Ellas rompieron la baraja
Un libro y el Bibat recuerdan a las naiperas que trabajaron para Heraclio Fournier. Eran «la aristocracia femenina obrera» y un símbolo local
La visita que Alfonso XIII realizó a la capital alavesa allá por 1902 revolucionó sus calles. Era el comienzo de su reinado y la ciudad ... decidió saludarle con un comité de bienvenida cuya composición se reservó a un puñado de vecinos, entre ellos, las naiperas que trabajaban para Fournier. Su presencia en este selecto grupo no resultó casual. Ellas representaban «la aristocracia obrera femenina por su consideración dentro de Vitoria y eran un símbolo del vitorianismo», explica el profesor de la UPV EHU Aritza Sáenz del Castillo. Su libro 'La historia de las naiperas de Heraclio Fournier. Expresión de una memoria viva' repasa el papel de estas mujeres a lo largo de siglo y medio en la fábrica y sustenta la exposición en torno a su figura que inauguró ayer el Museo Bibat.
En la enorme industria que se levantó sobre un montón de cartas en Vitoria a finales del siglo XIX siempre hubo hueco para las mujeres e incluso llegaron a ser mayoría en la plantilla. A finales de los sesenta ocupaban en torno al 60-70% del millar total de puestos. Las propias características del trabajo en Fournier, que requería empleados «minuciosos y con una psicomotricidad fina», por ejemplo, para tareas como el revisado de los naipes, favoreció su entrada en la fábrica ya que eran cualidades que se asociaban a ellas. Y, además, cobraban menos. Al principio se dedicaron a oficios considerados complementarios, desde la selección del papel a la supervisión de los pliegos, el coloreado, el corte de las cartas o el empaquetado. Unas labores que, recuerda Javier Berasategui, responsable de márketing de la compañía, aseguraban la «calidad» del producto. Ya en el siglo XX dieron el salto a la administración, el dibujo, el laboratorio químico... y también se convirtieron en maquinistas.
Comenzaron con tareas complementarias y en el siglo XX ocuparon puestos hasta de maquinistas
evolución
Sáenz del Castillo recuerda que hace 151 años, cuando Heraclio Fournier abrió su pequeño taller de impresión en la plaza de España, «el empleo de mano de obra femenino era muy controvertido». Pero las naiperas «gozaban de muy buena consideración en la sociedad vitoriana». En 1925, incluso, el término que denominaba su oficio se incorporó ya al diccionario de la Real Academia Española (RAE). «Heraclio fue un visionario, también en la integración de la mujer en el trabajo», reconoce el responsable de marketing de una firma que da salida hoy a sus barajas desde su planta de Legutiano a más de setenta países. «Es un icono del País Vasco y de España», remata.
Con 14 años y hasta la boda
Las naiperas también se convirtieron en «símbolo del vitorianismo», destaca el autor del libro, aunque en la ciudad ha habido otros oficios feminizados a lo largo de la historia local, como las cerilleras, las saqueras o las cartucheras. Las mujeres que entraban en la fábrica de Fournier solían rondar los 14 años y desarrollaban allí su carrera hasta los 25 o los 30, cuando contraían matrimonio. «Eso cambió con el tiempo y, al final del franquismo, las casadas empiezan a tener un peso importante», apunta tras haber buceado en los fondos históricos de la empresa.
De esos archivos han salido, por ejemplo, algunas de las amarillentas barajas, las tablas salariales o los antiguos convenios que nutren la muestra que albergará el Bibat hasta el 31 de enero de 2022. Ana del Val, diputada de Cultura y Deporte, asegura que esta exposición sirve de «homenaje a las mujeres que formaron parte de la fábrica en una época en la que el trabajo femenino no se asociaba a la industria». La publicación permite, además, «reconstruir» la vida de estas empleadas cuando colgaban la bata.
Dos opciones
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'La historia de las naiperas de Heraclio Fournier' es el libro firmado por Aritza Sáenz del Castillo a partir de sus investigaciones en los fondos históricos de la empresa. La publicación saldrá a la venta en abril y su precio será de 18 euros.
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'Naiperas. Una memoria viva' es la
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