Profesoras de Olabide exponen su modelo educativo en un congreso en Kenia
El gobierno quiere que la escuela Pole-Pole, puesta en marcha en 2021 por la ONG Amor Sin Barreras y el centro vitoriano, se convierta en un referente
. La educación alavesa traspasa fronteras. La ikastola Olabide ha participado durante el mes de julio en un Congreso de Educación en Kenia para hablar sobre la escuela Pole-Pole Olabide de Turkana, un proyecto puesto en marcha en el año 2021 por la ONG Amor Sin Barreras y en el que el centro vitoriano ha estado presente desde su creación y durante todo su desarrollo. En concreto han sido las profesoras Muskoa Sanchez y Amaia Sánchez quienes han viajado hasta el continente africano para exponer la filosofía de esta escuela ubicada en la localidad de Lokitaung a la que cada día acuden 52 menores sin recursos de entre 2 y 6 años. Muchos de ellos tienen que caminar hasta dos horas desde sus hogares para llegar a las aulas.
El gobierno de Kenia ha valorado muy positivamente el trabajo realizado hasta ahora y su ministerio de Educación está dispuesto a que el centro sea referente en la zona norte del estado. De ahí que las dos docentes alavesas junto a Soila, la directora del colegio, y Ana Baz, presidenta de Amor Sin Barreras, ofrecieran una ponencia para explicar la filosofía. «Una de las cuestiones más importantes para nosotras es el apego y el tema afectivo. Damos mucha importancia a la acogida cuando los alumnos llegan: mirarles a los ojos, decirles que son importantes para nosotras… en definitiva, que se sientan en un lugar seguro para que puedan desarrollar su confianza», explican las profesionales.
Otra de las bases del proyecto educativo es la libre circulación, que los pequeños puedan moverse por diferentes txokos sin actividades dirigidas para fomentar las inteligencias múltiples. Pero Pole-Pole Olabide va mucho más allá de lo meramente educativo. Aztivate Foundation se encarga de todo lo relacionado con la sanidad y la Universidad de Valencia gestiona el plan nutricional.
«Hay que tener en cuenta que atendemos a niños muy vulnerables, casi en situación de vida o muerte. El 80% del alumnado llega con riesgo de desnutrición», explican Muskoa y Amaia. En el centro se les ofrece un desayuno, una comida y se llevan a casa una merienda cena. Muchos de los alimentos que consumen se cultivan en la propia huerta del centro: tomates, pimientos, maíz, sandías… «Antes de venir aquí muchos de ellos comían solamente una o dos veces por semana», cuentan las profesoras, que expusieron el proyecto ante responsables de otras ONGs que actúan sobre el terreno como Unicef o Save The Children y autoridades locales. En el ámbito de la salud, se trabajan con los menores hábitos básicos de higiene. Cada día, después del desayuno, ellos mismos se lavan y se ponen los uniformes, así interiorizan hábitos de limpieza y de responsabilidad.