La muralla perdida de Salvatierra

Diversas fuentes a lo largo de la historia han asegurado que la piedra expoliada en este cerco medieval se desmontó durante la Segunda Guerra Carlista, entre 1872 y 1876, para reconstruir el castillo de Guevara que había sido volado por los isabelinos el 30 de noviembre de 1839 con una carga de pólvora de unos 3.300 kilos. Según algunas fuentes, «la inflamación fue instantánea y la detonación tan espantosa que llegó a oírse en Miranda de Ebro». Para reconstruirlo años después «se llevaron allí piedras de las murallas de Salvatierra, más de 10.000 carretas de bueyes». Dada por buena dicha información, el Ayuntamiento llegó a reclamar en varias ocasiones al Estado y a la reina Isabel II el pago del material de construcción tomado de su murallón, datado en el siglo XIII. Sin embargo, la indemnización nunca llegó a las arcas municipales.

Ahora, el geólogo Luis Miguel Martínez ha confirmado que en Guevara no hay «ni media piedra de la muralla de Salvatierra». La razón es que el material pétreo utilizado en ese castillo es diferente al de la vieja Agurain. «La piedra de la muralla de Salvatierra es caliza del Terciario, también llamada blanca alavesa. El 90% viene del Raso de Zezama, junto al puerto de Opakua, de donde ya sacaban piedras los romanos. Todas las lápidas romanas dispersas por los pueblos de La Llanada y las depositadas en los museos de Álava y Navarra salieron del Raso de Zezama. También la de las iglesias de Salvatierra procede de aquel lugar», asegura este experto que conoce cada una de las canteras antiguas de Álava, así como el origen de las piedras de las 487 iglesias alavesas anteriores a 1900, materia que aborda en su libro 'La tierra de los pilares' (2005). De hecho, mientras realizaba un trabajo sobre canteras antiguas, este investigador, autor de una veintena de libros, encontró un hueco cercano al castillo de Guevara de donde se extrajo la piedra para su construcción.

«Las piedras de esta fortaleza son unas calcarenitas del Cretácico Superior y se sacaron del mismo monte de Guevara», detalla. «Los castillos están en zonas elevadas porque cuentan con rocas que resisten mejor la erosión. Las canteras de todos los castillos que conozco están allí mismo. Puede haber algún sillar de fuera para algún vano, pero lo normal es que se extraiga del mismo lugar donde está la fortaleza», concreta.

A pesar de la falta evidente de todo ese material, la villa de La Llanada conserva buena parte de su murallón gracias también a las últimas reformas, aunque en algunos puntos ha sido modificado, se ha construido sobre él, se han abierto ventanas y hasta se ha construido un inusual frontón con la pared a la derecha.

A pesar de la confirmación de que los sillares no están en Guevara, la incógnita sobre el destino de tanto material continúa sin respuesta. «Es cierto que parte del material desmantelado fue reutilizado» en la propia villa, «pero ¿a dónde fue a parar tanta piedra? ¿Dónde están las piedras de la muralla de Salvatierra?», se cuestiona este experto.