«Parecía que se iba a hundir el techo»
El impacto del granizo en Mendizorroza ha asustado a los espectadores del festival del Jazz, y en los barrios
S. Echeazarra | R. Cancho | D. González
Jueves, 6 de julio 2023
«Parecía que se iba a hundir el techo». El fuerte sonido del impacto del granizo en la cubierta del polideportivo de Mendizorroza, donde se celebra el Festival de Jazz, llegó ayer a asustar a los espectadores que se encontraban dentro. La granizada obligño este jueves a retrasar un poco el inicio de los conciertos, traslada la organización.
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«Parecían rocas en vez de granizo, daba miedo»
Mientras, en el barrio de Lakua-Arriaga se formaron grandes balsas en el segundo tramo de la calle Voluntaria Entrega. «Los sumideros se atascan y el pavimento de la calle está en mal estado, lo que provoca que se anegue, necesitamos que se reforme», demandó Ángel Lamelas desde la asociación de vecinos Ipar-Arriaga.
Por su lado, en la zona Este de Vitoria, «en Bulevar de Salburua se formaron ríos que no había visto en la vida, hay contenedores desplazados», aseguró un portavoz de la agrupación vecinal Burdinbide. El agua bajó con intensidad «desde la rotonda de la Ilíada hasta la de la Unión». En este sentido, señalaron que había algunos desperfectos en los coches estacionados en la calle y las vías del tranvía están inundadas.
Tráfico parado
En el sur de Vitoria, entre Armentia y Adurza, la granizada empezó a golpear en Mendizorroza. Todos los coches que circulaban pararon y aparcaron en el parking, donde algunos conductores confesaron haber pasado momentos de mucho miedo. Las bolas de granizo caían sobre cristales y carrocerías como proyectiles.
El BEI, mientras tanto, tuvo que detenerse durante más o menos diez minutos. La granizada avanzó luego hacia Adurza, donde además de destrozar ramas de árboles y provocar numerosas balsas rompió las claraboyas de los tejados. Cuando amainó, los conductores que estaban dentro de los coches pudieron comprobar los daños. Todo el mundo sacaba fotos para enviar a los seguros.
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Mohamed arribó a Vitoria desde su Argelia natal hace ocho años y nunca había vivido una situación como esta granizada. «Parecía que nunca iba a parar. Ha sido tremendo», explicó este minorista, que regenta una tienda de telefonía en la calle San Antonio, en pleno centro de la capital alavesa. Minutos después del aguacero de furia y bolas de nieve, su local parecía una piscina.
«Estamos sacando el agua como podemos. Afortunadamente la mercancía no ha sufrido daños, pero el suelo…». Esta tormenta inclemente ha sacado lo mejor de sus vecinos. Jordi bajó a ayudarles. Lo mismo que el personal del Perretxico, pegado a su tienda. «Así da gusto, hasta en los malos momentos hay cosas buenas», alabó.
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