un deporte muy bonito que consiste en evitar la ola haciendo equilibrios a un lado y otro sobre una tabla. Al final, la ola ... rompe y el surfista, si no lo hace bien, puede romperse algo también.
Vitoria lleva años surfeando por el Sur. En el plácido ambiente que le proporcionaba ser solanera y disfrutar de la contemplación de la mar boscosa de sus montes propios, hacía tiempo que se practicaba con el juego de intentar que la ola del colapso urbanístico y circulatorio no se desparramara sobre ella, con daños y perjuicios para los surfistas.
Ahora, da la impresión de que es lo que ha ocurrido. Al final, la ola se ha abatido sobre Vitoria y el Sur está siendo revolcado y zarandeado por un revoltijo de espumas y arenas descontroladas.
Ya comenté que, lo que me preocupaba, no era que se construyera el Sur, al final, la ola siempre llega, lo que me dolía es que se hiciera con bloques altos y feos. Capaces de contaminar el paisaje y privarnos así de la armonía que supone poder vivir en ciudad pero sentir ahí mismo, el campo, el bosque, la vida natural... Aprovecho para insistir en lo mismo. No se trata de no dejar construir sino de acomodar urbanística y estéticamente lo construido con el entorno tan especial en el que se actúa.
Dicen los que entienden que, de vez en cuando, el mar lanza tres olas especiales hacia la orilla. Lo que genera problemas a los bañistas que no lo saben y se pueden ver sorprendido por una ola, sobre todo, una más grande que lo normal, pero también a los surfistas que se pelean por cogerla todos a la vez.
A la playa del Sur le han llegado estas tres olas y una destaca también sobre las demás, la de la circulación. Es raro que a los surfistas del ayuntamiento les haya pillado desprevenidos porque esto se sabe desde siempre, a nada que se conozca el mar, o las cosas de una ciudad, pero así ha sido. De repente ha reventado la ola de los atascos permanentes. Es curioso porque ha sido el propio alcalde el que ha advertido de que venía pero, en lugar de hacerle caso y empezar a pensar en cómo coger bien la ola, lo que ha habido ha sido un tsunami de reacciones que amenazan con llevárselo todo por delante. También las ideas que hay que ir preparando, confrontando. Los análisis técnicos que se deberán ir evacuando sobre las distintas posibilidades que puedan existir para surfear la ola, una vez que se haya conseguido saber de qué estamos hablando. Que no es fácil.
Porque, si mal no recuerdo, lo primero que se quiso hacer por el Sur fue un vial de tránsito. Algo similar a la Ronda Norte, pero por el Sur. Para que el tráfico de paso no tuviera que entrar en Vitoria. Lo que ocurrió es que, luego, Vitoria creció y la Ronda norte se hizo urbana, y de ahí los follones en América Latina. En la actualidad, la cosa ahora va de que, ese tránsito, se integra en una autovía que permite el flujo circulatorio de largo recorrido hacia Bilbao o Donosti y Pamplona.
Vitoria necesita ahora mismo una solución más interna, más para mejorar sus flujos naturales entre sus alas Este y Oeste. Son flujos estos muy... pulsivos, muy relacionados con necesidades horarias coincidentes, cuando, todo el mundo quiere ir o venir a, pero que han ido haciéndose cada vez más frecuentes.
Por dos razones. Por el aumento de población en barriadas que están creciendo ahora mismo y que ha implementado las dificultades que ya presentaba el utilizar de soporte de tránsito continuo, cuando los viales no estaban preparados para ello; y menos mal que se arregló algo lo de la Rotonda de San Ignacio, parte de la cual se debió ir hacia lo subterráneo, sí o sí, porque si no el caos hubiera sido permanente.
La segunda razón, a nadie se le escapa, es haber preparado una calle principal estupenda, en exclusiva casi, para el nuevo autobús eléctrico y listo, lo de inteligente me parece excesivo. Hay una relación directa entre el follón actual y la puesta en marca del BEI. Hasta el alcalde lo ha notado, por eso su esbozo de preocupación y su interés, que aplaudo, en que se piense en soluciones.
Pues bien, aquí va una. Por aquello de que no hay mal que por bien no venga. Que se inutilice la parte sur del recorrido del BEI y se habilite para la circulación ordinaria. El BEI puede seguir funcionando, bien o mal, lleno o vacío, por todo el arco norte.
Habrán visto ustedes imágenes de cómo los surfistas, a veces, lo hacen también que, cuando la ola, enorme, gigantesca incluso, está apunto de cogerles, consigue surfear de modo que no lo hace y llegan a la playa sanos y triunfantes. Pues eso.
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