«La pandemia convirtió el cambio climático en una lucha de tercera»

- Se define como activista ecofeminista

- Eso solo quiere decir que soy una persona que cuando planteo mi activismo trato de buscar sinergias entre el ecologismo y el feminismo. Desde la perspectiva de que somos mujeres que vivimos en un medio natural y que tenemos una forma de relacionarnos con el resto y con la naturaleza marcadas por dinámicas de dominación, explotación y subordinación que nos convierte en recursos apropiables.

- Es una de las caras visibles de 'Fridays for Future' en Cataluña, ¿cómo ve de activo al movimiento en Vitoria?

- La situación ha cambiado, también en Cataluña. En todo el mundo hemos sido atravesados por la pandemia. Estábamos creciendo, teníamos el foco mediático y la pandemia desplazó al cambio climático. En Cataluña tenemos fuerza porque hay otros movimientos que nos apoyan alrededor y en Vitoria no sé cómo han evolucionado, pero sí tenían a un grupo de chicas interesante.

- ¿Siente que el cambio climático ha pasado a segundo plano?

- Sí que hay la sensación de que no interesa, que vuelve a ser una lucha de tercera. Pero también sabemos que si va a haber cambios deben tener perspectiva ecológica. No puede ser solo sustituir una energía por otra o hacer algo más 'verde'. Hablar de esto implica cuestionar las dinámicas del mercado desde espacios más socialistas o anticapitalistas.

- Sin embargo, con la guerra, el foco está más que nunca en la dependencia del gas

- La ecología atraviesa todo en tu vida cotidiana desde el urbanismo, la energía, la alimentación... Entender que lo ecológico no se relaciona con todo no tiene sentido. Del mismo modo con el feminismo no es solo hablar de violencia de género, también de las relaciones humanas.

- ¿La guerra y la pandemia son un paso atrás?

- Desde el auge del ecologismo en 2019 la etiqueta verde se ha vuelto un concepto vacío. Es muy fácil agarrarse a él. En el feminismo también sucede. Hay gente que ya se cree feminista por ponerse un lazo morado. Se ha hecho un lavado verde de imagen. Lo vemos con los fondos europeos y cuando se plantea que la nuclear y el gas sean energías de transición.

- Ya hay franjas en las que nos podemos abastecer solo con renovables, ¿se desaprovecha la oportunidad de ser líderes?

- No lo sé, pero sí tengo la sensación de que ningún cambio va a la raíz del problema. Cambiar todo por renovables solo significaría grandes hectáreas de renovables. Y con sustituir no se acaba el problema, no se trata de que sea la energía más barata y verde, sino de que nadie tengan que sufrir por acceder a la energía.

- En Álava hay proyectos eólicos, pero los pueblos se oponen, ¿hacen bien?

- La cuestión es quién es propietario de la energía y quién decide en qué terrenos y cómo se va a producir. Debe haber democracia en ese proceso. Ahora todo está en manos de un oligopolio. Son empresas privadas que van a comprar terrenos sin mediaciones. En Cataluña no tiene sentido que la mayoría de parques se ubiquen en Lleida cuando el mayor consumo está en Barcelona. Lo mismo con Castilla o Aragón. No son zonas vacías, sino que tienen mucha biodiversidad y tiene sentido que se opongan. Por ejemplo, las comunidades energéticas son otro modelo de autogestión.