«'Yo, Mentiroso' está inspirado en la realidad de la política española»

– Cierra una trilogía cargada de intriga y corruptelas. ¿Qué se puede avanzar de esta última entrega?

– En el caso de 'Yo, mentiroso' nos centramos en un tema de máxima actualidad. Está muy inspirado en la realidad de la política española entre 2016 y 2019 y habla de los casos de corrupción y de cómo la comunicación política intenta disfrazar, distraer e incluso directamente mentir para construir un relato. El protagonista del libro es uno de estos asesores de los que se rodean los políticos, cuidan su imagen y redactan los argumentarios que cada día repiten. Los políticos en este sentido aparecen como los intérpretes de un guion del que una serie de especialistas en comunicación se encargan para construir una mentira.

– No faltan unos asesinatos particulares.

– Hay una serie de muertes que tienen como ingrediente de suspense complementario que aparecen con la cabeza cortada y embotelladas. Como esos barcos que aparecen metidos dentro de una botella. El misterio es doble. Por un lado hay preguntas sobre quién es el asesino y cómo ha hecho para meter las cabezas en un frasco. Me he estado asesorando con vidrieros para saber si era posible y hay una serie de trucos con los que se puede hacer. Utilizando 'pyrex', este material que a veces tiene uso quirúrgico.

–De nuevo se ambienta en Vitoria. Aparece la Catedral de Santa María, la gran secuoya, la plaza de la Virgen Blanca... ¿El dibujante Keko trabaja a partir de imágenes de Vitoria que le envía?

– Es el tercer libro y creo que la presencia es aún más importante que en los dos anteriores y hay escenarios que para el lector vitoriano van a suponer el aliciente de reconocer y recrear recorridos que hacen los personajes. En el guion ya preciso el escenario y normalmente le doy la clave de Google Maps. Es un experto en esto lo que provoca que sea una de las personas que menos está en Vitoria, pero mejor conoce la ciudad.

– Las viñetas son en blanco y negro con detalles verdes. En 'Yo, asesino' era rojo el color y en 'Yo, loco', amarillos. ¿Es más que una decisión estética?

– El juego del tono que se utiliza desde un punto de vista estético entre blancos y negros muy rotundos introduce un tercer color y suaviza un poco la dureza del contraste. No queríamos que fuera solo un elemento estético, sino que tuviera también una función narrativa. Yo me empapo de tratados sobre simbología de los colores y entre lo que he leído hay una mayoría que hablan de un color identificado con la mentira. La razón no es muy convincente pero dice que en realidad el verde no es más que un azul con amarillo. Hemos utilizado estos colores también como pistas narrativas y funcionan como indicios.

– Sigue habiendo un fenómeno de adaptaciones al mundo audiovisual como 'Polar', de Víctor Santos. ¿Alguno de sus cómics ha despertado ese interés?

– He tenido muchos proyectos, pero ninguna concreción. He tenido unas cinco propuestas para adaptar 'El arte de volar' (Premio Nacional de Cómic 2010). La más cercana fue hace un par de años. Amenábar la quiso adaptar e incluso tuvimos una reunión con él y el productor, pero creo que vieron que la realización iba a ser muy cara. Al final vi que se habían inclinado a hacer la película sobre Unamuno ('Mientras dure la guerra') porque andaban detrás de una película que tuviera la Guerra Civil como fondo. La última petición que he recibido es de una compañía teatral francesa para adaptar 'El arte de volar' que también pasaría por España de gira.

– ¿De cara a 2021?

– Sí. Las últimas noticias son que hay un acuerdo para la cesión de derechos. Ha habido también propuestas de adaptación para 'Yo, Asesino', pero creo que no han prosperado.

– Durante estos meses se ha hablado de la solidaridad. Hay quienes creen que la pandemia obligará a cambiar ciertos hábitos de manera definitiva y otros que defienden que todo volverá a ser como antes.

– Yo soy bastante escéptico con respecto a lo que pueden durar los buenos propósitos que nos hacemos en momentos de dificultad. Por eso creo que los cambios que se puedan producir dependerán mucho de la trayectoria de la pandemia. Si la conseguimos controlar y mantenerla en lo sucesivo con una tasa de mortandad asumible como la gripe, no va a pasar nada. Lo he estado pensando mucho. Creo que antes vivíamos en un mundo en el que el conocimiento dependía de la propia experiencia. Y el conocimiento ahora no nos viene tanto de la experiencia, sino de la información. Estamos sometidos a una cantidad de información tan tremenda y por tantas vías que. a pesar de los peligros que encierra un sistema de explotación y crecimiento permanente, estamos tan implicados en una trama de intereses, beneficios y privilegios adquiridos. Ahora en la balanza se están equilibrando la bolsa y la vida para ver cuántos muertos nos podemos permitir para que se mantenga la viabilidad del sistema. Todos estos buenos propósitos de relacionarnos de otra manera con la naturaleza, el mercado y las instituciones públicas se pueden quedar en nada.