Un Papá Noel en recuerdo de 'El Cántabro', el indigente más querido de Vitoria
Francisco Javier, que falleció a principios de noviembre, durmió durante años en el quiosco del parque de La Florida. Cada Navidad se vestía del legendario personaje escandinavo y repartía caramelos a los niños
El recuerdo de Francisco Javier sigue muy presente en La Florida, parque que fue su hogar durante muchísimos años. Popularmente conocido como 'El Cántabro' fue, posiblemente, el 'homeless' más querido de Vitoria. Instalado en la capital alavesa allá por 1988, era ese señor barbudo que se arrimaba a cuadrillas de jóvenes de ronda por el Casco Viejo para ser invitado a un trago. El que, apoltronado en «su» banco de La Florida con un tetra-brik de vino, rogaba con su peculiar voz aguardentosa: «¿No tendrás una moneda, joven?».
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'El Cántabro' falleció a principios de noviembre postrado en una cama del hospital Santiago. Tenía 62 años y un deteriorado estado de salud. Desde que se tuvo constancia de su muerte han sido varios los homenajes populares anónimos que se le han rendido. Pocos días después de su fallecimiento, se pusieron velas, una cerveza y varios mensajes -además de la noticia publicada por este periódico- sobre el tronco del árbol más próximo al banco en el que solía dejarse ver. Este nuevo recuerdo a su figura ha tenido lugar este martes, en ese asiento de madera que tantas horas, días, meses y años le sirvió de refugio.
Sobre él ha aparecido, a primera hora de la mañana, tumbado un muñeco, caracterizado como Papá Noel, con un traje como el que al mendigo le gustaba vestir cada vez que llegaba la Navidad, cuando se metía en la piel del legendario personaje escandinavo y repartía caramelos entre los más pequeños.
Al lado del muñeco, quienes le han querido recordar han colocado un cartel con un sencillo mensaje: «'El Cántabro os desea feliz Navidad». Y, junto al banco, un abeto con unos adornos de los más singulares: varias latas vacías de cerveza; como las que él solía tomarse allí sentado; a escasos metros del quiosco donde Francisco Javier estableció su dormitorio. Durante su tiempo en Vitoria, los servicios sociales siempre le tuvieron en su red aunque él volara por libre a la menor oportunidad que se le presentara. En los últimos años, el servicio municipal Hurbil lo acogió en su seno.
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