
Vitoria, 45 años de capitalidad / 4
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Vitoria, 45 años de capitalidad / 4
El nacionalismo y la II República han sido dos de los aspectos en los que el historiador Santiago de Pablo ha centrado buena parte de ... su carrera. Dos cuestiones que, en su opinión, fueron determinantes para la elección de Vitoria como sede del Gobierno y del Parlamento vasco, lo que le convierte en la capital de facto de la comunidad autónoma desde hace 45 años. Una decisión que, en cierta manera, sirvió para amortiguar la crisis industrial que en los ochenta se cebó sobre todo con Bilbao y la Margen Izquierda.
- ¿Ha merecido la pena todo este proceso?
- Ha sido muy positivo para la ciudad desde un punto de vista simbólico, pero también a nivel práctico porque ha contribuido a fortalecerla con su crecimiento.
- Poco tiene que ver la situación con la de 1980.
- Lo cierto es que la gran transformación tuvo lugar aquí en los sesenta, cuando pasó de ser una ciudad pequeñita a una industrial. Pero la capitalidad sirvió para continuar en los ochenta con su expansión territorial con la construcción de los nuevos barrios y el aumento de población como consecuencia de la inmigración, que para mí ha sido el cambio más significativo de los últimos años.
- Hasta cierto punto sirvió para sortear la crisis industrial de los ochenta que se cebó con ciertos puntos del País Vasco.
- Las crisis siempre se notan y Vitoria no fue ajena. Pero lo cierto es que no tuvo nada que ver con la transformación y el desmantelamiento industrial que sufrieron Bizkaia y la Margen Izquierda. Vitoria sigue siendo una ciudad muy industrial, pero la capitalidad sirvió para añadir toda esa parte de servicios y el peso institucional de todos los funcionarios autonómicos o la propia Universidad del País Vasco. A veces puede verse eso como algo menos dinámico, pero en realidad ello también tira de los sectores privados.
- ¿Pudo servir para 'vasquizar' el territorio histórico menos vasco de los tres?
- Se hizo para igualar ese sentimiento autonomista vasco que ya era potente en Bizkaia y Gipuzkoa, y desde luego que se consiguió. Había sucedido lo mismo en el primer proyecto de Estatuto de la II República en el que estaban las cuatro provincias -incluida Navarra- y se pretendía que la capital fuese Pamplona porque precisamente era la menos vasca. Cuando en el segundo intento se quedaron tan sólo las tres, en 1933, se dijo expresamente que la capital o la sede de las instituciones era Vitoria pensando que era la menos vasca y la más problemática. El nacionalismo vasco ha crecido muchísimo desde 1980 y, de alguna manera, la presencia de las instituciones ha servido para ello.
- Ahora incluso EH Bildu gana las elecciones.
- Algo ha tenido que ver, pero aquí entran en juego factores de tipo generacional y, por supuesto, el fin de ETA. Esto último es determinante, aunque haya gente que no quiera hablar de ello y desgraciadamente crea que es mejor olvidar. Hay que aprender de nuestro pasado y recordarlo, pero también hay que entender que las nuevas generaciones piensan en parámetros bien distintos con otro tipo de estructuras o grupos sociales.
- ¿Qué papel juegan Álava y Vitoria en estos momentos en el engranaje político del País Vasco?
- La polémica y discutida decisión política de que Álava tenga los mismos representantes en el Parlamento vasco que Bizkaia y Gipuzkoa (25-25-25) aún teniendo menos población le dio una fuerza realmente trascendente. Y Vitoria tiene una presencia clave como capital de Euskadi y centro de la balanza entre Bilbao y San Sebastián.
- ¿Hay que reforzar esa figura de Vitoria dentro de Euskadi?
- Cuando las cosas se ven complicadas en política, lo mejor es no moverlas. Si bien es un tema simbólico, yo sí que recalcaría con más fuerza que Vitoria es la capital. Porque, aunque normalmente usemos el término capitalidad, sí que sería bueno a nivel práctico. La cuestión es que no sé si los partidos están dispuestos a abrir ese melón que podría crear más división por la falta de consensos. Y es que las provincias son hermanas, pero entre los hermanos también surgen divergencias como demuestra la cuestión del tren de alta velocidad (TAV) por Ezkio-Itsaso o Vitoria.
- ¿No elegir a Vitoria podría haber servido para aumentar la desafección de Álava respecto al resto?
- Habría hecho que el 'sarampión' de Unidad Alavesa hubiese tenido mucha más fuerza porque yo creo que el factor de la capitalidad contribuyó a que hubiera una mayor cercanía y aceptación de la autonomía. Hay que tener en cuenta que en los años setenta la situación en Álava era muy distinta a la II República, cuando sí que hubo más reticencias para incorporarse al estatuto vasco. El franquismo había hecho que la provincia cambiase a nivel social y político; el nacionalismo se identificó como antifranquismo. El alavesismo había bajado mucho en la Transición, aunque todavía existía ese temor y por eso se instaló la capital aquí. Si no, hubiese habido problemas muy grandes y la fuerza de Unidad Alavesa habría podido ser todavía mayor.
- Haciendo un ejercicio de política ficción, ¿qué supondría para Vitoria perder la condición de capital?
- Yo creo que daría lugar a una sensación de desánimo y desafección colectiva, pero tampoco sería la primera vez que nos sucede.
- Explíquese.
- Hay casos curiosos en la propia historia de Vitoria que demuestran cómo evoluciona la historia y la mentalidad. A finales del siglo XIX, la Capitanía General (de la VI Región Militar) se trasladó a Burgos y en Vitoria hubo un motín popular pensando que eso iba a ser el fin para la ciudad e iba a generar un importante problema económico. No sólo eso. En 1949 también se separaron las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa de la Diócesis de Vitoria, y hubo muchas protestas por lo que perdíamos. Como demuestra la experiencia, todo se supera.
- ¿Ve imposible que se abra ese melón?
- La verdad es que no creo que nadie desde Bizkaia o Gipuzkoa vaya a exigir que se aborde este asunto porque provocaría una falta de consenso que sería peor. Es lo que pasó en la época del lehendakari José Antonio Ardanza cuando se hicieron comentarios de que se podía explorar la posibilidad de cambiar las proporciones entre territorios para ser un poco más proporcional a la población. No por casualidad surgió a partir de entonces Unidad Alavesa.
- Decía Javier Rojo que con la «confrontación y bronca» actual no hubiese sido tan sencillo sacar adelante estos acuerdos.
- Yo creo que los historiadores y la comunidad académica no hemos destacado lo suficiente aquella época. Porque las decisiones que toman personas concretas realmente son muy importantes, y en este sentido el hecho de que Emilio Guevara -diputado general y portavoz del PNV en el Parlamento vasco en 1980- hizo una oferta de edificios para acoger las instituciones autonómicas fue el factor determinante que inclinó la balanza.
- Existe un importante consenso de que Guevara fue la figura determinante.
- Primero estaba esa decisión de poner la capital en la provincia y en la ciudad menos nacionalista de las tres. Y si encima ponen a tu disposición un antiguo colegio para ser Parlamento, una residencia para el lehendakari, un geriátrico como sede del Gobierno vasco, Arkaute para la Academia de la Ertzaintza... San Sebastián y Bilbao tenían complicado competir con semejante oferta.
A Santiago de Pablo le resulta complicado elegir su rincón favorito de Vitoria. Tiene muchos y necesita un rato para decidirse. «Yo estudié en Corazonistas y me encanta el paseo que hay hasta Mendizorroza. Lo he recorrido en innumerables ocasiones porque también es la ruta para llegar al estadio para ver al Alavés o para llegar hasta las campas de Armentia y a todo el extrarradio verde», explica el historiador de la UPV.
Pero no quiere olvidarse de todos esos paraísos 'green' que hay dentro de la trama urbana. Por eso coincide con el exalcalde Alfredo Marco Tabar a la hora de señalar el magnífico pulmón de El Prado como otro de sus puntos favoritos. «Yo de pequeño vivía por esa misma zona y era nuestra zona de juegos. Está cerca del centro de la ciudad y es donde la gente se reúne para tratar de aislarse un poco y disfrutar de la vida».
Pese al título de sede de las instituciones vascas y, por lo tanto, capital de facto de Euskadi, De Pablo cree que Vitoria sigue siendo «la joya desconocida para muchos vascos». «Yo creo que la gente se queda impresionada de la ciudad que tenemos porque es ciertamente sencilla. No tenemos un gran monumento que atraiga a la gente, pero observan que es una zona muy tranquila y fantástica para vivir», ensalza.
Uno de los aspectos más importantes de la historia moderna de Vitoria ha sido, según este historiador de la UPV, la llegada de inmigrantes. «La integración ha funcionado relativamente bien si lo comparamos con otras ciudades que han tenido problemas incluso de estructura urbana y barrios. Como cualquier ciudad hay estratos sociales diferentes, pero creo que hay cierta integración también interna», considera.
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