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Judith Romero
Miércoles, 17 de junio 2020, 00:30
Patricia Entrena, propietaria de un local comercial y franquiciada de Adolfo Domínguez desde hace 25 años, se sorprendió ayer al encontrar empapelada su tienda ... de ropa en la calle Prado. «No sabíamos ni quiénes eran Talka hasta que llegó la Policía, no entendemos qué tenemos que ver con esta historia. Pedimos respeto», lamenta esta autónoma que pasó la mañana intentando despegar el papel que cubría por completo su escaparate.
El colectivo feminista Talka atacó su tienda con un cartel en el que reclama regresar a los locales que ocuparon en la Correría, lonjas donde en el pasado hubo una tienda de la misma marca. Entrena, que también vio cómo la cerradura de su tienda había sido sellada con silicona, ha interpuesto una denuncia contra el ataque, que quedó captado por las cámaras de seguridad de los comercios e instituciones de la calle.
«Cinco chicas esperaron a las doce de la noche para desplegar el cartel sobre el escaparate y dañar la cerradura», explica Entrena. Para ello se sirvieron de silicona y un palillo. La propietaria recuerda que, aunque venda ropa de la firma Adolfo Domínguez, su establecimiento nada tiene que ver con el que Talka ocupó en la calle Correría el pasado mes de noviembre. «Esa tienda estuvo abierta tres o cuatro años y pertenecía a la cadena de ropa, pero este local es mío. No tengo nada que ver con las ocupaciones», explica. Pese a todo, el cartel con el que ayer empapelaron su tienda rezaba 'Talkara bueltatuko gara' (Volveremos a Talka).
Tras acceder en varias ocasiones al palacio de los Álava-Velasco, que terminó siendo recuperado por su propietario en febrero de 2019, el colectivo feminista se instaló en la antigua lonja de la cadena Adolfo Domínguez en la calle Correría, sin actividad comercial desde hace años, el pasado mes de noviembre. A principios de mayo los propietarios legítimos trataron de impedir nuevas entradas en su propiedad tapiando la entrada con ladrillos. Con la tarea a medias después de que se presentaran en el lugar supuestas integrantes de Talka, finalmente el cerrajero bajó la persiana y colocó un candado impidiendo el acceso. Apenas una semana después la Ertzaintza desbarató un nuevo intento de volver a entrar.
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