400 penitentes devuelven la Pasión a las calles de Vitoria tras dos años de pandemia
Los cofrades esperan con ilusión el regreso de las procesiones sin apenas hábitos libres en el guardarropa, con nuevos tambores y el estreno de las mantillas
Los nuevos tambores redoblan ya, a pocas horas de que las marchas procesionales vuelvan a retumbar por las calles de Vitoria. Las mujeres preparan sus ... mantillas y los guardarropas de las parroquias están ya casi vacíos. Este año sí, toca ceñirse el cíngulo y ajustarse el capirote para revivir esa emoción solo propia de las grandes noches de Pasión.
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Si el tiempo lo permite -las previsiones indican que sí- cerca de 400 penitentes podrán desfilar hoy y mañana por las calles de Vitoria y no tendrán que lidiar con aplomo esa congoja que les anula cuando el cielo se encapota. Más todavía cuando los negros nubarrones del covid vinieron a ennegrecer ese cielo durante nada menos que dos años.
No frecuentarán la austera Semana Santa vitoriana fieles enfervorecidos, ni los balcones se engalanarán con finos pendones, ni se colocarán gradas para los VIP. No habrá toques de corneta y apenas saetas pero, los nazarenos alaveses están seguros de que su fiesta es tan intensa y sentida como para el sevillano su Macarena.
Merecía la pena recuperar una tradición centenaria y han empleado toda esta espera en cuidar los detalles, planchar las túnicas, bordar los mantos, limpiar y mimar la imaginería y, sobre todo, infundir el espíritu de la fiesta cristiana en una ciudad cada año menos devota.
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Así lo entienden en la Vera Cruz, la cofradía más grande las cinco que componen las hermandades alavesas. A su calvario se suman tres años sin procesión del Silencio, dos por la pandemia y una, la de 2019, frustrada por la lluvia. De ahí que, para su vuelta, hayan tenido el taller de costura trabajando a destajo. «Nos hemos quedado hasta sin hábitos para repartir», cuenta orgulloso Iñaki Ruiz de Azúa, pletórico por haber sumado jóvenes vocaciones. «Han entrado este año catorce chavales, de hecho, nuestro portaestandarte se ha jubilado y le ha dado relevo uno de solo 17 años».
Imaginan sus bellas imágenes desfilando por la Virgen Blanca. Y que todo, como antes, vuelva a quedar tan solo en manos de la meteorología. «Si llueve, no nos privaremos de al menos juntarnos y hacer aunque sea un acto simbólico en el interior de la iglesia», se conjura Ruiz de Azua. Su 'the show must go on' de ahora hace un año era todo temores. «Había mucha preocupación por retomar el contacto. Llamar uno a uno y comprobar que íbamos a tener gente para salir».
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Desbandada musical
Y aun así, alguna baja ha tenido que lamentar. Hace unos meses este cofrade encajaba el «disgusto» de ver perder una de esas piezas infalibles de toda buena procesión. La banda de la Vera Cruz se disolvía. Raudo, tuvo que apresurarse a encontrarles sustituto para que cajas, tambores y bombos no priven a los fieles del ambiente solemne que su retorno merece. Hoy esa pompa la pondrá la Banda Joven de Bilbao.
Para más inri, los percusionistas de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Miranda también se descolgaron del cartel. En su lugar, la procesión del Silencio reintroducirá una de esas figuras perdidas. De negro luto y con peineta, las señoras de mantilla con sus velones escoltarán a Nuestra Señora de la Soledad.
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Las mismas que volverán de nuevo a desfilar mañana, esta vez para hacer de Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús. Así se llaman estas mujeres que guardarán las mortajas del Señor y su sepulcro bañado en plata.
Con sumo cuidado, los templos sacarán también sus reliquias de las urnas para que salgan a la calle. Entre otros, la Santa Espina, que fue donada al pueblo de Berrosteguieta en 1555 y fue reconocida en el Vaticano como parte de la corona que portó Cristo en su martirio. Hasta el último momento ha sido duda. «La persona que se encargaba de su custodia está muy mayor y algún vecino debía coger el relevo». También saldrá el Lignum Crucis, una de las astillas de la Vera Cruz.
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Mucha devoción traerá de nuevo la comunidad latinoamericana de Vitoria. En los últimos años un pilar fundamental para mantener viva la tradición, el viernes volverán a exponer al Cristo de los Milagros, imagen de gran culto en países como Perú.
Con el virus en retirada, ya todos sueñan con ver a la Dolorosa o el Santo Sepulcro atravesar entre gran expectación el umbral de la iglesia de los Desamparados. Solo falta esperar a que los pronósticos se mantengan y que el viejo enemigo no fastidie lo que la pandemia se ha encargado de aguar por dos «eternos» años.
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Las obras junto al Memorial modifican el recorrido de hoy
Los años previos a la irrupción del coronavirus, las cinco cofradías vitorianas ya trabajaban en devolver las procesiones a sus orígenes. En 2017 el trazado se tuvo que limitar al Casco Medieval por la falta de cofrades y averías en los carromatos. En este tiempo, ambos problemas se han visto solventados con creces. Las ruedas de las plataformas se han cambiado por otras rotatorias que permiten a los pasos enfilar mejor los giros y este año habrá más jóvenes.
El tranvía también fue uno de los problemas enquistados desde su puesta en marcha al desplazar las estaciones penitenciales de sus centenarios recorridos. En 2018 el Ayuntamiento cedió a las peticiones de los cofrades y permitió por primera vez parar el tren ligero para dejar vía libre a la marcha de los penitentes por el cruce entre Dato y General Álava. Con la vuelta tras la pandemia, de nuevo el servicio de tranvía y autobuses evitará el recorrido de la procesión entre las 20.30 y las 22.30 horas.
Superado este escollo, este año se ha sumado una nueva piedra en el camino. Los nazarenos tropezarán con las obras de la futura Plaza de la Memoria, en marcha desde el pasado enero. Si en su última salida la comitiva bajó desde Mateo Moraza por Lehendakari Aguirre hasta la calle Postas, esta vez los cofrades tendrán que rodear el Memorial de las Víctimas del Terrorismo para llegar a Olaguíbel y ahí empezar un zig-zag a través de Fueros, Postas y Paz para devolver las preciadas tallas a su depósito en la Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados.
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