Retirar San Francisco
Se debe excavar todo lo que se pueda tanto en el lugar donde se está haciendo como bajo toda la zona donde quedan restos de la iglesia del convento vitoriano
El convento de San Francisco se comenzó a tirar mucho antes que se produjera a finales de 1929, comienzos de 1930. Se fue tirando desde ... que los militares decidieron que era bueno para cuartel y eso ocurrió por primera vez en 1795. Durante años fue posible la concurrencia de intereses conventuales y castrenses pero al final primaron los segundos y el convento dejó de serlo.
Una vez en negativo, al convento le pasó un poco de todo. De todo lo relacionado con motivos que no eran los que, precisamente, lo habían levantado. Los últimos, los de la Caja de Ahorros Municipal de Vitoria, que se hizo con los terrenos en la idea de construir, así lo planteó, un bloque de «casas caras», el que subsiste entre las calles Postas y Olaguíbel, y otro de «casas baratas» que nunca se construyó. Al final, nuevos intereses, en este caso los del Estado franquista, vieron la ocasión de aprovechar el solar para levantar los edificios «oficiales» que aún se mantienen.
La historia del convento de San Francisco es tan larga y brillante que casi no da tiempo ni lugar para resumirla. «Según robusta y antigua tradición» fue fundado por el propio San Francisco en 1214 (hubo placa aclarándolo). ¿Con qué ocasión? Se discute pero, de que lo hizo en persona, los franciscanos nunca tuvieron duda. Por eso lo nombraron cabeza de las demás fundaciones que tenían por todo nuestro entorno.
Una vez consolidado, fue uno de los lugares de más importancia para las cosas pasadas de Vitoria y Álava. Voy a poner solo algunos ejemplos de ello.
El rey Alfonso X, que curó milagrosamente en esta misma Victoria (1256), narró en la Cantiga 123 lo que le sucedió a un hermano menor de San Francisco en trance de muerte y cómo salvó su alma gracias a las oraciones de los demás y un cirio del convento.
En el portegado (atrio) del convento, cuyo suelo y estructuras han reaparecido estos días, se firmó el acuerdo previo al Pacto de Arriaga (1331), considerado el origen del origen de lo que sería la Álava futura con todas sus circunstancias.
El cardenal Adriano de Utrecht, elegido papa en Roma como Adriano VI, año de 1522, celebró su primera misa pontifical en la iglesia del monasterio de San Francisco, agradeciendo a la ciudad su relación con el nombramiento y prometiendo que Vitoria sería sede de una diócesis. La promesa tardó unos siglos en cumplirse, pero se cumplió.
Carlos V, titular del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1522, se detuvo en Vitoria (1524) para jurar sus fueros. Cosa que hizo en este convento.
Además de todo ello, el Convento actuó como lugar de reunión del concejo de Vitoria durante el siglo XV. La misma función tuvo en el XVI como sede de las Juntas Generales de la provincia que, ya en el XVII, se afianzaron en el sitio con la ocupación de una sala para reuniones y otra para guardar el archivo y los pendones alaveses.
A pesar de todo eso, el convento se malocupó primero y derribó después no sin la oposición de todos los vitorianos que conocían su valor, para la historia en general y para la de Álava y Vitoria en particular. No debía ser el caso de los directivos de la Caja de Ahorros Municipal, que antepusieron la posibilidad del pelotazo urbanístico a cualquier otro. Quizás por este mal sabor de boca institucional, en la actualidad, tanto el Ayuntamiento como la Diputación se han comprometido a velar por la conservación y puesta en valor de las ruinas que aún quedan.
Y ahí es donde entra la arqueología. Porque si ruinas no quedan muchas, aunque más que suficientes para cumplir su papel histórico-testimonial, lo que sí queda es un subsuelo apasionante. Como se ha visto al intervenirse en el espacio entre el edificio del Memorial de las Víctimas del Terrorismo y el de la Subdelegación del Gobierno y producirse la sorpresa del hallazgo de los restos del portegado, escaleras de accesos, restos de las puertas de entrada a la capilla de la Anunziata y a la nave principal de la iglesia del convento...
¿Por qué sorpresa si antes de que se iniciaran los trabajos ya se podía prever que allí iban a aparecer restos? Pues por una razón muy sencilla. Porque una cosa era suponer que algo hubiera quedado tras la destrucción masiva del convento y otra conseguir identificarlo mientras las excavadoras hacían su trabajo retirador.
Afortunadamente para nuestra historia la pasión por su trabajo de los arqueólogos de intervención ha conseguido la recuperación de espacios solo conocidos ya por los viejos mapas, también descubrir una necrópolis medieval que, a buen seguro, va a dar sus quebraderos de cabeza a los investigadores para encajarla en su lugar, espacio y tiempo. Ahora las instituciones deben dar solución a la cuestión. ¿Qué hacer con lo descubierto? La necrópolis se levantará y se estudiará como mandan los cánones pero con las estructuras... ¿qué? ¿Habrá que conservarlas?, ¿habrá que retirarlas? En mi opinión, primero, se debe excavar todo lo que se pueda tanto en el lugar donde ahora mismo se está haciendo como bajo toda la zona donde quedan restos de la iglesia. Y después, y aunque solo fuera por razón de desagravio, pienso que se debería hacer el esfuerzo de no retirar nada más de San Francisco.
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