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Hace ya unos años colaboré con la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Álava, en la definición del itinerario del Camino Alavés ... a su paso por Vitoria. Porque una cosa era difundir la existencia de este Camino del Interior, tal como lo había documentado Micaela Portilla, y otra orientar a los posibles peregrinos por dónde queríamos que atravesaran Vitoria (ahora mismo son cada vez más los romeros que habiéndose decidido a entrar por Irún atraviesan Gipuzkoa y Álava antes de conectar con el gran camino francés en Santo Domingo de la Calzada o Burgos).
Como es lógico diseñamos un itinerario que fuera lo más jacobeo posible pero también que ofreciera, al paso, la posibilidad de conocer las riquezas histórico-artísticas del Casco Viejo de Vitoria.
El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz colaboró con la instalación, y mantenimiento, de unas baldosas que llevan grabado en amarillo el dibujo anagrama de una concha/vieira, símbolo universal de los caminos a Santiago.
La cosa quedó bien. La prueba es que los peregrinos muestran su satisfacción por lo que van viendo desde que entran por la calle Portal del Rey. Evidentemente, la catedral de Santa María es el plato fuerte ineludible, además está situada junto al albergue público que tanto agradecen los romeros de verdad. Lo mismo el palacio de Escoriaza Esquivel, el de Montehermoso. El problema viene cuando bajan a la Herrería, para disfrutar del magnífico pórtico viejo de San Pedro. No por el pórtico, que es digno de parada y fonda, aunque nadie, me refiero a las autoridades culturales responsables, fuera capaz de evitar que las pinturas que recubrían las figuras del apostolado se conservaran, una vez sacadas a la luz, en un impecable y costoso trabajo de restauración,
Los grupos dirigidos, formados por escolares, turistas o vitorianos amantes de su arte, los visitantes particulares, se tienen que detener, para verlo, junto a una ruina ruinosa impresentable. No les queda otra. Más que mirarla de soslayo y preguntarse cómo es posible que frente a tanta belleza se consienta tanta cutrez.
Los vecinos de la zona discuten entre ellos sobre los años que hace que 'la cosa' está así. Por encima de los diez alcanza consenso. Sobre el por qué el Ayuntamiento consiente tal muestra de ruina sucia e insalubre hay más disenso. Pues no se podrá hacer otra cosa, opinan algunos. Pues en otros casos ya se hace, se obliga al/los propietarios a tenerlo en condiciones. Aquí nada, se tiró la casa, se quedó toda la viguería de la planta baja al aire, se justificó el cierre que las paredes restantes del edificio, se taparon huecos con unas mallas horribles y, así está. Para que, en la selva interior, vivan a gusto gatos sin control y similares.
Me costa que el malestar se ha trasformado en quejas formales de diversa índole pero, hasta el momento, nada. Y el caso es que no solo los vecinos oímos hablar de casos en los que, el mantenimiento del patrimonio -no hay que olvidar que el Casco Viejo, todo él, está declarado bien patrimonial- ha exigido esfuerzos de conservación públicos y privados. Y que se manejan sanciones para quienes no lo respeten. El caso más reciente, en Foronda.
Si los propietarios de un inmueble protegido están obligados a cumplir diversas ordenanzas que les afectan sí o sí es difícil de entender por qué las ruinas de Herrería 42, insisto en que forman parte del protegido Casco Histórico, pueden seguir en el estado que están.
El que el Camino por Vitoria llegara a San Pedro se justificaba, como he dicho, porque nadie debe visitarla sin admirar su pórtico. Una vez visto, la recomendación es que ese mismo nadie se moleste en darle un poco la vuelta a la iglesia para ver la pequeña portada del Norte. Pequeña pero intensa. Una lección completa del Génesis en viñetas a cada cual más precisa y preciosa.
El problema es que, el 'mirador', tiene que tener cuidado. Porque, el Pasaje de San Pedro por el que tiene que circular está tan ruinoso, casi, como la casa de Herrería. El suelo, irregular de por sí, se ha ido hundiendo por secciones, lo que produce un efecto rampa muy inadvertido muy peligroso.
Para el transeúnte, el tema termina aquí. Para los vecinos, menos. Porque los mismos que se medio inventaron la calle lo hicieron con los restos de un arco de piedra gotizante, en la actualidad una ruina peligrosa. Porque las piedras que lo conforman van a seco, no tienen cemento que las afiance, y se pueden desprender sobre los ingenuos que se sienten en el banco corrido que lo acompaña. Por cierto, los vecinos, vuelvo a lo mismo, están hasta el moño de lo que ocurre en dicho banco. Han visto de todo y les gustaría poder pensar en una solución mejor. No ya del banco, de todo el Pasaje, que la necesita a todas luces.
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