Detrás del espejo

La propuesta coloca al espectador en el papel de voyeur de la soledad del artista, gracias a una escenografía minimalista que evoca el otro lado del espejo de un camerino. En este espacio liminal en el que se funden actor y personaje, las bombillas del espejo actúan como catalizadores de un viaje imaginativo en el que la luz y el sonido colaboran a crear un universo dinámico, lleno de ritmo y fuerza.

La interpretación de Roi Borrallas es impecable. Su destreza técnica destaca por una precisión casi quirúrgica en cada movimiento, dejando evidente su dominio gestual en la coreografía que hace con los músculos de su cara mientras se desprende del maquillaje. Su excelente control del tempo cómico y su valentía, tanto sosteniendo silencios como navegando emociones, hace que la reflexión acerca de la vulnerabilidad escondida tras la máscara social cobre relevancia.

En la pieza se suceden momentos brillantes como el número en el que usando espuma de afeitar da vida a un sinfín de figuras mitológicas gracias a un exquisito trabajo de máscaras. Igualmente, su meticulosidad en el manejo de objetos culmina en escenas hilarantes como la de los cantantes de ópera. En esta, Borrallas alterna personajes con agilidad arrancando carcajadas por el caos organizado que gestiona lidiando con dichos cambios y manejando el coro de títeres de cartón.

La obra celebra el poder transformador de la imaginación para convertir lo cotidiano en extraordinario al tiempo que invita a contemplar, con ternura, el lado más humano del payaso. Un espectáculo familiar que conecta tanto con el publico infantil como adulto por su bella forma de entrelazar humor y profundidad.