El pueblo alavés que alquila su único bar por 150 euros al mes
Se alquila ·
La junta administrativa pone en marcha un 'casting' para entregar las llaves del negocio por 150 euros al mes y el 25% del gasto de luzArmiñón sirve una jugosa oportunidad de negocio para tratar de reabrir su único bar: local con una amplísima terraza por 150 euros al mes. Además, ... solo tendrá que hacerse cargo del 25% de la factura de la luz, que en los tiempos que corren es un gran alivio. Pero si el aspecto económico no le ha terminado de convencer -cosa que resulta difícil de creer- la oferta es aún más atractiva. El local está completamente equipado: una cocina de hostelería de primera categoría, un txoko con capacidad para una veintena de personas y una sala multifuncional en la que poder organizar charlas, cines y eventos culturales. «Vamos, para entrar mañana mismo si hiciese falta», afirma Raquel Bajos, presidenta de la junta administrativa de Armiñón.
Este establecimiento hostelero, levantado en 2009, es propiedad del Ayuntamiento. Desde su inauguración, sus grifos cerveceros y la cafetera han funcionado a máximas revoluciones. No hace falta remarcar que los bares se han convertido en un espacio estrella donde socializar. Pero más aún para un pueblo en el que residen apenas 225 personas y en el que el único bar es este centro social. De ahí que cuando sus últimos gerentes anunciaron en enero su marcha, la noticia cayó como una enorme losa. Prácticamente fue una crisis local. «No es que el proyecto no funcionase, sino que vieron una oferta en otro municipio y decidieron cambiar. Para nosotros fue una gran pérdida porque sin bar Armiñón se nos muere», confiesa Bajos, quien mueve tierra, mar y aire por entregar las llaves del local a los futuros propietarios.
La importancia de este bar para ellos es tal que han puesto en marcha un 'casting' para asegurarse un buen servicio. Y para ampliar el radar de difusión, además de empapelar el pueblo con el anuncio y comentarlo entre los círculos más cercanos, también han abierto la puerta de internet. «Hemos colgado un anuncio. Nos ha llamado incluso una mujer de Francia», reconocen desde la junta administrativa, confiando en dar con los elegidos. Por el momento, las visitas actuales no han llegado a buen puerto. «Nos comentaban que el local les gustaba mucho, que le veían mucho potencial, pero veían un problema con la vivienda». Porque a diferencia de Lagrán, donde alquilaban bar más una vivienda por 400 euros, el pack aquí únicamente se centra en el local. Aunque para tratar de igualar esa oferta desde la junta administrativa están dispuestos a hacer cualquier esfuerzo: «Mira, nos planteamos incluso dejar la luz gratis si hiciese falta», apunta Bajos, quien acompaña a este periódico durante una visita al bar.
Los vecinos, deseosos
En el exterior, los vecinos sospechan que el periodista es alguien interesado en tomar las riendas. Una curiosidad que da pie a preguntarles por el deseo de su reapertura. «Al final es el punto de encuentro. Los niños juegan en los columpios y los mayores podemos socializar. Es una pena que ahora mismo esté cerrado», reconoce Iraia Bonilla. El siguiente en ojear a estos foráneos es Vicente Fuente. «La reapertura es fundamental: sin bar el pueblo se muere», añade.
Ambos reafirman que el negocio es rentable. «El sábado que viene cenaremos doce personas en el txoko. Y en el pueblo hay cuadrillas de 30 o 40 chavales», apunta Fuente. Pero más allá de una mera percepción, Bonilla lo corrobora con su propia experiencia. «Yo lo he cogido algunos fines de semana y era rentable. Además, se pueden organizar muchas actividades».
El último ejemplo es el Armiñón Fest, una jornada festiva que tuvo este bar como escenario. «Estaban los dos salones llenos», recuerdan. Una paella popular, hinchables, karts, vermú... Y para rematar el día, una verbena y LaPolaka. Ahora emplean esta actividad como ejemplo del potencial del local. «Aunque es muy versátil», aseguran, confiando en una pronta reapertura.
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