«En Rioja Alavesa ahora hay trabajo, se vive bien y la gente no piensa en irse de los pueblos»

- Aunque ya acumula muchas vendimias -comenzó en el sector hace 40 años y fundó la bodega Remírez de Ganuza en Samaniego hace 30-, ¿sigue sintiendo nervios cuando llega el momento de empezar?

- Hombre, la responsabilidad es importante, siempre. Pero este año sobre todo estoy con mucha ilusión, mis perspectivas son las mejores que he tenido en mi vida. La maduración está siendo espectacular, no hay exceso de uvas y no las he visto nunca jamás tan bonitas en Rioja Alavesa y la Sonsierra. Puede ser la cosecha ideal.

- Sin embargo, la tormenta con granizo de hace dos semanas sí castigo algunas zonas.

- Salvo en lugares concretos, creo que benefició más del daño que hizo. Necesitábamos agua. En mi caso estropeó algo en seis hectáreas -tiene 76 entre Samaniego, Laguardia, Elciego, Elvillar y los municipios riojanos de Ábalos y San Vicente-.

- Pero la cantidad será inferior a la de la vendimia pasada.

- Es que el año anterior fue una vergüenza, y eso que pudo ser una añada excepcional si hubiera habido menos uva. Pero a la gente le cuesta todavía dejar uva sin recoger. ¡Que la lleven a la alcoholera!

- La apuesta de Rioja Alavesa por primar la cantidad sobre la calidad, ¿no todo el mundo la comparte o la pone en práctica?

- Aquí, como en otros puntos de la Denominación Rioja, claro que los agricultores también piensan en coger toda la uva que pueden y luego critican al bodeguero porque no les paga lo que quieren. Y no hablo por mí, que yo también vendo uva.

- ¿Hacia qué modelo debe caminar esta comarca para seguir siendo una referencia en el sector?

- Hacia un modelo de excelencia vitivinícola. Parto de la base de que la economía en Rioja Alavesa está mejor que nunca, hace 25 o 30 años se tambaleaba pero ahora todo ha cambiado. Aquí hay trabajo, se vive bien, la gente ya no piensa en irse de los pueblos, existen proyectos de futuro, creo que nuestras tierras y nuestro producto tienen un gran potencial. Pero no nos podemos dormir. Otras zonas y otras denominaciones, Ribera del Duero por ejemplo, están creciendo más en cuanto a porcentaje, tanto en producción como en ventas.

- Habla de un modelo de excelencia, ¿pero basado en qué?

- En hacer buena uva, es lo principal, para competir con el resto. Solo así se consiguen grandes vinos, como pueden ser los de esta añada. O nos ponemos las pilas o seremos los primeros en vender en los supermercados más baratos del mundo pero no en los mejores sitios. Y aquí tenemos unas condiciones excepcionales para triunfar.

- ¿Qué falta entonces?

- Que los agricultores y los bodegueros se pongan de acuerdo de una puñetera vez, que hablen y se entiendan. Que los primeros sean un poco menos codiciosos y egoístas y que los segundos intenten entender la mentalidad del agricultor y paguen mejor por las uvas buenas. Este año, por ejemplo, no tiene que haber una bajada de precios. No se entendería. El vino no se hace solo con números, sino también con mucho cariño y conocimiento. Es la mejor manera de diferenciarse.

- Ha dado con la palabra clave: diferenciación. ¿La están consiguiendo los vinos de Rioja Alavesa en un mercado cada vez más global?

- (Silencio) Hay dos tipos de vino, los que son muy buenos y los corrientes. Y ahora el 80% del vino que se vende de Rioja es más corriente que buenísimo. Eso no debe ser así, según mi criterio. Que me perdone quien no lo comparta.

- Con los viñedos singulares también se busca ese salto cualitativo.

- Yo no he entrado ahí, porque estamos ya hartos de tanto papeleo y tanta burocracia. Ahora hay gente que no podría vender vino y uva porque no cuenta con los conocimientos que exigen los organismos oficiales y yo si los tengo es porque los tienen en mi oficina. Se pierde más tiempo en trámites administrativos que en la viña. No es una crítica sino un pensamiento dirigido al Consejo Regulador, al Ministerio o a las comunidades autónomas, que sean conscientes de sus exigencias y a quiénes les demandan un seguimiento del viñedo y de la uva para saber la trazabilidad de un vino.

- Usted fue crítico con la propuesta de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) de cambiar su nombre a Bodegas de Euskadi. Instituciones y bodegueros obligaron a la junta directiva a dar marcha atrás...

-... Es que fue un movimiento confundido, quizá con muchas ganas, pero poco estudiado.

- ¿Y se ha cerrado ya esa crisis o la herida sigue abierta?

-Se está cerrando, ahí me quedo.

- Rioja Alavesa, ¿debería ser una denominación propia bajo el paraguas de la DOC Rioja como propone el PNV?

- Aquí hemos vivido siempre de la viña y quizá podamos tener más pasión y eso se traduce también en economía. Pero estamos bien así en Rioja Alavesa, sin ser rupturistas. Como sucede en política, ¿no?

- ¿A qué se refiere?

- Pues que los catalanes y los vascos, bueno algunos catalanes y algunos vascos, quieren salir de España. Pues yo opino que son catalanes y españoles o vascos y españoles, ya nos administramos por autonomías. Pues Rioja Alavesa, como he dicho alguna vez, es parte de Rioja, que es lo que nos da fuerza.

- Las ventas de vino de la Denominación de Origen, aunque han repuntado en julio, siguen en negativo. ¿Es preocupante?

- En cantidad quizá sí este habiendo un descenso, pero no en precio. Por lo que me dicen, se venden menos botellas pero producen más dinero porque se venden más caras. Hay que trata de llegar con nuestro producto a mercados y clientes top. Si hacemos vinos especiales, tienen que recibir la contraetiqueta de reserva o gran reserva, pero no por una cuestión solo administrativa. Debería haber una última cata antes de recibir esa valoración.

Detrás del vino, como sucede «en otros muchos ámbitos de la vida», siempre hay una historia, un relato «que contar», dice Fernando Remírez de Ganuza. «Y lo importante es despertar sensaciones».

- ¿Han visto ya las bodegas en el enoturismo una importante fuente de ingresos?

- Cada vez mayor, y para las empresas pequeñas y familiares es un aspecto clave. Aquí se lo trabaja el dueño, le pone ganas, interés e ilusión. Con pasión todo resulta más fácil.

- Las visitas a Rioja Alavesa crecen año tras año. El hotel que proyecta la familia Rothschild aquí, en el Palacio de Samaniego, ¿también atraerá turistas?

- Seguro que sí, va a ser un hotel de superlujo y esto para un pueblo es positivo porque va a generar ingresos. Espero que la gente también lo entienda así.

- Es un nuevo proyecto en la comarca que se suma a futuras bodegas en Laguardia -del grupo Juan Gil, de Jumilla, o de inversores franceses- o la llegada a Baños de Ebro del grupo Mauro, de Ribera. ¿Rioja Alavesa está más en auge que nunca?

- Estamos en una buena situación y haciendo bien las cosas. La gente lo valora. Es la zona más privilegiada de la Denominación Rioja, junto a alguna zona de Rioja Alta, por el suelo y el viñedo.

- ¿No echa de menos un centro temático de referencia para el sector? ¿Debería estar en Rioja Alavesa o en Vitoria?

- Sería positivo, para dar más a conocer nuestro producto, desde el origen, y también la comarca. En mi opinión tendría que estar en Rioja Alavesa, pero también con delegación en Vitoria, para llegar a más gente.

- Un vino suyo, un reserva de la añada 2004, es uno de los pocos en haber logrado los 100 puntos Parker en el territorio. Lo consiguió en 2010. ¿Para cuándo el siguiente?

- No es fácil, eh. Será para cuando tengamos la suerte de hacer un gran vino y que al crítico también se lo parezca. No hay más misterio.

- ¿Esto le habrá permitido a usted llegar a clientes de gama alta y también cobrar el vino a precios más caros?

- Es un impulso para las ventas, por supuesto.

- ¿Y qué hace falta para poder vender el vino a mayor precio?

- Saber que la división de cómo hacer los vinos empieza en las viñas, luego en las uvas que los producen, en la separación que se hace en los lagos...