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Son las diez y media de la mañana de un viernes de enero y en las aulas de Educación Infantil del colegio Niño Jesús es ... momento de juego libre. En diferentes txokos, algunos alumnos juegan en una casita de madera, otros corren de un lado a otro con una energía desbordante y hay quienes hojean cuentos. Un grupito está enfocado en crear un camino con rampas de madera a diferentes alturas para hacer llegar una canica de un lado a otro. Ellos no lo saben, pero mientras se divierten están desarrollando habilidades científicas y matemáticas. O como se llama ahora STEAM, por sus siglas en inglés ( Science, Technology, Engineering, Arts & Mathematics). Forman parte de un novedoso proyecto piloto puesto en marcha por investigadores de la Universidad del País Vasco UPV/EHU en colaboración con este centro vitoriano bajo el nombre 'Rampas y caminos para competencia STEAM'.
Los alumnos implicados tienen 4 y 5 años y el objetivo es que dejen volar su imaginación a partir de un kit de material compuesto por rampas de madera de cuatro larguras diferentes, tacos y bolas o canicas. «En un contexto de juego libre y movimiento autónomo, el alumnado observa y experimenta con las rampas. El objetivo es que sean capaces de crear diferentes hipótesis de predicción o clasificación», explican Leire Ruiz de Azua, profesora y responsable del proyecto en Niño Jesús, e Igone Palacios, profesora agregada de Didáctica de la Matemática, Ciencias Experimentales y Sociales del campus alavés de la UPV.
Igone Palacios
UPV/EHU
En una primera fase, los pequeños van descubriendo las diferentes posibilidades y experimentando por su cuenta. «Al principio surge espontáneamente un juego colaborativo de construcción de rampas y caminos que permite al alumnado comparar sus expectativas con lo que observan experimentalmente. Van modificando el sistema mediante prueba y error, refinando así sus propias ideas y modelos», destaca el equipo de investigadores que completan Daniel Zuazagoitia y Aritz Ruiz.
En una fase más avanzada, entra en escena el papel de los docentes mediante lo que se denomina 'preguntas investigables'. ¿Por cuál de las dos rampas irá más rápido la bola?, ¿Cómo puedes hacer para que la bola vaya más rápido? o ¿En qué punto hay que poner la canica para que llegue al final de la rampa? Son solo algunas de las cuestiones que se les plantean a los pequeños. «Con este tipo de preguntas intentamos que ellos sepan lo que están haciendo y porqué, que cada una de las decisiones que tomen tenga un sentido. Intervenimos en el juego pero sin interferir», resume Leire, que basó su trabajo de fin de grado en esta novedosa metodología.
Mediante estas conversaciones, el profesorado centra la atención de los alumnos, les anima a comparar y les plantea problemas de medición o razonamiento. «Este proyecto demuestra que sí se puede hacer ciencia desde las etapas infantiles. No hay que esperar a Primaria para ir introduciendo este tipo de conceptos», sostiene Igone Palacios.
Y es que mediante este juego de rampas y caminos, se ha descubierto que los txikis «son capaces de resolver problemas e investigar de manera activa relacionando variables como la altura de los tacos y la pendiente, la velocidad de la bola y el salto parabólico...». Mientras tanto, las habilidades científicas como las mediciones, las predicciones, la comparación o la creación de modelos afloran «de manera natural».
Eso sí, para obtener resultados hace falta tiempo. Las estructuras son simples al principio, pero según avanzan las semanas «los sistemas diseñados son muy sofisticados e implican una pericia y precisión considerable». Se ha comprobado que los niños de 4 y 5 años son capaces de configurar «diversos tipos de estructuras que responden a retos muy complejos». Además, trabajan la capacidad de comunicar qué es lo que quieren hacer, porqué y para qué, así como «hablar en términos científicos sobre conceptos como posición, trayectoria y velocidad». A esto se suma la capacidad de desarrollar pensamiento crítico.
Los responsables ponen en valor además la colaboración escuela-universidad y la definen como una relación 'win-win', en la que ambos agentes ganan. La iniciativa ha sido un éxito en los dos cursos que lleva aplicándose y ahora esperan que más centros se puedan sumar.
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