Álava buscará ubicaciones para otros parques eólicos tras la renuncia a Arkamo e Iturrieta

Nuevas instalaciones que, en cualquier caso, seguirán teniendo a Álava como principal y único protagonista, ya que siguen sin conocerse planes de este tipo para Bizkaia o Gipuzkoa. Son proyectos que, además, deberán tener unas «dimensiones importantes» porque -como coincidieron las instituciones- las pequeñas iniciativas, las estaciones de autoconsumo o la idea de situar los tejados de los edificios con placas solares «no son suficientes» para cubrir la demanda que tiene una provincia con un carácter eminentemente industrial, que supone un 34% del gasto total.

Y es que los proyectos de Azáceta y Labraza, los que siguen en pie, apenas generarían un tercio de los 250 megavatios (Mw) que habían calculado los socios de Aixeindar con el desarrollo de cuatro parques de gestión público-privada. Este revés, además, coloca aún más lejos la posibilidad de cumplir con los objetivos de la recién aprobada Ley de cambio climático, que establece que para 2030 -es decir, dentro de tan sólo ocho años y tres meses- se debe alcanzar una tasa de penetración de las renovables del 42% cuando ahora mismo apenas se acerca a un 7% en el País Vasco.

Una de las primeras alternativas que se ha colocado sobre la mesa es 'estirar' el parque de Azáceta y sumarle más aerogeneradores. Una cuestión en la que volverán a encontrarse de frente con los colectivos ecologistas por situarse en las inmediaciones de una zona de la Red Natura 2000.

«Es necesario pensar en nuevos proyectos de renovables en Álava», reconoció el diputado general, Ramiro González. «Han de ser las empresas que los impulsan quienes busquen esos emplazamientos» más apropiados, reclamó, colocando la 'pelota' sobre el tejado de Iberdrola y de inversores privados como los que ahora miden la intensidad del viento en las cumbres de Arlaban (Aramaio) y Cantoblanco (Añana). Remarcó que deberán ser «compatibles» con la defensa de la biodiversidad para no correr la misma suerte que Arkamo e Iturrieta. De esta manera insistió en la defensa de los contundentes informes forales que en mayo publicó este periódico y que ya alertaban de los posibles daños «permanentes e irreversibles» que pudiesen suponer estos proyectos sobre diferentes especies de la naturaleza, que podían superar «el nivel admisible» y un «perjuicio muy grave sobre los procesos ecológicos esenciales y la integridad del espacio».

«Queremos avanzar con una clara apuesta por la extensión de parques eólicos de una dimensión importante», dijo por su parte la consejera Arantxa Tapia. La titular de Desarrollo Económico y Medio Ambiente 'enterró' definitivamente los proyectos para Arkamo e Iturrieta por no ser posible llevarlos adelante «sin que los daños sean sustanciales». Una cuestión que su departamento debía conocer 'a priori' por haber trabajado en el pasado para la protección medioambiental de estas zonas.

«No tenemos una capacidad de generación suficiente, acorde con las capacidades industriales. No habrá un caso similar en el mundo donde se disponga de capacidades industriales y tecnológicas locales para construir una estación eólica de principio a fin y, sin embargo, no haya mayor número de parques en funcionamiento», criticó Tapia con la mirada puesta en los colectivos ecologistas y a la oposición política.