Dos menores impiden el tercer asalto a una mujer en Vitoria en cuatro días
Uno de los adolescentes persigue al ladrón y marca su huida a la Policía Local, que le detiene en Aretxabaleta. La víctima también se resistió al agresor
El tercer asalto a una mujer en cuatro días se quedó en intento. Porque la víctima de ayer miércoles, que fue golpeada con un palo ... en la cabeza a la altura de la calle Nieves Cano de Vitoria, se aferró con todas sus fuerzas a su bolso y dilató el ataque unos segundos preciosos. Y porque dos adolescentes, ambos estudiantes de un colegio cercano, vieron el forcejeo e intervinieron en su defensa, ajenos al peligro. Su irrupción provocó la huida del ladrón.
Uno de los menores se quedó con la agredida, con varias heridas producto del forcejeo y de su caída al suelo. Mientras que el otro corrió con todas sus fuerzas tras el caco que, pese a todo, consiguió hacerse con el bolso. No paró este joven hasta cruzarse con un motorista de la Policía Local, al que aportó una pormenorizada descripción del fugado.
Minutos después, patrulleros de la Guardia urbana le capturaron en un camino de parcelaria de la zona de Aretxabaleta, a medio kilómetro del lugar de los hechos. El ladrón, un vecino de Vitoria de 26 años, pasará esta mañana de jueves a disposición del Juzgado de Instrucción número 2. La Unidad de Investigación de la Policía Local estudia su posible participación en más robos.
«Hemos salido un segundo del colegio y lo hemos visto todo. Al principio pensábamos que eran unos chavales que se estaban tirando de las mochilas. Pero luego hemos oído cómo gritaba ella y hemos corrido», señalaron a EL CORREO. Uno se quedó a ayudar a la mujer y guardando sus bicicletas. «Ya sólo faltaba que nos las hubieran robado», dijo con sorna. Mientras que su compañero inició la persecución.
«Ha tirado el bolso a medio camino». Haciendo caso omiso del señuelo, el adolescente mantuvo el cerco. «A ver, sí tenía algo de temor de que, al girar alguna esquina, pudiera encontrarme con cinco o seis amigos suyos que le estuvieran esperando». Al menos en esta ocasión, este ladrón actuó solo. Ya plena luz del día. A las 12.35 horas, a la altura de la trasera de Ajuria Enea, una zona plagada de cámaras y de efectivos policiales. De hecho, dos ertzainas del servicio de escolta del Gobierno Urkullu de paso por Nieves Cano pararon. Uno también salió tras el ladrón a la fuga.
A pesar del fuerte dolor en una rodilla, esta mujer era todo gratitud hacia sus dos salvadores. «Sólo puedo agradecerles su ayuda», explicó aferrada de nuevo a su bolso. «Está todo», indicó aliviada. «Tengo un golpe en la rodilla, pero creo que estoy bien». Por si acaso, y como prueba para el futuro proceso judicial, acudió a Urgencias de Santiago donde la sometieron a un examen.
«No me vas a robar»
El ataque se produjo por la espalda, por lo que no vio a su atacante hasta que lo tuvo encima. «He notado que me daban en la cabeza, fíjate que he llegado a pensar que era un amigo gastándome una broma. Luego me ha agarrado el bolso y hemos estado más de cinco segundos forcejeando», describió la víctima. «La ha arrastrado unos diez metros», completaron los dos menores.
Pese al susto y a la violencia de su agresor, la mujer no se rindió. «Hacía toda la fuerza que podía y pensaba 'no me vas a robar'». Esos segundos de resistencia resultaron vitales para llamar la atención de los estudiantes y abortar el tercer ataque a una mujer en Vitoria en cuatro días.
Ellos se quitaban importancia. «Es lo que hay que hacer, no hemos hecho nada raro», se justificaron. Pasadas las 13.00 horas, ambos chicos se impacientaron. «Nos vamos, entramos tarde a clase y no queremos que nos echen la bronca».
«Tenemos miedo a más ataques», dicen en Judimendi
Los dos anteriores robos con violencia a mujeres ocurrieron en Judimendi. En las calles Nuestra Señora de Estíbaliz y en Eduardo Velasco. Las dos víctimas eran octogenarias. Ambas fueron hospitalizadas. Los tres asaltantes, todos detenidos, serán juzgados cuando acabe la fase de instrucción. Pese a ello, ayer se palpaba el desasosiego en el barrio. «Necesitamos más vigilancia policial», solicitó Begoña, de 83 años, acompañada de su amiga Gurutxe, mientras paseaban por la calle José Mardones. «Da mucha cosa lo que está ocurriendo, porque éste es un barrio muy tranquilo», puntualizó Piedad, de 74 años, desde la calle Los Herrán. «Tenemos miedo a más ataques porque somos mayores y piezas fáciles», ahondó María, de 72 años, de paso por la calle Doce de Octubre.
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