Iker Ortiz de Zárate | Fundador de Ortzai
«Los sesgos identitarios pervierten y son un peligro para la cultura»El actor, director y fundador del teatro de la calle Pintorería reivindica la creación de base en el 20 aniversario
A Iker Ortiz de Zárate (Vitoria, 1970) se le conoce sobre todo por su labor como actor, director y autor teatral. Pero sobre todo por ... haber fundado Ortzai, un pequeño teatro levantado hace 20 años en el Casco Viejo que todavía resiste como un milagro artístico por muchos vecinos de la capital vasca y aficionados de la escena. Esa escuela y compañía a las puertas del número 39 en la calle Pintorería nació del deseo de crear una «familia artística» tras formarse en Arte Dramático por la Universidad de Kent, en Canterbury, y encadenar algunos papeles en cine y televisión.
En esos títulos curiosos de su currículo aparece la película 'Basque Adventures' ('Aventuras vascas'), de Scott Ross, y su papel como protagonista de 'El dorado', una serie para la BBC. «Fue un estrepitoso fracaso y aparecí en una portada de una publicación porque habían llevado la serie ni más ni menos que al Parlamento británico para cortarla», recuerda con humor y esa tranquilidad que da el tiempo. Por esa gran cantera de Ortzai han pasado intérpretes de la talla de Patricia López Arnaiz, ganadora del Goya por 'Ane', y Susana Abaitua. Coincidiendo con otra conmemoración, el 125 aniversario de la muerte de Oscar Wilde, Ortiz de Zárate ha recuperado 'De profundis', que se representa los sábados hasta diciembre.
- ¿Qué se ha encontrado al volver a este texto?
- Hay cosas que después de siete años, aunque es poco tiempo, han cambiado y abordas ciertas cosas de distinta manera, con otro poso, pero en un momento tan triste y tan terrible ese texto que habla del dolor y de cómo trascender ese dolor sigue calando con especial fuerza.
- La vuelta de 'De profundis' ha llegado acompañado de una crítica en EL CORREO firmada por el prestigioso director José Carlos Plaza, que afirma que el resultado es «demoledor». Cuando una figura de su talla habla así de uno, ¿qué se siente?
- Gratitud enorme. Y el afecto inmenso que José Carlos tiene por mí personalmente y por Ortzai. Nos apoya de todas las maneras que puede. Fue precioso recibir esas palabras.
- ¿Contrasta eso con el cariño que recibe de las instituciones o que tiene Ortzai en la ciudad?
- Por parte de la ciudad y la comunidad de personas nos acompañan desde el principio, el amor y la adhesión es innegable.
- Pero...
- Sí es cierto que el proyecto está mayormente fuera de la consideración oficial. Ha sido así desde el principio. Creo que no se entendió bien a su llegada y tuvimos dificultades y que hay un cierto desconocimiento, cuando no ostracismo.
- ¿En qué sentido?
- Es un proyecto con el que quería aportar a Vitoria lo que había aprendido de figuras muy grandes. Quería hacerlo a mi pequeña escala y con mi experiencia de entonces, que luego se ha ido incrementando en estos 20 años. Aunque es verdad que la cultura en general no está como prioridad en las agendas de las instituciones y de los gobiernos -con honrosas excepciones de personas que han conocido el proyecto y nos han apoyado-, se ha vivido un cierto maltrato.
- En las instituciones se repiten conceptos como el de 'apoyo a la cultura'...
- Creo que vivimos un momento muy confuso a todos los niveles, en muchas disciplinas y sobre todo en las que tienen que ver con el alma, en lo que son las Humanidades (cultura, arte, urbanismo, arquitectura...). Todas estas disciplinas están siendo acosadas por una visión económica y cortoplacista de la vida, tanto a nivel global como local. En boca de las instituciones locales, la cultura es instrumentalizada con sesgos ideológicos, políticos e identitarios. Y eso me parece terrible, me parece que es pervertir el hecho mismo cultural. Instrumentalizar la cultura, el arte... es lo más peligroso que se puede hacer.
- La mayoría de obras de Ortzai se realizan en castellano. ¿Ha sido criticado por ello?
- Sí, ha ocurrido.
- ¿En qué sentido afecta eso a su teatro?
- En el sentido de que el patrimonio cultural -y las lenguas son patrimonio cultural por excelencia- se utiliza para remarcar la identidad como construcción frente a los otros, como algo que segrega. Eso me parece doloroso. Para mí existen dos identidades: la individual, que buscamos realizar, y la de todos los seres, con quienes debemos empatizar. Siento firmemente que no hay otros, solo nosotros.
- ¿A qué se refiere en la práctica? ¿Programan menos a la compañía?
- Estamos en una sociedad no bilingüe, por mucho que oficialmente seamos bilingües. Es una sociedad multilingüe. Y no entiendo porque no se puede programar teatro para niños en una lengua (castellano) porque hay que priorizar la otra. Nuestras obras no tienen cabida en programaciones de Gipuzkoa y Bizkaia, por ejemplo. Nos lo han dicho así: «Si es en castellano, no entra». Cuando ese es el criterio, me parece que no se cumple un acuerdo básico de la sociedad para la convivencia y es que haya personas (por procedencia, por edad...) que no conocen la lengua que quieres promover como materna. Se resta de la programación así a niños. La realidad es que veo que una lengua que yo aprendí por amor, como es el euskera, se utiliza por algunos perfiles ideológicos y eso me parece terrible.
Retos y visión de ciudad
- Esto que dice puede resultar incómodo para ciertos partidos.
- Si me leen en clave partidista será una lectura pobre y se estarán equivocando. Lo hago porque es mi deber como artista y con la independencia y legitimidad que me da dedicarme y pertenecer a algo que necesariamente debe funcionar como un contrapoder, que es la cultura. La crítica no es necesariamente tratar de destruir ni busca atacar a nadie.
«En general, la cultura y todo lo que tiene que ver con la comunidad, vive un momento delicado»
- En agosto, cuando languidece la programación escénica en Vitoria, se ven colas a las puertas del teatro Ortzai. ¿A qué lo atribuye?
- Al cariño con que las personas acogen una trayectoria que ven que está basada en el trabajo. A lo largo de cualquier carrera puede haber un rendimiento diferente, pero lo importante es que ese público vea que lo que hay es un verdadero amor.
- Ortzai nació hace 20 años. ¿Siente que todavía se puede dar más a conocer?
- Sí, cualquier iniciativa lo tiene hoy en día peor para darse a conocer que antes. Todo lo que es la cultura, que tiene tanto que ver con la comunidad, vive un momento delicado.
- Durante esta entrevista estamos sentados en unas butacas que pertenecieron al Principal. Hasta 2027 permanecerá cerrado por reforma. ¿Qué le produce pasar por allí?
- Extrañamente, nada. No me produce nada. Sé que las cifras de asistencia al Festival Internacional y la dificultad para conseguir entradas está siendo igual o mayor que antes. Confío en que cuando vuelva a abrir, el resultado sea esplendoroso, también desde el punto de vista estético.
- Dos de las actrices más demandadas del momento, Susana Abaitua y Patricia López Arnaiz, han pasado por Ortzai. Ambas han tenido palabras de agradecimiento a su labor.
- Siento una gran alegría de ver que el que este proyecto les ha servido para ejercitarse y descubrirse en su naturaleza. Por eso es importante la creación y la labor cultural de base.
- También hay otros nombres empiezan a despegar o se confirman en el terreno de la interpretación. Itziar Atienza ('Las largas sombras'), Alba Cuartero ('Los pilares de la tierra'); Asier Valdestilla ('Cuéntame'); Mirena Nafarrate ('Soy Nevenka')... ¿Es casualidad que se hayan formado en Ortzai?
- No es postureo ni falsa humildad. Pero pienso que es una gran suerte que tantos compañeros estén ahí. Es verdad que no hay varita mágica. El arte, etimológicamente, proviene de técnica. Y para ello tienes que trabajar.
«Me parece doloroso remarcar la identidad frente a otros, como algo que segrega»
- ¿Es muy exigente?
- El teatro es insaciable. Pero no me considero especialmente exigente, aunque la disciplina lo es.
- ¿Qué le queda por hacer?
- Todo, me queda todo en teatro, todo en cine y me queda todo conmigo mismo porque veo trabajar a compañeros en escenas y ejercicios y siento que me queda mucho por aprender.
- ¿Qué echa en falta a nivel cultural en Vitoria? Ya sea en programación, a nivel institucional, de infraestructuras...
- Echo en falta ilusión y la conciencia de lo importante que es la acción cultural y artística de base como en otros momentos. Hemos tenido y tenemos a figuras en esta ciudad como Juanjo Mena; Paco Ibáñez, impulsor de coros; Félix Petite, que desarrolló una gran labor por el teatro; el centro de la imagen... Tenemos que buscar la excelencia y entenderla como un bien en sí mismo.
– El 26 de noviembre representa 'De Profundis' en la Casa de la Cultura Ignacio Aldecoa. Es un pase especial con una recaudación destinada UNRAW (Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina).
– Lo primero que quiero es pedir a las personas que no esperen a ese día y si desean colaborar, lo haga ya.
– ¿Por qué lo hace?
– Tenemos una responsabilidad y una capacidad de acción. Hemos reaccionado tarde y de manera insuficiente y vergonzosamente.
– Llega esta función en un momento de alto el fuego.
– Estamos en un cese de bombardeos. Pero no del genocidio ni del hambre ni de la muerte por falta de medios al vivir en una zona que está arrasada. Se ha producido precisamente cuando los gobernantes han visto las movilizaciones. Que no haya sido declarada una huelga general desde el día uno por todos los países occidentales que habría hecho que esto acabase y que hayamos tardado dos años, me parece terrible.
«Hay programadores que nos dicen que si las obras son en castellano, no entran»
– ¿A qué cree que obedece esa indolencia?
– Estamos tan persuadidos de que individualmente no podemos hacer nada, y de que vivimos como seres aislados, no como ciudadanía, que se vive con un gran derrotismo.
– ¿Cuántos alumnos pasan por Ortzai?
– Unas treinta personas. Pero el concepto es que no hay alumnos. Para mí somos compañeros desde el momento cero. Con algunos tienes que adoptar un papel más de enseñante y con otros más de aprendiz.
– ¿Está garantizada la continuidad del teatro?
– No. Dolorosamente no. Sacar adelante algo así es muy complicado y conlleva más esfuerzo del que puede parecer.
«Es vergonzoso que hayamos reaccionado tan tarde al genocidio»
- El 26 de noviembre representa 'De profundis' en la Casa de la Cultura Ignacio Aldecoa. Es un pase especial con una recaudación destinada a UNRAW (la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina).
- Lo primero que quiero es pedir a las personas que no esperen ese día y si desean colaborar, que lo hagan ya.
- ¿Por qué lo hace?
- Tenemos una responsabilidad y una capacidad de acción. Hemos reaccionado tarde y de manera insuficiente y vergonzosamente.
- Llega esta función en un momento de alto el fuego.
- Estamos en un cese de bombardeos. Pero no del genocidio, ni del hambre, ni de la muerte por falta de medios al vivir en una zona que está arrasada. Se ha producido precisamente cuando los gobernantes han visto las movilizaciones. Una huelga general desde el día uno en todos los países occidentales habría hecho que esto acabase y que hayamos tardado dos años, me parece terrible.
- ¿A qué cree que obedece esa indolencia?
- Estamos tan persuadidos de que individualmente no podemos hacer nada, y de que vivimos como seres aislados, no como ciudadanía, que se vive con un gran derrotismo.
- ¿Cuántos alumnos pasan por Ortzai?
- Unas treinta personas. Pero el concepto es que no hay alumnos. Para mí somos compañeros desde el momento cero. Con algunos tienes que adoptar un papel más de enseñante y con otros más de aprendiz.
- ¿Está garantizada la continuidad del teatro?
- No. Dolorosamente, no. Sacar adelante algo así es muy complicado y conlleva más esfuerzo del que puede parecer.
- ¿Este teatro le ha endeudado?
- Claro.
- ¿Y ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
- Tirar la toalla por voluntad, no. Por fuerza física quiero pensar que podremos seguir adelante. Ha habido momentos durísimos. Pero no es fácil para ninguna profesión.
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