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Recuerdo que fue la primera semana de febrero del año 2020. Había ido a pasar unos días a Madrid y, por primera vez, recorría el ... barrio de las Letras. Sin pretenderlo, mi mente volvía a mi niñez al leer alguno de los versos impresos en la calzada: Con diez cañones por banda… Y en la calle El Príncipe, llamó mi atención la iglesia de San Ignacio, en cuya fachada lucen los escudos de Álava, Gipuzkoa y Bizkaia. En la puerta, en un papel sujeto con chinchetas, se leía que los domingos a las 12 la misa era en euskera. En otra puerta interior se leía: 'Real Congregación de Naturales y Oriundos de las Tres Provincias Vascongadas - Congregantes'. Un tanto intrigado, cuando volví a casa comencé a indagar y descubrí que el año 1713 los estudiantes vascos que había en Madrid, entre ellos 21 alaveses, fundaron una congregación bajo el patronato de San Ignacio de Loyola con el nombre de Real Congregación Nacional de Hijos Originarios de las tres muy Nobles y muy Leales Provincias de Cantabria. Mentiría si dijera que me dejó un tanto intrigado lo de las Provincias de Cantabria.
Pocos días después, revisando viejos protocolos notariales sobre Labastida, en uno de ellos se leía la preocupación de los frailes del convento franciscano de San Andrés de Muga, que se levantaba extramuros de la villa, por la falta de agua. El documento, del año 1764, venía firmado por Fray Plácido de Pinedo, natural de Labastida y provincial de la Provincia Franciscana de Cantabria. Pensando que lo de Provincia Franciscana de Cantabria fuera un lapsus del notario, tras investigar unos días comprobé que, desde el siglo XVI, los conventos franciscanos radicantes en el País Vasco pertenecían a la Provincia Franciscana de Cantabria hasta el año 2002, que se cambió por Provincia Franciscana de Arantzazu. Esta investigación en los protocolos notariales y en el Fondo Samaniego aportó otra novedad, para mí al menos, sobre la implantación de la denominación Cantabria y es que, hacia el año 1714, con soldados pertenecientes a los regimientos de Álava, Gipuzkoa y Bizkaia se organizaron unos batallones que tomaron el nombre de Regimiento de Cantabria. Gonzalo de Albiz, natural de Labastida, fue teniente coronel del Regimiento de Cantabria y Manuel de Lezama, nacido en Amurrio en 1739, fue capitán de las milicias urbanas de Cantabria.
Por si mi asombro era poco, en plena pandemia del Covid-19, revisando el rico y abundante archivo familiar del Marqués de Vargas, otro documento vino a apuntalar el asentamiento de la voz Cantabria en tierras vascas. Diego Quintano, hermano de Manuel Quintano, el clérigo que trajo a Rioja el método de envejecer el vino a lo Burdeos, solicita que se le paguen 13.333 maravedíes «por razón de su sueldo de Gobernador Jubilado de las Aduanas de Cantabria», puesto que había ocupado entre 1800 y 1804. Resulta que, a mediados del siglo XVIII, el afán centralista de los borbones les llevó a crear subdelegaciones en tierras vascas para gestionar los impuestos reales. En Álava se establecieron diversos puestos a lo largo del río Ebro y uno de sus cometidos era controlar el contrabando del tabaco y de la sal. Se conocieron como las Aduanas de Cantabria, con sede en Vitoria, en cuya ciudad residía el Gobernador subdelegado de las Aduanas de Cantabria.
El año 1780 Pedro Jacinto de Álava, padre del general Álava, fue nombrado gobernador y subdelegado de las aduanas de Cantabria. Pocos años después Pedro Jacinto, junto con Lorenzo del Prestamero, sacerdote nacido en Peñacerrada, se ocuparon de la descripción de pueblos y hermandades de Álava para el Diccionario Geográfico-Histórico de España, editado en 1802. De la pluma de Prestamero es lo referido a la Vicaría de Laguardia: «Está situada a la falda meridional de la elevada cordillera que llaman Cantabria». Sobre la villa de Laguardia escribe: «… y por el norte (la separan) de las Hermandades dichas una cordillera elevada de peñas y montañas que llaman Cantabria». Y, si hasta entonces, el tramo que va desde el puerto de Rivas de Tereso hasta la Peña de Lapoblación, había recibido distintos nombres, comienza a conocerse como Sierra/cordillera de Cantabria, conservando el nombre de Toloño para la zona más occidental. De ahí que el cura de Bernedo escribiera en 1799: «Una sierra que divide la Cantabria, y corre muchas leguas desde los Pirineos hasta que se pierde de vista en Castilla la Viexa (sic), ciñe y circunda a toda esta vicaría y la hace sombría por tenerla a medio día y la Rioxa (sic) toda esta guarnecida al norte por la sierra». Nada extraño que, en este contexto, en el que el territorio formado por las tres provincias vascas era conocido en el ámbito religioso, en el económico, militar y social con el nombre de Cantabria, Lorenzo de Prestamero diera el nombre de Cordillera de Cantabria a la cadena montañosa situada al sur de los tres territorios vascos, reservando Toloño al tramo más occidental.
En 1990, la Real Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia fundamentó su rechazo al nombre de sierra de Cantabria afirmando que era una denominación impuesta por gente lejana. El año 2017, tras reconocer que se debía a don Lorenzo de Prestamero dicho topónimo, Euskaltzaindia sigue manteniendo que la denominación Sierra de Cantabria es «de origen académico y exógeno», en contra del postulado de los lexicólogos vascos que Euskaltzaindia dice defender: una palabra forma parte del patrimonio idiomático propio por criterio de tradición y al margen de cuál sea su origen.
Esperemos que no ocurra como con Biazteri, cuyo nombre en euskera Euskaltzaindia lo defendió durante décadas, hasta cuando el año 2010 publiqué un artículo titulado: Biasteri, el pueblo que nunca existió.
Con estos datos, considerando un error extender el nombre de Sierra de Toloño a toda la cordillera, en enero de este año 2025 la Sociedad Amigos de Laguardia se ha dirigido al Instituto Geográfico Nacional para que se denomine como preferente Sierra de Cantabria desde el puerto de Rivas de Tereso/Peñacerrada a la Peña de Lapoblación, dejando Sierra de Toloño como preferente para el tramo que va de Buradón al Puerto de Rivas.
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María de Maintenant e Iñigo Fernández de Lucio
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