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Una auténtica «odisea». Es lo que han vivido decenas de vecinos de Vitoria tras un viaje a Palma de Mallorca. Su escapada se torció ... cuando tocó coger el avión de vuelta este pasado domingo. El vuelo que iba a llevarles de regreso a Foronda tuvo que ser desviado por mal tiempo. ¿El desenlace? «Al final hemos tardado 12 horas».
Así lo relata a EL CORREO Javier, uno de los pasajeros afectados. Este vecino de la capital alavesa tomó en el aeropuerto balear, junto con el resto del pasaje, el avión de regreso correspondiente al vuelo de la compañía Ryanair. El despegue estaba programado poco antes de las seis y media de la tarde, pero salió con «unos 45 minutos de retraso, pasadas las siete».
Cuando el aparato -con cerca de doscientas plazas, iba «lleno»- se encontraba «cerca» de la pista alavesa, el piloto informó que se redirigía a Madrid «a causa de la tormenta eléctrica». «Primero lo anunció en inglés» y muchos viajeros, prácticamente todos españoles, no fueron del todo conscientes, pero «pasados varios minutos ya lo dijo en castellano». Este pequeño retardo con el idioma no gustó a los afectados. «Para vendernos lotería, ahí sí, solo lo decían en castellano».
Finalmente aterrizaron en Barajas «hacia las 21.30». «Nos dijeron que nos iban a desplazar en autobuses hasta Vitoria y que esperáramos a los autocares, que llegarían sobre las diez», cuenta Susana, otra de las viajeras. Ella, para evitar perder más tiempo, junto con otras compañeras, optó por contratar y pagar de su bolsillo un coche de alquiler y consiguió llegar a la capital alavesa para la una de la madrugada.
Para los que viajaron en bus, aún quedaba una larga espera. «Los vehículos, de dos pisos, no vinieron hasta las doce menos veinte de la noche. Llegamos a Vitoria para las cuatro de la mañana ya del lunes. Nos dejaron en Foronda, no en la ciudad», explica Javi, que afortunadamente tenía su vehículo estacionado en el parking del aeródromo alavés. El resto tuvo que buscar alternativas para volver a sus domicilios. «Yo no vi taxis». En total, desde que acudieron al aeropuerto de Palma «sobre las cuatro de la tarde» hasta que lograron llegar a la terminal alavesa, transcurrieron doce horas. Medio día para un vuelo que no iba a suponer más de tres horas.
Pero encima de la demora, durante el tiempo de espera en la terminal madrileña «nos llevaron a una zona que ni siquiera tenía asientos, así que nos tocó esperar en el suelo. Y tampoco nos dieron nada de comer ni beber. Ni un botellín de agua». La compañía «nos dijo que compráramos algo y después solicitáramos el reembolso», pero a esas horas y en esa zona concreta solo había máquinas expendedoras, que no dan ticket, y encima estaban medio vacías, describe Javi. La gente arrasó con lo poco que quedaba, «muchos ni siquiera pudieron comprar nada».
Afortunadamente, este vitoriano había pedido el día libre este lunes en su puesto de trabajo. «Pero otros de los que viajaban conmigo han ido a trabajar prácticamente sin casi haber dormido. Alguno entraba en el turno de mañana».
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