«Yo no subí al ascensor ni golpeé a Pilar»
Un imputado por matar a la vecina de la calle Hortaleza culpa al otro. Las defensas dicen que fue «homicidio imprudente», penado con sólo cuatro años
El caso del homicidio de Pilar Arbulo, la vecina de Aranbizkarra fallecida dos días después de sufrir un asalto en el ascensor de su edificio ... , se adentra en una fase decisiva. Las conclusiones definitivas de la autopsia a esta víctima de 75 años, así como otras pruebas en estudio, determinarán qué ocurrió exactamente aquella tarde del 12 de mayo de 2019 en el número 5 de la calle Hortaleza.
El dictamen forense desvelará si se trató de un homicidio -cargo por el que se investiga a los dos sospechosos y que implicaría de diez a quince años a la sombra- o si, como apuntan las defensas, fue un «homicidio imprudente», que reduciría la pena a una horquilla de uno a cuatro años. También están procesados por un delito de robo con violencia, penado de dos a cinco.
Al cumplirse el quinto mes del, por ahora, único crimen en lo que va de año en Vitoria, la única certeza es que los dos investigados han adoptado estrategias diferentes. Ambos están presos en el centro penitenciario de Zaballa a la espera de un juicio que llegaría a finales del próximo año en el mejor de los escenarios.
El más joven de los encausados, un súbdito macedonio de 25 años y con un «importante historial delictivo» a cuestas, sostiene que aquella tarde de domingo entró al portal después que su cómplice y la víctima. Pretendían robarla tras detectarla cuando volvía de hacer la colada en una lavandería de la calle José Mardones. Según ha sabido este periódico, este joven oriundo de Shutka, el mayor asentamiento gitano de Europa, ha declarado que mientras su compinche y Pilar iban en el ascensor, donde se produjeron los hechos, él subía por las escaleras ajeno a los acontecimientos.
Esta versión choca con la del otro procesado, un súbdito ucraniano de 33 años. Este cuenta que su compañero de fechorías le planteó seguir a Pilar y atracarla en su edificio, como ya habían hecho «en otras ocasiones» con otras personas mayores. Siempre según este imputado, los tres se metieron al elevador, él supuestamente intentó quitarle el bolso, forcejearon, la vecina perdió el equilibrio y se golpeó en la cabeza con consecuencias fatales. Moriría 48 horas más tarde en el hospital Santiago Apóstol.
Esa supuesta «falta de intención» en matar será la principal baza de sus abogados defensores. «Es un homicidio imprudente», considera uno de los letrados. El otro no descarta todavía «que el hecho sea calificado como una imprudencia, lo que acarrearía una multa». Han encargado sendos análisis capilares de sus clientes. Quieren probar su adicción a la heroína y presentarla como «atenuante». Los sospechosos se conocieron en prisión. A finales de abril coincidieron en el COTA, el centro de tratamiento de adicciones de Lakua-Arriaga, donde el más joven supuestamente propuso los asaltos a personas mayores.
«Difícil que sea homicidio»
La Fiscalía, por su parte, todavía no ha movido ficha a la espera de las revelaciones de la autopsia. «No es lo mismo que los forenses digan que Pilar murió de un golpe en la cabeza al caer al suelo a que le dieron un puñetazo en el rostro y luego cayó», recuerdan fuentes judiciales.
«En la comisaría de la Ertzaintza ya nos dijeron que sería complicado que prosperara el delito de homicidio ya que tenían la impresión de que los acusados no tenían intención de matar», asume desde Toulouse Jesús, hermano de Pilar. La familia Arbulo medita presentarse a la causa como acusación particular.
La vía que parece cerrada es la de su implicación en asaltos similares. Aunque ambos reconocieron su participación, pasaron con éxito hasta once ruedas de reconocimiento. Nadie, todas personas mayores, les señaló en el juzgado. «Sólo a una víctima le sonó uno de ellos, pero tampoco se atrevió a asegurarlo», admiten medios policiales.
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