Los nuevos ángeles de la guarda
9 policías locales integran la Unidad de Menores. Cumplen un año de conjura contra las drogas, los abusos y el acoso escolar a los más jóvenes
Ekaitz, de 15 años, abusó sexualmente de una conocida. Marlon, de 16, ha llegado a deber mil euros al proveedor que le suministra la droga ... que luego vende a sus compañeros de colegio. Ahmed, trece añitos, robó un coche de alta gama para cruzarse media ciudad y estacionarlo enfrente de su centro foral. Los nombres son ficticios; sus casos, bien reales. Sintetizan el devenir diario de la Unidad de Menores de la Policía Local, que acaba de celebrar su primer año de vida.
Han visto -y vivido- de todo en este periodo sus nueve componentes. Ocho policías y un agente primero. Todos voluntarios. La mayoría son padres. Amasan más de mil actuaciones con menores de edad. Su vértice lo conforma su cruzada contra el consumo de drogas, el acoso escolar y los abusos sexuales. Porque estas trampas, hay bastantes más, afectan a más chavales vitorianos de lo que parece. En su escaleta de desvelos los hay procedentes de entornos desestructurados, pero también integrantes de las mejores familias. EL CORREO lo ha verificado después de patrullar durante una jornada completa a la vera de estos agentes locales.
Bandas juveniles, peleas concertadas, la sorprendente implantación del porro, el alcohol de fin de semana, las fugas de casas paternas y de centros de menores. Los nuevos ángeles de la guarda de la ciudad bregan con una agenda intensa. Su horquilla principal abarca a los menores de 12 a 17 años. Con una actividad intensificada los meses veraniegos y descendente en invierno. Más tiempo en las calles, mayores interferencias.
Desde julio del año pasado, la amplia nómina municipal de parques, los aledaños de colegios o la telaraña de lonjas juveniles se han convertido en su hábitat natural. Los ocho agentes se mimetizan con el escenario. Escrutan y, en caso de necesidad o delito, actúan. Su superior, de nombre Rubén, pone la cara. «Ya me conocen casi todos. Hago un poco de embajador y así mis compañeros no se 'queman'», describe este cabo con más de una década de servicio y reconvertido en guía de plumillas por un día.
De las aulas a las calles
Tras visitar tres colegios por la mañana, a la tarde toca callejear. El parkour de Lakuabizkarra acumula muchas quejas vecinales por ruidos, suciedad y, en menor medida, consumos de droga y alcohol. Un nutrido grupo de chavalillos zigzaguea, parlotea y devora chuches. Pronto varios curiosos rodean al 'secreta'. Éste les cuenta su cometido. Una charleta amistosa en la que cuela sugerencias cívicas. «Mantened la zona limpia», «cuidado con esas bicis, chicos». Ni una palabra más alta que otra. Comercial nato.
Observan la escena un par de madres. Pilar Fernández celebra la nueva unidad. «No les conocía. Me parece una muy buena iniciativa». Coge el testigo su amiga Yolanda Azurmendi. «Ahora con los móviles todo corre más. Y es más difícil educarles». Rubén también sabe encajar. «¿Por qué tienes el brazo tan fuerte? ¿De coger la 'pipa'?», le espeta con mirada traviesa Jokin, un diablillo de doce 'primaveras'.
No siempre resulta tan agradable. La ronda continúa en los alrededores de la catedral nueva, uno de los epicentros juveniles. Hay una cuadrilla en cada banco. Algunos menores, quizá por hacerse los malotes, sacan los paquetes de cigarrillos. Causa sorpresa el alto número de quienes le dan al porro. De marihuana y hachís. Y a la vista de cualquier paseante. «Fuman más que beben», ataja preocupado el policía.
El agente de paisano sorprende a varios adolescentes en plena calada cannábica. La consecuencia suele ser una multa de 600 euros, que acabarán pagando los tutores legales, o una visita a la comisaría de Aguirrelanda, donde reciben unas charlas y realizan un trabajo conocido como «el 'power point'». Sentada en un lateral del templo, C., chica de 14 años, lo conoce muy bien. «Tuve que hacerlo hace poco», confiesa con gesto resignado y pitillo encendido oculto en una mano.
-Eres muy joven. ¿Por qué fumas porros?
-Tuve una mala época. Problemas sentimentales... Me dejó el novio. Ahora ya soy buena, muy buena. De verdad.
«Labor individualizada»
La unidad nació la pasada legislatura de la mano del socialista Carlos Zapatero. Su sustituta en Seguridad Ciudadana, Marian Gutiérrez, también del PSE, cree firmemente en su utilidad. «Su trabajo tiene un valor enorme. Los menores son un colectivo muy vulnerable. Las familias muchas veces no saben cómo afrontar los problemas y situaciones que puedan estar sufriendo o protagonizando sus hijos y que, además, desconocen. Les servimos de gran ayuda», desglosa la concejal.
¿Cómo responden los jóvenes ante las intervenciones de este grupo especializado? «Al principio suele haber recelo. Especialmente del que viene gamberro. Luego, tras trabajártelo, porque el secreto está en la labor individualizada, ellos mismos se dan cuenta de que nos preocupamos por su bienestar, que buscamos ayudar. Ahí sí te lo agradecen», apunta el agente primero. «Una frase que nos repiten mucho es 'nos escucháis'».
Las frases
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Rubén |agente primeroUnidad Menores Policía Local «Al principio te reciben con bastante recelo. Luego muchos nos dicen: 'Nos escucháis»
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Marian Gutiérrez | Concejal de Seguridad Ciudadana «Son de gran ayuda, ya que muchas veces las familias no saben cómo afrontar situaciones de sus hijos»
En su contexto
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1.071 actuaciones ha registrado la Unidad de Menores desde julio de 2018, cuando salió a las calles, hasta la actualidad. Destacan los asuntos relacionados con drogas (113), peleas y discusiones (87) y con el consumo de bebidas (87). Han buscado a 49 menores desaparecidos y han mediado 34 veces en problemas familiares.
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Nueve agentes Ocho policías y un agente primero integran este grupo especializado, creado en la pasada legislatura por decisión del socialista Carlos Zapatero. Los padres son mayoría en esta unidad.
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42 colegios de Secundaria de Vitoria están bajo su foco. Cada patrulla -hay cuatro distintas- controla diez centros, agrupados por zonas geográficas. Los más problemáticos están señalados con rojo. Amarillo a los que registran altercados puntuales o menores y el verde se reserva a aquellos que son una balsa de aceite.
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Fiestas de La Blanca'19 La semana más grande del año supuso un punto de inflexión para este grupo. Adaptaron sus horarios a la especial idiosincrasia de las fechas festivas. Patrullaron tardes y noches. Abrieron la friolera de 46 expedientes por consumo o tenencia de estupefacientes, otro por falta de respeto a un agente de la autoridad y uno más por tenencia de arma blanca.
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