El «duro camino» al atril de Pablo Urbina
El joven director de orquesta vitoriano se muestra ilusionado tras tomar la batuta de la Banda Municipal. «Fue un placer, un hito. La música en directo es pura magia»
Ese café despertó en Pablo Urbina sabores dulces y a la vez amargos, un doble sentimiento que seguro invade a muchos otros artistas. El camarero ... que se lo sirvió se había alegrado al verle en la prensa en la antesala del concierto que dio el miércoles en Vitoria, su ciudad natal. Es la imagen que revelaba el éxito y la cara de la moneda. Pero está la cruz, ese otro regusto que deja el recordar que el camino no fue sencillo. Tampoco para este director de orquesta. Como pasa con frecuencia con el talento local, Pablo Urbina tuvo que emigrar para forjar en cuatro continentes la música con la que deleita al mundo, todo fruto de una pasión a la que no quería renunciar. «Esta es una profesión bonita en la que a veces solo vemos el resultado, pero el camino es duro. Por detrás hay una complicada carrera». Ahora es él que que marca su ritmo.
Y esta vez elevaba la batuta en su ciudad natal. «Fue especial. Un placer, un hito. Pese a mi juventud -33 años-, he hecho ya cientos de conciertos por todo el mundo, pero estar en casa siempre es único», confesó el director principal de la Orchestra Vitae de Londres tras ponerse al frente de la Banda Municipal como artista invitado. La ilusión que le invadió al ver las butacas se desbordó al fijarse en nueve personas: sus familiares. «Fue una oportunidad brindar a los que me han seguido a distancia un concierto con el que hacerles partícipes de mis éxitos y periplos».
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De ahí que llamase 'Desideratum' al programa. Una historia contada con melodías que empezó a escribir a los 17 años, cuando voló hacia la Joven Orquesta de San Diego. Pero esta semana el foco no lo fijó en su persona, sino en «los grandes compositores que me han acompañado y marcado en mi vida». Abrió apetito con 'Overtura for a Celebration', de José González Granero, con quien se formó en Estados Unidos. Siguió con 'Coalescence', 'Concierto para saxofón' y 'Una aventura de Don Quijote', de Jesús Guridi, como homenaje a Vitoria.
La propuesta anticipaba lo que acabó ocurriendo, con una sala que disfrutó bajo su dirección. «Los conciertos en directo tienen esa magia que no se puede conseguir con los streaming, ni con los vídeos. Los directos son irremplazables, permiten generar esa sinergia entre el público y los músicos. Y yo tengo la enorme suerte de estar en el mejor sitio, siendo el testigo de esta 'partida de tenis' en la que uno da y el otro devuelve con más fuerza. Y eso me pone los pelos de punta».
La música como medicina
Le entusiasmó. Y todo fruto de un cúmulo de casualidades. «En Año Nuevo hablé con Luis Orduña, director de la banda vitoriana, para decirle que para mí sería un placer trabajar con la banda. Me respondió que tenía en mente esa propuesta». Asumió el reto con ilusión. Acostumbrado a dirigir grandes orquestas agarró la batuta con las mismas ganas, sin distinción. «Quizá para otros esto pase sin pena ni gloria, pero para mí es ilusionante. Esas diferencias entre banda y orquesta no pueden existir, lo que nos debe empujar es hacer música».
Y el resultado reforzó su mensaje. «La banda tiene una calidad excelente, funcionan muy bien, con resultados magníficos». «¿Una orquesta de Vitoria? Cuanto más, mejor, pero también es cierto que saturar el mercado podría ser un problema. La Orquesta de Euskadi ya se encarga de llegar a los tres territorios», sostuvo. En esa línea, abogó por «maxificar los agentes actuales y crear sinergias entre ellos» para que cale en la sociedad. «En Vitoria hay una clara apuesta por la música clásica y la cultura en general. Si creamos ese arraigo es difícil que la ciudadanía quiera desprenderse de ella».
También por su faceta social. Urbina participa en el proyecto The Amber Trust que provee clases de música y ayuda a través de la educación musical a personas ciegas o con problemas de visión. «Con la música siempre busco conseguir un impacto social, como con este programa. Aunque sea una sola persona me doy por satisfecho», confesó este director que marca sus pasos.
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