«El ocio nunca se ha visto como algo prioritario para personas como yo»

– En realidad usted estudió sexología. ¿Por qué?

– Siempre me ha apasionado. Cuando tuve el accidente (se quedó tetrapléjico por una mala zambullida en el mar con 17 años) recibí mucho apoyo en diferentes ámbitos de la vida, sin embargo, nadie me hizo ninguna mención a la sexualidad. Yo ya era sexualmente activo, tenía asumido el rol de hombre fuerte y dominante, así que tras el accidente tuve que reinventarme.

– ¿Cómo lo hizo?

– Fue un proceso largo que me provocó mucha frustración. Aunque me parecía indispensable para derribar todos esos mitos y prejuicios que hay acerca de la sexualidad de las personas del colectivo y hacérselo ver a la sociedad.

– ¿Qué más reivindican desde Eginaren Eginez?

– Nosotros perseguimos la igualdad de derechos y la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad física. Buscamos hacer incidencia política y social. Queremos que todas las personas puedan desarrollar proyectos de vida autónoma en todos los ámbitos de sus vidas, desde el empleo hasta el ocio o el transporte. Y, para ello tenemos programas específicos dirigidos a mujeres o al colectivo LGTBi, por ejemplo.

– Hagamos memoria. ¿Qué cambios han logrado en este tiempo?

– Una de las luchas más importantes que realizamos fue la adaptación del tranvía (en 2008 pidieron que se paralizaran las obras porque el 'metro ligero' incumplía la ley de accesibilidad). A Eginez no le gusta recurrir a la vía jurídica porque genera muchísimo desgaste, además de que son procesos muy largos y difíciles, como en ese caso... Estuvimos once años, y a pesar de que finalmente ganamos, nadie nos quita todos esos años sin acceso a él.

– No es el único ámbito en el que han denunciado falta de accesibilidad.

– Existen muchas dificultades relacionadas con el ocio y el tiempo libre, también porque nunca se ha visto como algo prioritario o algo en lo que haya que realizar una inversión.

– Explíquese.

– Mire, el mes pasado nos cancelaron un vuelo en Bilbao y tuvimos que hacer noche allí. Casi no salimos del aeropuerto porque en ese municipio no hay taxis accesibles para todas las personas. Tuve que dejar mi silla en el aeropuerto y moverme con una de las plegables para poder coger un taxi turismo que me llevase hasta el hotel. Me parece muy bien que las competencias las tengan las compañías de taxis, pero no pueden dejarnos sin servicio.

– ¿Se le ocurren otros ejemplos?

– Claro. Otra cuestión importante es que hay muchas personas del colectivo que necesitan la intervención de otra persona, ya sea un amigo, familiar o su asistente personal en los momentos de ocio. Esas personas se encargan de que las personas en situación de discapacidad puedan disfrutar en igualdad de condiciones, por lo que el compañero no debería de tener que pagar la entrada. Porque su función allí no va a ser ver un concierto o pegarse un baño sino cuidar de la persona discapacitada y proporcionarle un servicio para mejorarle la calidad del momento.

– ¿Qué imagen cree que tiene la sociedad de ustedes?

– Las cosas han cambiado mucho en este aspecto. Hace muchos años las personas del colectivo eran mucho más invisibles porque tener a una persona con discapacidad en la familia era algo vergonzante, así que estas no participaban en la vida pública. La imagen que había era la de la condescendencia, pero lo que en realidad había era miedo a lo diferente. El hecho de que hoy compartamos más espacios como conciertos, playas, bares, el trabajo o las aulas hace que hayamos normalizado y derribado ciertos estereotipos.

– ¿Cómo se podría fomentar la conciencia social?

– Lo que hace falta es el conocimiento. Posiblemente haya cosas en las que nunca hubiera reparado antes de hablar conmigo. Hay que fomentar el hecho de que las personas que no están en situación de discapacidad tengan la oportunidad de conocer y comprender a aquellas que sí lo están. En Eginez todo lo que hacemos tiene como objetivo generar una sociedad en la que no solamente coexistamos, sino que realmente convivamos.