Alpha, una de las cuatro centrales que levanta Solaria en la comarca de La Bureba, con 200 megavatios ya está terminada Solaria

Solaria activará su macroparque fotovoltaico para sustituir a Garoña a finales de este año

La energética pondrá baterías para reforzar el complejo de 1,1 millones de placas en la comarca burgalesa de La Bureba

Sábado, 1 de noviembre 2025, 01:08

Sesenta años después de la inauguración de la central nuclear de Garoña, los aledaños de esta gran planta ultiman los preparativos para un profundo lavado ... de cara. Allí donde los reactores se dedicaron a producir electricidad continuamente, ahora será el sol quien asuma el relevo. Lo hará con 1,1 millones de paneles que Solaria lleva instalando desde otoño de 2024 y que ahora, un año después, encaran su fase final. Los trabajos iniciados por la empresa madrileña han avanzado a buen ritmo y, según detalló la compañía de renovables en su última presentación de resultados, las placas se activarán antes de que acabe 2025.

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«El cierre de año estará marcado por la entrada en operación de nuevos complejos fotovoltaicos en España como Garoña (710 megavatios) que consolidarán a Solaria como líder del sector renovable en la Península Ibérica», sentenció la firma hace un mes ante sus accionistas.

Esos 710 megavatios vecinos a Álava se ubican repartidos en cuatro complejos: Alpha, Beta, Gamma y Delta, con el abecedario griego como referencia. Frente a la fuerte oposición a este tipo de proyectos que existe en las áreas rurales de Álava, en la pequeña comarca burgalesa el rechazo ha sido menor. «No ha habido una gran movilización popular», aseguró el regidor de Briviesca, José Solas, cuando arrancaron las obras donde se ubica uno de los cuatro parques fotovoltaicos. Una intervención que, aseguró, «no tienen mucho impacto ambiental». Solaria, por su parte, calcula que su nuevo 'océano de cristal' producirá energía para cubrir toda la demanda eléctrica de Burgos y fiscalmente aportarán 650 millones de euros durante sus 30 años de vida útil. Los beneficiados de esa recaudación serán pueblos como Briviesca (que ya ha obtenido 1,5 millones vía impuesto de construcciones y obras), Llano de Bureba, Quintanilla San García o Valluércanes, además de otra decena de pequeños ayuntamientos.

710 megavatios

Es la potencia que tendrá el complejo. Equivale a 14 parques como los que se quieren poner en Álava

¿Cómo será el futuro complejo energético? Lógicamente, muy distinto al que durante décadas operó en el Valle de Tobalina de la mano de Nuclenor. Las placas de Solaria aportarán una potencia de 700 megavatios y evacuarán su energía en la subestación –el 'enchufe' a la red eléctrica– que hasta ahora usaba la central nuclear, que tenía 495 megavatios. Para los paneles ha sido necesario ocupar cerca de un millar de hectáreas de suelo, aunque la empresa argumenta que al año se evitará la emisión de 285.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2), el equivalente a lo que contaminan 185.000 coches.

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Además, se instalarán baterías para almacenar parte de la producción del parque, uno de los elementos claves para dotar de más flexibilidad a las energías renovables y alejarlas de polémicas como la del apagón del 28 de abril. La instalación de esas 'pilas' es una solución que también contempla Iberdrola para los molinos de Azaceta y que ya ha instalado en otras dos centrales eólicas de Euskadi. La firma Ibersun quiere colocar otra batería en Oion.

El despliegue de estos complejos –algunos como el bautizado como Alpha ya están terminados– ha hecho que durante meses los pueblos de La Bureba viviesen una segunda vida con los 2.400 trabajadores que han participado en las obras. «Hay muchos hostales que han estado prácticamente llenos», aseguran desde Solaria.

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2.400 empleados para un océano de cristal

Durante un año, la comarca vecina a Álava ha vivido un renacer económico. Ahora se espera que el TAV dé continuidad a estos meses de repoblación

Una percepción que corrobora el alcalde de Briviesca. «Las obras siguen repercutiendo en el pueblo. Hay mucha gente en la hostelería y los locales».

Reflotar la comarca

Quedan pocas semanas para que la gran mayoría de los operarios contratados para las obras abandonen la comarca. Las labores de mantenimiento, según insisten desde la empresa y las instituciones, se reservarán, si es factible, para vecinos de la zona. La Diputación burgalesa es consciente de que el gran impacto de este nuevo complejo fotovoltaico es pasajero y por eso, está aprovechando el momento para lanzar un Plan de Actuación Inmediata (PAI) similar al que diseñó el Gobierno vasco para relanzar Aiaraldea.

Se invertirán 7 millones de euros –4,1 procedentes de los fondos Feader de la Unión Europea– para reflotar la comarca poniendo el foco especialmente en su enorme patrimonio románico. Así, por ejemplo, se va a rehabilitar el monasterio de Santa Clara de Briviesca para convertirlo en un «centro de difusión del Románico» y también se va a restaurar la ermita de San Martín de Piérnigas.

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Con todo, la marcha de Solaria sí ha aflorado un debate sobre el impacto de este tipo de megaproyectos en la economía local. El presidente de la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC), Pedro Sánchez Yebra, advierte en este sentido que lo que genera una central nuclear «es muy importante: muchas industrias auxiliares, pequeñas empresas, etcétera». «Los parques solares no tienen nada que ver: en uno de 100 megavatios se puede hacer el mantenimiento con cuatro o cinco personas», precisa.

Para cuando los trabajadores se marchen

La Diputación burgalesa ha lanzado un plan similar al de Aiaraldea para el futuro de La Bureba. Se invertirán 7 millones para rehabilitar monumentos románicos que atraigan turismo.

Desde su punto de vista el hueco que han dejado las centrales nucleares en las subestaciones eléctricas «es un caramelo súper apetecible» para las empresas 'green'. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, algunos pueblos «han visto que no eran lo que pensaban: que hay un impacto visual en sitios con mucho patrimonio». La contestación ecologista en Burgos, con movilizaciones de agricultores y vecinos para poner coto a las placas, han resultado infructuosas.

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